Acabar con la libertad de prensa y de opinión es parte del retorcido manual que han usado todas las dictaduras de terror, como la nazista, la fascista y hasta el Estado Islámico. Para los comunistas, la información es una amenaza para sus proyectos de represión y corrupción. Es por esto que ni en Cuba ni en Venezuela sobrevive ningún medio privado decomunicación: nadie hace contrapeso ni vigila ni hace veeduría. Los medios son comités de aplausos subyugados por el miedo, cuya humillante tarea es la de replicar falsedades, mientras la gente, incluso sus propias familias, mueren de hambre, sin empleo ni oportunidades para el futuro.
El Gobierno de la “potencia mundial de vida” no es ajeno a esta tarea. En su obsesión-compromiso de crear una caja de resonancia para los desvaríos, producto del exceso de “café de leche”, la incompetencia y la falta de resultados del Gobierno, el ministro de las TIC, Mauricio Lizcano, pagó un evento de 2.800 millones de pesos para adoctrinar a unos 1.400 miembros de los que el Gobierno considera “medios de comunicación alternativos”: emisoras comunitarias (no todas), periodismo regional e influenciadores. El propósito del evento: alinearlos con la estrategia de comunicación de la Casa de Nariño, divulgar el odio y las mentiras de un Gobierno que no arranca y mantener la incertidumbre y el miedo de los colombianos. Todo esto por un módico costo de 2.000.000 de pesos por persona. ¡Algo cara esta “gala de rencor”!
En el progre evento, pagado con los sacrificados impuestos de los colombianos, el Gobierno tuvo como conferencista de primera línea al asesor de Nicolás Maduro, el español Juan Carlos Monedero, quien les explicó a los influencer$ del “cambio” cómo luchar contra los medios de comunicación “hegemónicos”, esos en los que, según el presidente Petro, trabajan “las periodistas del poder, las muñecas de la mafia”. Las muy pertinentes y vigentes recomendaciones del asesor español, cofundador del cuestionado partido político Podemos, fueron mantener viva la lucha de clases, contener el tal “golpe de Estado”, avivar el odio por el neoliberalismo y luchar contra el fascismo. Eso sí, nada se habló de independencia, objetividad y análisis de información real. Más bien fue una clase magistral de cómo “correr la línea ética”. No sabemos por qué no trajeron al experto y premiado embajador en Chile, Sebastián Guanumen.
Resulta que Monedero es copartidario de Pablo Iglesias, un recalcitrante político de extrema izquierda cuestionado por corrupción y esposo de la exministra de Igualdad de España, la vergonzosa Irene Montero. Una mujer cuyos discursos han cruzado límites de la pedofilia, cuando argumentó que los “niños, niñas y niñes”, es literal la expresión, tienen, según ella, derecho a tener relaciones sexuales con adultos. Un esperpento total. Resulta indignante que los impuestos de los colombianos se destinen a pagar y atender al asesor de un criminal y dictador como Maduro. ¿Cuál es la altura moral, ética y académica de un asesor de un criminal de delitos de lesa humanidad con orden de captura por narcotráfico de los Estados Unidos? ¿Qué hay para admirar en las comunicaciones de una dictadura?
Como si fuera poco, en el democrático evento, el ministro TIC se aventuró a proponer que el 10 por ciento de la pauta del Estado se destinará a estos “medios alternativos”. Como quien dice, una propuesta para premiar a las focas que aplauden y para espichar a los que se atrevan a cuestionar el delirio y el caos en los que tiene Petro sumida a Colombia.
¿Ese es el modelo de comunicación oficial que pretenden instaurar en Colombia?
Nicolás Maduro es un mentiroso patológico. Habla de democracia, paz y prosperidad, pero lleva 25 años en el poder, su país está plagado de grupos terroristas cuyo principal producto de exportación fue el Tren de Aragua y ocho millones de venezolanos que tuvieron que exiliarse por el hambre y la falta de oportunidades. Pero los asesores españoles, los dictadores y los influencers del comunismo dicen, sin sonrojarse, como lo hicieron Lula y Petro, que los venezolanos “migraron a los países del norte en busca de agua”.
La tergiversación es la estrategia comunicacional de los dictadores que se vanaglorian de ser “progresistas”. ¿La verdad? Son un grupo de regresistas, opresores, violentos y, sobre todo, fascistas. ¿Cuál es el éxito de la dictadura de Maduro que tanto admira Gustavo Petro? ¿Traen modelos fracasados para enseñarles a los incautos influenciadores del cambio cómo engañar a los colombianos y llevarlos por el camino de la miseria y el hambre, como les sucedió a los venezolanos?
En el caso de nuestro país, las mentiras que a diario produce la Casa de Nariño son combatidas por la sensatez de muchos que dedican su trabajo a visibilizar la farsa del petrismo. Personas que abren las podridas ollas para revelar que no hay golpes de Estado ni paz total ni trenes imaginarios, pero, en cambio, sí hay mucho de “recurso” del narcotráfico que financió la campaña del “cambio”, eventos fuera del calendario electoral, violación de los topes financieros, incompetencia, corrupción y falta de resultados.
Los influencer$ son una parte integral de esta estrategia. Sus mensajes están prepagados y financiados por un Gobierno sediento de odio, de venganza, al que solo le preocupa señalar, acabar y destruir. Y mientras tanto, con el silencio cómplice de estos periodistas “alternativos” que ahora están a la merced de la generosa chequera de un presidente que, como el gato, tapa todo, el país avanza sin freno a un cataclismo que solo la sensatez y la verdad pueden detener. ¿En qué lado de la historia quiere estar usted?