La infidelidad y el adulterio están rasgando la dignidad y el tejido humano de nuestra sociedad. Afecta a la pareja quien es víctima del impostor.

Afecta y daña la dignidad de la amante o del amante, quienes son usados para canalizar un deseo sexual y para intentar llenar un vacío que el infiel no es capaz de llenarse a sí mismo. Afecta y daña al infiel, pues engaña a su propio ser.

Afecta a los hijos, quienes sufren la vergüenza y la traición, representada en los actos de deslealtad e irresponsabilidad.

Es fundamental reflexionar sobre dos tipos de infidelidad, la que se comete por un impulso o equivocación ocasional y la que se vive como un estilo de vida de modo habitual.

Vivir el adulterio de modo permanente y recurrente, es lo que está contaminando los vínculos que, en cambio, deberían honrarse y cuidarse como la joya más preciada.

Hoy nos preguntamos si la infidelidad es una moda, un vicio o desde el punto de vista espiritual, una manifestación del vacío existencial.

Desde mi punto de vista, creo que es un acto inmaduro y deshonesto, que cometen las personas que no honran los valores y que carecen de autogobierno y templanza para resistir la tentación.

Las personas que viven la infidelidad de modo deshonesto, clandestino y adúltero, no se detienen a pensar como con sus decisiones revientan el alma de muchas personas, principalmente las de sus hijos y de sus parejas.

Todo acto deshonesto trae consecuencias nefastas e irreversibles, que se deben asumir y en la mayoría de las veces, cuando se trata de infidelidad, las consecuencias se convierten en una cadena interminable de dolor para las víctimas, que después extiende su ciclo de sufrimiento, encadenando a los mismos infieles.

La infidelidad, así como es un acto oculto y silencioso, que aparentemente va pasando desapercibido, va penetrando del mismo modo el alma de todo el sistema familiar y lo va oxidando, carcomiendo y rompiendo en las fibras más profundas.

Por eso es fundamental detenerse antes y comprender que no se puede pasar por la vida, rompiendo otras vidas, sin temor a que esas consecuencias se creen y se devuelvan después reventando la propia vida o la vida de quienes amamos.

¿Cómo lograr el control para no caer en la tentación? Le aconsejo a mis consultantes que podrían detener el impulso de ser infieles pensando que una vida vivida con sentido conlleva hacer renuncias y incorporar en su jerarquía de valores un ¡NO! contundente, al placer sin reglas morales y esto va sobre todo como manual de vida para los jóvenes.

Lo peor que le puede pasar a una persona es cometer un grave acto de deslealtad y traición; y aun así pretender ser feliz a costa del dolor de otros…

La verdad es resiliente, la verdad es siempre más fuerte que la mentira, por eso, los impostores ocultos al final siempre caen como caen sus mentiras.

Es imperativo hacernos la siguiente pregunta:

Si para hacer algo uno tiene que esconderse; ¿eso que uno hace está bien? ¿Construye la vida de otros? O la destruye…

Las relaciones pueden tener fecha de caducidad, las relaciones pueden pasar por crisis irreconciliables, todos tenemos el derecho de retirarnos de una relación con respeto y dignidad.

Lo que no está bien es engañar, es tener doble moral, es tener una agenda oculta, pues esto rompe la posibilidad de que la relación se termine de modo amable y que se mantenga una buena amistad.

Los infieles siempre intentan justificar sus actos corruptos y turbios, detrás de la posición cobarde de que no encuentran en su pareja lo que el amante les da, sin embargo, el adulterio y la mentira son absolutamente injustificables, pues si nuestra relación ya no tiene sentido, si el amor se ha terminado, si las peleas se han desbordado, lo digno y lo ético es levantar la frente y la voz para tomarle la mano a nuestra pareja, darle un beso en la frente y en gratitud dejarla libre para que su alma pueda volar y encontrar otro nido.

Usar palabras íntimas y amorosas con otra persona fuera del vínculo, decirle te quiero, te extraño, te necesito, te deseo, no son palabras inofensivas que se las lleva el viento, trasgredir el cuerpo de otro ser humano y violentar su alma en un acto de infidelidad sexual es violencia psicológica y trae consecuencias espirituales, morales y sociales implacables.

La infidelidad es moda, es claramente un vicio y cuando es un modo de vida habitual, se convierte en una adicción a la adrenalina oscura de la conquista y es definitivamente una expresión del propio vacío interior.

Los infieles compulsivos son el peor exponente del egoísmo y el narcisismo, son unas máquinas de hacer heridas, que tarde o temprano terminan reventando su propia vida y se van poco a poco autodesterrando a la soledad.

Cuando dos personas se casan, hacen un acuerdo sagrado y legal de mantener una relación monogámica, el romper este convenio, conlleva a una defraudación y una traición, a lo que ambos integrantes acordaron: exclusividad emocional y sexual de uno a otro.

La confianza es un valor que se gana rápido y se pierde de un solo golpe, cuando se lastima o se traiciona, es casi imposible de recuperar, al perderse, todo queda reducido a cenizas.

La sombra es aquel virus oculto que aparentemente pasa desapercibido, no se ve a la luz de la personalidad de la persona, pero habita oculto tan poderosamente en su interior que poco a poco va aniquilando sus relaciones afectivas y hasta su propio ser.

Hay parejas que de cara a la sociedad parecen ser perfectas, sólidas y reales, ellos mismos intentaban creer que su relación es hermosa, romántica y estable.

Esto les sucede a muchas parejas, caen en una especie de autoengaño, pues empiezan a normalizar lo que no quieren ver, acostumbrados a esas sombras ocultas que poco a poco van abriendo grietas por donde se va colando el agua hasta dejarlo reseco y deshidratado y, de este modo, el amor sin darse cuenta va muriendo de inanición.

Hoy te invito a que veas con ojos de realidad tu relación y que si ya estás involucrado en una relación de infidelidad, reflexiones y pienses profundamente en las consecuencias tan devastadoras que estos actos traen a las personas que amas, esas heridas después se convierten en traumas muy difíciles de sanar.

¡Detente y trata de reparar, restaurar, sanar, todo el daño que has causado!, pues no olvides que todo el daño que hacemos a otros, tarde o temprano, regresa a reventarnos por dentro con más fuerza y las consecuencias serán nefastas, insostenibles y devastadoras. Si aun estás a tiempo, rompe el ciclo de dolor, si ya causaste daños irreparables, entonces reflexiona sobre que podrías hacer para cambiar el destino que inevitablemente estás construyendo para tu vida, el cual te conducirá hacia un abismo oscuro y cruel.

Mi píldora para el alma

La verdadera madurez emocional se logra, cuando eres capaz de posponer placeres inmediatos, por valores que construyen una vida con sentido al lado de tu pareja, para acompañarse hasta el ocaso de la vida.