La semana pasada se realizó en Bruselas la Segunda Conferencia Internacional sobre el Asesoramiento Científico a los Gobiernos. Ministros, técnicos, directores de instituciones científicas y representantes de la políticas científicas de todo el mundo comentaron sus experiencias a la hora de aconsejar a los políticos en temas científicos. Hablaron sobre los problemas de la comunicación entre científicos y políticos, de lo importante que es no creerse un experto tanto en política como en ciencia y de la necesidad de hacer una gran esfuerzo por comprender al otro.En el diálogo entre científicos y políticos, los problemas asoman incluso desde antes del encuentro. Los centros de investigación y las oficinas gubernamentales son mundos muy distintos donde el saber tiene a veces un valor diferente. Para los científicos la ciencia genera conocimiento el cual debería ser la base de cualquier decisión política en temas como la salud, la energía, el medio ambiente, agricultura, educación, tecnología, economía, etc. Los políticos pueden reconocer a veces el mismo valor pero no quiere decir que su decisión final sea la misma que los científicos sugieren. El bombardeo de información que reciben de todas partes (incluso, tristemente, las redes sociales), la misma estructura interna de la toma decisiones políticas, la presencia de grupos de presión (lobbies) externos, entre muchas otras razones (claro, la corrupción y la religión son de las más grandes), hacen verdaderamente difícil tomar una decisión que satisfaga a los científicos y que permita acertar y solucionar problemas. Esto pasa en todo el mundo, no solo en Colombia.Pero es Colombia la que nos importa y hay numerosos ejemplos, buenos y malos de este tipo de relación. El medio ambiente, nuestro mas valioso recurso según todos los políticos, sufre las decisiones a veces interesadas, otras desinformadas, de los políticos.“Las decisiones políticas deberían acercarse mucho más al mundo académico, a las universidades, academias e institutos de investigación básica, solo así se podrá ser mucho más asertivo y podremos competir en un mundo cada vez mas globalizado“ dice Juan Mayr, exministro de medio ambiente durante el gobierno de Andrés Pastrana, y conferencista en el congreso. “Es innegable el beneficio de decisiones respaldadas en la ciencia, y es por esto mismo que en un país de alta complejidad como el nuestro debemos crear todas las herramientas posibles para que esto ocurra, y entre más pronto tanto mejor. El Acuerdo de paz, si logramos sacarlo adelante, nos brindará una gran oportunidad pues en su implementación podremos hacer un espacio para que la ciencia y el conocimiento nos aconseje”.Pero esa ciencia y esa paz requieren de fondos. Esos fondos pueden venir de la ayuda internacional prometida para la implementación del Acuerdo de paz (a través de créditos especiales y de donaciones). Mayr sugiere que el 1 % de esa ayuda se dedique “al fortalecimiento de nuestras capacidades científicas y a un mayor intercambio con otros países”. En un momento como este, cuando estamos apuntando a la construcción de un país diferente, deberíamos pensar en nuevos modelos de desarrollo que igualmente incorporen el conocimiento propio, aquel de nuestras comunidades ancestrales. “La ciencia debe participar de forma activa en la construcción de un nuevo modelo de país, pero de una manera diferente. La etapa de exportar materia primas sin agregar ningún tipo de valor es parte del pasado y la ciencia debería ser parte integral para el desarrollo del nuevo país” añade Mayr.Las palabras “innovación, ciencia y tecnología” (las famosas siglas ICT) salen sólo una vez en todo el texto del acuerdo de paz con las FARC. En la última propuesta del senador Uribe Vélez, no aparecen por ningún lado (ni sueltas), ni tampoco en las de Marta Lucía Ramírez. No es que importe mucho pues todos los discursos políticos que hablan del desarrollo del país las incluyen sin que se vean cambios a corto, mediano o largo plazo. Pero si es un ejemplo que muestra la importancia y el papel que se le da la ciencia en el desarrollo del país. O en lograr la paz. ¿En el fondo son lo mismo no?* Comunicador Científico - En Twitter: @JuanSarasua