Según la CEPAL La huella de carbono es un indicador de la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI) generados y emitidos por una empresa o durante el ciclo de vida de un producto a lo largo de la cadena de producción, a veces incluyendo también su consumo, recuperación al final del ciclo y su eliminación. La mayor conciencia de los impactos ambientales de la producción y comercialización de productos ha conllevado a que las empresas sean medidas exclusivamente por sus rendimientos financieros, sino también por su capacidad de balancear los aspectos económicos, sociales y ambientales, es decir por su sustentabilidad.En este contexto, las grandes empresas han ido incorporando el cambio climático en sus estrategias y procesos de toma de planificación corporativa. Actualmente un importante desafío es incorporar también esta temática en las agendas de las empresas de menor tamaño, a esto se suma que la mayoría de las cadenas de producción de alimentos, en los últimos años, están recibiendo señales desde los consumidores en relación con la calidad de los productos y los impactos ambientales relacionados a su producción y distribución. Según el Carbón Disclosure Project (CDP) anualmente, más de 6.000 empresas de 62 países son invitadas a divulgar sus datos de emisiones y estrategias ambientales por medio del sistema de reporte del CDP, en nombre de 722 inversionistas globales, que representan activos de 87 billones de dólares.Unos de los principales sectores en los cuales se centra la atención es en los impactos ambientales de las actividades agropecuarias, en particular como consecuencia del enriquecimiento de nutrientes de las aguas subterráneas y superficiales y la contribución de los gases de efecto invernadero como el metano y el óxido nitroso al calentamiento global. Las principales fuentes de emisión de GEI de los alimentos difieren según la cadena, la empresa y el producto.En la cadena agropecuaria, las mayores emisiones provienen de carnes, lácteos y cultivos de invernadero; en la manufactura, de la fabricación de pan; en almacenamiento, de los alimentos congelados; en embalajes, de las botellas; y en el transporte, del flete aéreo. En los predios agrícolas, los distintos procesos de cultivo y de crianza de animales emiten diferentes gases de efecto invernadero. A fin de poder expresarlas en una unidad común, las emisiones de los distintos GEI se miden en toneladas equivalentes de dióxido de carbono (tCO2e).En este contexto, la huella de carbono, se convierte en un indicador reconocido a nivel internacional para entender, bajo un enfoque de análisis de ciclo de vida, la dinámica de los GEI relacionados a los procesos productivos y el consumo de bienes y servicios de los seres humanos. Este indicador podría transformarse en el mediano plazo como requisito en las relaciones comerciales entre países o bloques de países. Especialistas en industrias alimenticias pronostican que la huella de carbono puede ser un factor más de decisión de compra por parte de los consumidores, como forma de contribuir a reducir las emisiones de GEI.La huella de carbono de los productos (PCF) se ha concebido como un instrumento para calcular las emisiones de gases de efecto invernadero de los bienes y servicios de la cadena de suministro en su totalidad, es decir, desde la extracción de las materias primas hasta todas las fases de producción, transporte, distribución, utilización por parte de los consumidores y eliminación. Cada vez son más los programas privados, públicos e internacionales que se están desarrollando y aplicando en todo el mundo para el cálculo de la PCF. Todos ellos − con la excepción de un programa público que se encuentra en fase de desarrollo − se aplican, por el momento, de forma voluntaria.Poder elaborar aspectos metodológicos bajo consensos internacionales es uno de los mayores retos que actualmente afronta la medición de la huella de carbono ya que hay diferentes factores de emisión para realizar los cálculos.Los inconvenientes y a la vez las oportunidades para las empresas se presentaran cuando estas iniciativas deriven en acciones mandatorias y legales que establezcan la obligatoriedad respecto a la provisión de información sobre de huella de carbono a la ciudadanía. En la actualidad existe el proceso en Francia, denominado “Grenelle de l´environnement”, donde a través de una legislación disponer de información transparente, objetiva y completa, de la huella de carbono de productos, excluyendo el consumo y el impacto medioambiental del embalaje.En otros casos los inconvenientes pueden presentarse debido a la obligatoriedad, por parte de distribuidores de tomar como una exigencia el brindar información acerca de la huella de carbono de productos alimenticios como parte de la transacción esto con el objetivo de que el consumidor realice las compras a partir de esta información, prueba de esto, es la exigencia de una cadena multinacional de supermercados (TESCO) a su proveedor de vino envasado proveniente de Chile, respecto a la estimación la huella de carbono en su etiquetado o el caso de la exportación de cortes de cordero desde Nueva Zelanda al Reino Unido.También, en el contexto del cambio climático, se cuestiona diariamente la sustentabilidad ambiental de las cadenas de producción o procesos industriales. Entre tanto no se establezca un acuerdo internacional en los métodos de cuantificación estos procesos son vistos como una oportunidad para posicionamiento internacional. Incluso para demostrar una concientización respecto a que los procesos productivos que influyen en las emisiones de GEI. Tal es el caso de empresas multinacionales que se encuentra elaborando desde inventarios corporativos (caso Marfrig), metodologías de cálculo (caso Unilever), para cuantificar sus propias huellas de carbono y de los diferentes proveedores de materias primas; hasta plataformas de multinacionales del rubro.Tener el conocimiento sobre los diferentes valores de la huella de carbono de algunos de nuestros principales productos de exportación brindará información valiosa sobre las medidas de control, cómo reducir o mitigar las emisiones y el impacto ambiental de los diferentes procesos y eslabones de la cadena.En definitiva, este es un tema que está en la agenda internacional y nacional y puede establecerse en el corto plazo como una exigencia de los países desarrollados, incluso como de gobiernos nacionales que quieran contar con normas fundamentadas técnica y científicamente para ajustar y realizar seguimiento a sus contribuciones nacionalmente apropiadas o a los planes sectoriales de mitigación para el caso colombiano. La Comisión Europa actualmente impulsa opciones de política comunitaria que incorporan desde el 2015 información a los consumidores sobre emisiones de gases de efecto invernadero y otros impactos ambientales (agua y biodiversidad).La medición de las emisiones de GEI es un paso fundamental para que las empresas evalúen sus propias ineficiencias y riesgos vinculados al cambio climático y comprendan cómo sus actividades productivas impactan en el clima. La divulgación de esta información ayuda a los gobiernos a formular políticas frente al cambio climático y a monitorear los avances que vayan haciendo los sectores. Esta información permite a los consumidores, clientes, proveedores e instituciones financieras conocer la huella corporativa y el desempeño de la empresa en el manejo de las ineficiencias y los riesgos ambientales.