El presidente del Perú, Pedro Pablo Kuczynski, se ha visto forzado a renunciar. Sin entrar en los detalles de su renuncia, se destaca que el Perú, una de las democracias aparentemente más sólidas del continente, ha tenido una convulsionada historia política. Todos los presidentes peruanos elegidos por el voto popular en los últimos 100 años, sin excepción alguna, han sido derrocados por golpes de estado o condenados a la cárcel durante el ejercicio de su cargo o tiempo después, sea durante su primera administración o en alguna de las subsiguientes, cuando han sido reelegidos. Augusto B. Leguía, que gobernó al Perú desde 1908, en su cuarto mandato fue derrocado, entre otras cosas, por haber sido el impulsor del tratado de límites con Colombia de 1922, que se consideró lesivo por los peruanos. Fue enviado a una prisión con delincuentes comunes en el puerto de El Callao. Murió tiempo después de tuberculosis y como fue calificado de “traidor” y no se autorizó el traslado de sus restos a Lima. El coronel Sánchez Cerro, asumió el poder. Durante su administración se produjo el asalto a Leticia que originó el conflicto colombo-peruano en 1932. Fue asesinado y lo sucedió su ministro de guerra, el mariscal Oscar Benavides, que en 1911 había expulsado a las tropas colombianas de la margen derecha del río Caquetá: con López Pumarejo pactó el cese al fuego del conflicto en 1933. Gobernó hasta 1939 cuando fue elegido Manuel Prado, que en su segunda presidencia fue derrocado cuando el Jurado Nacional de Elecciones no aceptó anular las elecciones que los militares calificaron de fraudulentas. En 1945 fue elegido José Luis Bustamante y Rivero. En esta ocasión el golpe fue del general Manuel Odría, con el que Colombia afrontó el complejo problema del asilo de Víctor Raúl Haya de la Torre en nuestra embajada en Lima, que nos puso al borde de otro conflicto armado. Fernando Belaunde Terry fue elegido en 1963. En su primer mandato fue derrocado por el general Juan Velasco Alvarado y desterrado a Buenos Aires. Alán García fue elegido por primera vez en 1985. Aunque término su mandato, fue acusado posteriormente de enriquecimiento ilícito y otros delitos. Se salvó de la cárcel al asilarse en mayo de 1992 en la embajada de Colombia. Se lo acusa ahora de haber sido sobornado en su segundo período por Odebrecht. Lo sucedió Alberto Fujimori en 1990, que terminó encarcelado en el Perú: su indulto fue una de las partes del sainete que llevó a la renuncia de Kuczynski. Su hombre de confianza, el nefasto Vladimiro Montesinos, fue el gestor de la entrega de un enorme cargamento de armas a las FARC, sin que el presidente se inmutara. En su reemplazo fue elegido Alejandro Toledo. Después de culminar su mandato viajó a los Estados Unidos, pero es acusado ahora de estar involucrado igualmente en los sobornos de la funesta Odebrecht y fue condenado a prisión : lucha para no ser extraditado al Perú. El predecesor de Kuczynski, Ollanta Humala, está en la cárcel involucrado también con los sobornos y dádivas de Odebrecht.¿Termina el caso Kuczynski, con su renuncia? ¿Cuál será la suerte del próximo presidente elegido por el voto popular en el Perú? Entre tanto, Odebrecht sigue tan campante… y el tiempo sigue su marcha…(*) Profesor de la facultad de Relaciones Internacionales de la universidad del Rosario