No creo que el triunfo de Iván Duque signifique el regreso de Álvaro Uribe al poder, como dice la mayoría de analistas. Esta última elección, por el contrario, puede marcar el inicio de un retiro tranquilo y programado del expresidente de la escena pública y el nacimiento de una derecha moderna que supere la dicotomía Uribe-Santos en la que nos sumergimos estérilmente durante los últimos ocho años. El relevo generacional dejó de ser una ilusión y se convirtió con Duque en realidad. La derecha en nuestro país tomó la delantera, venció y convenció con un líder fresco y carismático el pasado 17 de junio, y aunque del otro lado, en la izquierda, se intenten consolar con el “casi ganamos” o “avanzamos como nunca antes en la historia” o tuvimos una “votación sin precedentes”, lo cierto es que se necesita mucho más que eso si quieren dar la pelea en las elecciones regionales del año entrante y luego en el 2022 por la Presidencia de la República.Escuche a José Manuel Acevedo leer su columna.

Puede leer: Iván Duque: ¡rompa el molde!Es verdad que más de 8 millones de personas no acompañaron la propuesta de Duque, pero es falso que ese número de colombianos depositaran su voto entusiasmados con lo que Gustavo Petro les ofrecía. Vi a muchos el domingo de elecciones votando con la nariz tapada por el candidato de la ‘Colombia Humana’ y a otros tantos autoconvenciéndose en numerosas columnas de su decisión de votar por Petro por puro descarte. Así las cosas, el cuento de que este político de marras quedó con un capital amplio para ejercer oposición durante los próximos cuatro años es bastante relativo. La coalición que logró armar y a la que llegaron Claudia López, Antanas Mockus y un puñado de liberales rebeldes quedó disuelta desde ese mismo domingo a las 4 p. m. Es más, casi se desbarata un día antes cuando haciendo gala de un tremendo resentimiento, Petro publicó un trino en el que decía que Colombia podría escoger “si prefería un traqueto como rey en la sociedad de cada municipio, o el profesor, la profesora, el médico o la médica”, como señalando a los votantes de Duque de ser auspiciadores de la mafia.Ni todos los votos de la segunda vuelta le pertenecen a Petro, ni el desgano con el que asumirá su curul en el Senado le ayudará a la izquierda a ganar en el futuro.El estilo excluyente a la hora de ejercer su liderazgo, su discurso fracturador y sus palabras de mal perdedor aquel día por la noche deberían ratificarle a la izquierda que el personaje que los llevará a la victoria definitivamente no fue ni será Petro y que necesitan con urgencia buscarse a un ‘Duque’, pero de ese lado del espectro ideológico; con un liderazgo tranquilo y sin histerias, verdaderamente renovador y al que se le note un poquitico de ‘centro’ por alguna parte.Le sugerimos: El centro ya ganóNi todos los votos de la segunda vuelta le pertenecen a Petro, ni el desgano con el que asumirá su curul en el Senado le ayudará a la izquierda a ganar en el futuro. La oposición no será, ni mucho menos, homogénea en los años venideros y si los que se ubican de ese lado siguen dándole oxígeno a un político desgastado que asustó y no ilusionó como Gustavo Petro, estarán quemando pólvora en gallinazo en lugar de avanzar en la conquista de ciudades como Bogotá o departamentos como el Valle o Atlántico, que no están conformes con la propuesta que ganó, pero que tampoco salieron masivamente y convencidos a votar por una contrapropuesta que los motivara.A Petro es mejor jubilarlo, como terminará por jubilarse Uribe si este gobierno que comienza el próximo 7 de agosto resulta exitoso. La derecha ya encontró con quién reinventarse y la izquierda está a tiempo de sacudirse para intentar algo distinto a lo que hasta ahora le ha apostado. ¿Oposición constructiva o resistencia retrógrada? ¡Esa es la cuestión!Puede leer: De paseo con la JEP