El domingo pasado, los colombianos fuimos testigos de la manera descarada en la que uno de los criminales más sanguinarios y violentos del país, Néstor Gregorio Vera Hernández, alias Iván Mordisco, se paseaba con total tranquilidad y excentricidad por los Llanos del Yarí, en Caquetá. Este hecho sigue poniendo en evidencia a un Gobierno cómplice que protege a los delincuentes, criminales y narcotraficantes. Y comosi no bastara con protegerlos, también los legitima, permitiéndoles a hombres como alias Iván Mordisco ser un interlocutor válido en diálogos sobre la paz; un delincuente que lidera una disidencia de las Farc que se sigue lucrando del narcotráfico, atenta contra los derechos humanos y ejerce terror en la población. Nada más contrario a la paz y a los gestos de reconciliación que debe exigírseles a todos los que quieran obtener beneficios políticos, jurídicos y sociales por parte del Estado.

La imagen descarada de este criminal, que muy campante llegó a hablar de “paz” con su traje de camuflado, armado con un poderoso fusil y en una lujosa camioneta, nos lleva a pensar en un escenario desastroso como el que ya vivimos con el fallido intento del Caguán a inicios de los 2000. Petro y sus aliados ignoran y silencian, adrede, los aprendizajes y lecciones del pasado, justificando error tras error en la premisa tramposa de “querer cambiarlo todo” o estar haciéndolo en nombre del “pueblo” que se pronunció en las urnas. ¿Hace falta volver a hablar del margen del 3 por ciento con el que ganaron? El país está completamente dividido y somos muchos los que no queremos esto. Escuche, presidente Petro. Su arrogancia nos está costando el país.

Alias Iván Mordisco, junto con otros criminales, está buscando iniciar, supuestamente en mayo, una mesa de diálogo en Noruega... y todo parece indicar que las condiciones las establecerán ellos. Insisto en que se está configurando un nuevo Caguán: un grupo ilegal determina las condiciones mientras la institucionalidad y el Gobierno se someten a sus directrices y, al final, se burlan del país retirándose fortalecidos. Esto ya lo hemos vivido. Los hechos son claros y contundentes, no hay muestras reales de paz ni intenciones de suspender actividades ilícitas y actos violentos en contra de la población civil. Esta disidencia, que se hace llamar “estado mayor central”, y es liderada por alias Iván Mordisco, amenazó y desplazó en marzo en Mesetas (Meta) a más de 200 familias excombatientes y firmantes del Acuerdo de Paz. ¿Cuál es entonces, me pregunto, la apuesta de paz que representa este líder criminal? ¿Por qué el Gobierno de Petro insiste en proteger y premiar a los criminales? ¿Qué lo motiva, qué les debe?

Muchas dudas siguen surgiendo respecto a esta política de la “paz total”. Petro y sus políticas solo han aumentado los problemas del país, desconocen los procesos anteriores, legitiman a bandidos y criminales, y no se centran en lo que ya se acordó, ni en los aproximadamente 13.000 excombatientes que están cumpliendo el Acuerdo e intentan rehacer su vida desde la legalidad.

En el más reciente informe de la Misión de Verificación sobre el Acuerdo de Paz, la ONU estima que han sido asesinados 363 firmantes y que otros 122 han sido víctimas de tentativas de homicidio. Según la Fiscalía, muchos de estos delitos han sido llevados a cabo por las disidencias. Sin embargo, la postura de Petro y su Gobierno es seguir dando apoyo a quienes acaban con la esperanza de los que sí han optado por el camino de la legalidad para salir adelante.

Con este panorama tan complejo crece el escepticismo de los colombianos frente a la política de seguridad que tiene el presidente Petro para proteger al país y superar los distintos tipos de violencia que atraviesan las ciudades y los campos colombianos. Hasta ahora, la instrucción que conocemos es darles concesiones escandalosas a los criminales, decretar unos fallidos ceses al fuego y desarticular a las Fuerzas Militares mientras la población siente temor, inseguridad, intranquilidad y es víctima de múltiples hechos violentos.

¿Cuál cambio? ¿Trabajar por la impunidad de los peores criminales del país y la ampliación de sus beneficios? No puede ser que tengamos un Gobierno que se enfoca en favorecer a los que solo le hacen daño al país, al tiempo que les da la espalda a las familias y colombianos que procuran salir adelante en medio de un ambiente de incertidumbre generado por unas reformas que, en lugar de darnos confianza, ponen contra las cuerdas la economía y la estabilidad política de la que depende el buen rumbo de la nación. Cada hilo que se hala en el oscuro enjambre de la Paz Mafiosa de Petro revela unas alianzas profundamente cuestionables que se remontan a “todas las formas de lucha” que emplearon para ganar la presidencia.