La participación política de un grupo puede evaluarse desde varios frentes, pero en esta ocasión solo hablaré desde los números. Según una investigación que estamos haciendo con Margarita Martínez en Dejusticia, desde el Gobierno de Belisario Betancur, en 1982, hasta el actual proceso de paz con el presidente Santos, se han firmado 61 documentos que establecen pactos entre el gobierno y los actores armados –algunos de estos enmarcados en procesos de paz- donde las mujeres de ambos bandos solo han logrado en promedio aproximadamente un 3,6% como negociadoras directas.En el Gobierno de Belisario Betancur (1982-1986) se firmaron cuatro acuerdos dentro de los que estaban 52 hombres y 4 mujeres (el 7%) como negociadoras. En el Gobierno de Virgilio Barco (1986-1990) se firmaron tres documentos donde se sentaron 41 hombres y ninguna mujer (el 0%). En el Gobierno de César Gaviria (1990-1994), de los 20 acuerdos que se firmaron aparecen como negociadores 245 hombres y 7 mujeres (el 2,7%).En el Gobierno de Ernesto Samper (1994-1998) se firmaron cuatro acuerdos y dos pre-acuerdos donde aparecen como pactantes 75 hombres y 7 mujeres (el 8,5%). En el de Andrés Pastrana (1998-2002) se firmaron 18 acuerdos donde aparecen como firmantes 149 hombres y 3 mujeres (el 1.9%). En el período de Álvaro Uribe (2002-2010) se firmaron 12 acuerdos que negociaron 64 hombres y ninguna mujer (el 0%).Con el presidente Santos, la inclusión de las mujeres como negociadoras de la paz por parte del gobierno y de las FARC subió un 14%. Aunque las conversaciones con las FARC empezaron sin mujeres, debido a la presión de las organizaciones feministas y de mujeres, el gobierno finalmente nombró, de 10 negociadores, a 2 mujeres. Nigeria Rentería, quien en ese momento ocupaba el cargo de Alta Consejera para la Equidad de la Mujer, y María Paulina Riveros, directora de Derechos Humanos del Ministerio del Interior.Tiempo después Nigeria Rentería renunció y fue reemplazada por la Canciller María Ángela Holguín. Por parte de las FARC se nombró a Tanja Nijmeijer, que no se sabe bien si era asesora o negociadora. Así, en términos generales, desde Betancur hasta Santos, la inclusión de las mujeres en los escenarios de decisión de documentos que establecen pactos de paz (algunos en el marco de procesos de paz, otros no) ha sido en promedio del 3,6%.¿Cuál es la explicación de esta baja inclusión? La más clara es el arraigado machismo que persiste en nuestra sociedad –en algunos casos inconsciente- que cree que la guerra es un asunto de hombres y olvida por completo que las mujeres son: la mayoría de esta sociedad, el número más alto de sobrevivientes de este conflicto con impactos diferenciados y, entre las filas de las FARC, el 40%. De esa forma, aunque existe evidencia comparada de que la participación de las mujeres crea pactos de paz más duraderos, con estas razones no deberíamos dar más para justificar nuestra presencia en las mesas de negociaciones. ¿Acaso justificamos la de los hombres?Si bien es cierto que la participación no se puede evaluar solo con cifras, estas hacen una parte fundamental en la toma de decisiones. El actual proceso de paz ya fue negociado con dos mujeres por parte del Gobierno, se creó una subcomisión de género y lo que nos queda por construir es un largo camino de pactos de paz que duren en el largo plazo. Esperemos que el Gobierno cambie estos números y garantice, entre otros aspectos de la participación, la inclusión paritaria de las mujeres en los espacios de decisión de las instituciones que están por crearse y en lo que queda del proceso. Un pacto tan importante que no incluya en sus espacios de decisión a quienes mayoritariamente se han visto involucradas es básicamente injusto.(*) Investigadora del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad - Dejusticia