Su madre, Ximena Céspedes, era maravillosa en toda la extensión de la palabra. Ana María era sobrina del exministro de Hacienda, José Manuel Restrepo; una joven que tenía una vida por delante con miles de sueños por cumplir y a la que el pasado 12 de septiembre en la ciudad de México le arrebataron la vida de la manera más vil y cruel. Presuntamente habría sido asfixiada en su propia casa por su exnovio, Alan Gil Romero. Este sujeto habría entrado a la casa de Ana María, la habría asesinado y luego lo habría hecho parecer un suicidio. Gracias a las cámaras del conjunto se pudo ver a Gil Romero entrar a la casa y concluir que fue la última persona que estuvo con ella antes de ser encontrada sin vida.

Alan Gil Romero y Ana María Serrano se conocían desde hace seis años, estudiaron juntos en el colegio, los padres de ambos se conocían, tuvieron un noviazgo normal y tras una ruptura ¿Gil Romero decide asesinarla? ¿En qué mundo estamos viviendo y cómo estamos criando a nuestros hijos? ¿Qué valores les estamos inculcando? ¿En qué cabeza cabe asesinar a una persona y más a causa de una ruptura amorosa?

Tristemente, el feminicidio es una realidad en el mundo y México es uno de los países que encabeza la lista. Para el 2022 cerró con 947 casos de feminicidio, teniendo uno de los índices mas altos de los países de la región. Si bien es cierto que el gobierno se ha esforzado por imponer penas ejemplares para los agresores, esto no ha sido suficiente, pues en muchas instancias sí se hace justicia, pero en muchas otras los crímenes quedan en la impunidad. Hay también otro tipo de agresiones graves a mujeres, que, aunque no llegan al homicidio, son extremadamente violentas, como los ataques con ácido.

Algo estamos haciendo mal como sociedad, en la educación y en la permisividad de actos atroces. En varios países de América Latina, gracias al machismo, muchos piensan que se puede violentar y asesinar a las mujeres y han normalizado el “la violaron porque tenía falda corta”, “ella se lo buscó”, “la asesiné porque no quería estar conmigo”. De forma inmediata debemos hacer que esto llegue a su fin, exigiendo como ciudadanos que los diferentes gobiernos cumplan con las penas estipuladas sin permitir que los casos queden en el olvido y haya justicia, apoyándonos en el conocimiento y el arduo trabajo de personas tan importantes como Natalia Ponce de León, que quizás es el caso más emblemático de ataque con ácido en nuestro país, y que con mucho esfuerzo logró que aprobaran la ‘ley Natalia Ponce de León’ que endurece las penas para los perpetradores de ataques con ácido.

Debemos fortalecer y apoyar nuestros conocimientos a través de plataformas como la de ‘Ni una menos’, y ‘No es una, somos todas’. Este fenómeno aterrador de los feminicidios se está dando a nivel mundial; no es cuestión de educación, de edad, ni de nivel socioeconómico. Es un problema que nos incumbe a todos y como sociedad debemos poner todos nuestros esfuerzos para que no haya más Ana Marías, ni Natalias, ni Debhanis, ni Lucías. Y para que todos los Alan Gil Romero, obtengan la pena máxima por sus acciones y que las madres como Ximena Céspedes no tengan que vivir el calvario que ahora viven.

Hoy debemos alzar nuestra voz para conmemorar y apoyar a todas aquellas víctimas cuyas almas fueron apagadas antes de tiempo.

¡Justicia!.