El pasado miércoles, Israel dio de baja al líder de Hamás, Yahya Sinwar. Tras los ataques del 7 de octubre de 2023, Sinwar llevaba más de un año prófugo. Se dice que, durante todo ese tiempo, se escondía en los túneles de Gaza y que tenía como escudo a los secuestrados a los que vilmente privó de su libertad en aquel bestial sábado negro.
Cabe recordar que Sinwar estuvo detenido en una cárcel israelí por 23 años desde 1988 por intento de asesinato y sabotaje. Allí, aprendió hebreo y estudió a los israelíes muy de cerca. Sufrió de un cáncer cerebral por el que fue tratado en un hospital en Israel. Obtuvo los mejores cuidados de los israelíes, que llevaron a su recuperación para después pagarles de la peor manera: orquestando la masacre más vil el 7 de octubre de 2023.
Muchos dirían, hoy en día, que mejor hubiera sido no tratarlo y dejarlo morir. Sinwar es de los miembros más sanguinarios y despiadados de Hamás, pues no solo fue el encargado de planear la masacre del 7 de octubre, además, existen videos difundidos por el Ejército israelí que muestran a Sinwar y a su familia con alimentos, agua, cobijas y una televisión entrando a un túnel en Gaza el 6 de octubre, pocas horas antes de la barbarie. En otras palabras, el señor Sinwar se escondió como una rata bajo tierra y miró un video explícito de los atroces actos cometidos por sus súbditos, que incluían asesinatos, violaciones, desmembraciones y un nivel de violencia sin precedentes, que solo una mente completamente enferma podría imaginarse y dar órdenes para que se llevaran a cabo.
Sinwar corrió con la misma suerte que Hasán Nasralá e Ismail Haniya, altos dirigentes de Hamás y Hezbolá, y de varios otros miembros de estas organizaciones terroristas. Queda claro que el esfuerzo de Israel, durante el último año de luchar incansablemente para erradicar de manera definitiva a estos grupos terroristas y de hacer justicia después del 7 de octubre, no ha sido en vano, pues hoy se puede decir que Hamás y Hezbolá han sido altamente debilitados.
El precio de esta guerra ha sido alto, en especial por todos aquellos militares que han sido asesinados, por todos los que fueron aniquilados, por los que fueron secuestrados y siguen siendo rehenes, por los que fueron víctimas ese día y lograron sobrevivir, pero no aguantaron haber sobrevivido y se han quitado la vida durante el último año —siendo Shirel Golan la última víctima, quien se suicidó hace pocos días—, por todos los ciudadanos que han tenido que acostumbrarse a vivir día a día con constante miedo por la caída de misiles provenientes de diferentes frentes.
No ha sido un año fácil para Israel, pero queda claro que dicho país ha actuado de manera autónoma y audaz, ya que ha procedido como le ha parecido conveniente, entrando a Rafah (ciudad en la Franja de Gaza adjunta a la frontera egipcia) inclusive cuando la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, sugería que era “un gran error”.
Gracias a su perspicaz forma de proceder, encontraron a seis rehenes —que tristemente fueron aniquilados— y lograron eliminar a Sinwar en ese territorio. Israel se ha enfrentado a diversas guerras a lo largo de los años y tiene ese sexto sentido de saber cómo actuar. Si algo lo caracteriza es que es un territorio de hierro que seguirá batallando por existir. Puede que Mohammed Sinwar (hermano del difunto Yahya Sinwar) tome el poder de Hamás, o quizás sea otro, lo que es evidente es que Israel no se cansará de abatirlos. El bien está reinando sobre el mal, esperemos que esto siga así y —más importante— que los secuestrados sean rescatados para que la guerra tenga un sabor menos amargo.
“No nos gustan las guerras, incluso cuando las ganamos”, Golda Meir.