Se volvieron un chiste las excusas a las que recurre el presidente de Colombia para justificar su sistemática inasistencia a los eventos que él mismo agenda o a los que acepta asistir. Según La Silla Vacía, la cuenta sobrepasaba las 100 veces en las que el mandatario ha llegado tarde o que simplemente no aparece. ¿Qué ocupa tanto tiempo del presidente que le impide ajustarse a los tiempos de su propia agenda?
Luego de no condenar el ataque terrorista de Hamás, guardar silencio sobre el asesinato de los colombianos Ivonne y Antonio en un desierto de Israel, y de publicar más de 100 mensajes en su cuenta de X, antes Twitter, para condenar a Israel y justificar el terrorismo de Hamás, se supo que el presidente llevaba seis días sin tener agenda pública. De hecho, al comienzo de la semana dejó metida a la comunidad del Chocó y el ministro de las TIC, Mauricio Lizcano, informó que el presidente no se haría presente, explicando que “hay un conflicto entre Palestina e Israel” y que, en resumen, era más importante que Petro se ocupara de una guerra que no entiende, que estar en el muy caluroso y húmedo Chocó.
Eso sí, al día siguiente, Petro se remangó el pantalón para desmentir a su ministro: se tomó una foto, difundida en todas sus redes sociales, para informar de una caída en Cartagena que lo había hecho sentir mal, por lo que había cancelado su ida al Chocó. ¿Viaja mucho el presidente a la Casa de Huéspedes en Cartagena? ¿Para huir del palacio “feo y frío” en el que le “toca” vivir mientras gobierna a los colombianos?
En su excusa en Chocó, Lizcano agregó que pronto se conocerían los pormenores de lo que estaba haciendo el mandatario por la paz del Medio Oriente que le impedían atender la agenda en la remota Quibdó. De hecho, en el Gobierno del “cambio” hace carrera el cuento de que después del incumplimiento del mandatario, se va a saber qué es lo que está haciendo el presidente. Recordemos que a comienzos de octubre, cuando llegó tarde al ascenso de los policías en Sibaté, Cundinamarca, el propio Petro dijo que se había demorado por cuenta de unas reuniones imprevistas de las que no podía decir nada, que se estaba jugando gran parte de su Gobierno y que ya el país se enteraría por las noticias.
Lo cierto es que pasan los días y las semanas y nadie sabe qué es lo que está sucediendo en esa agenda paralela que el país no conoce, pero sobre la que hay un total misterio. Por eso se generan tantas especulaciones alrededor del estado de salud física y mental del presidente. ¿Está enfermo?, ¿tiene que tomar descansos prolongados por cuenta de algún malestar crónico?
Después de la excusa de la caída, del golpe en la rodilla y de generar una crisis diplomática con Israel y Estados Unidos, Petro se reincorporó a sus actividades y, como dato curioso, salió a hacer campaña por Bogotá, en las tomas de localidades, a donde también llega tarde. Todo indica que el presidente no se ha enterado de que la alcaldía de la capital la va a perder la izquierda. Así como también las de las principales ciudades, en donde los mandatarios locales que prometieron ser el “cambio” hace cuatro años fueron incapaces de cumplir sus compromisos. Y en las últimas semanas, el empujón al abismo que les han dado desde la propia Casa de Nariño, con tantos desaciertos e incumplimientos, configura un presagio de la derrota que va a tener el Pacto Histórico y sus candidatos regionales.
Petro deja metidos a los gobernadores, alcaldes, comunidades, funcionarios, policías, soldados, al presidente de Estados Unidos, a sus homólogos en las cumbres, en las que se ha perdido varias fotos oficiales, alegando que estas “son lo de menos”. Eso sí, una conducta sistemática queda evidente: desaparece, reaparece, trina frenéticamente, vuelve y desaparece.
Es, por decir lo menos, un comportamiento inestable que además va acompañado de los delirantes mensajes que publica en sus redes sociales. ¿No tiene el presidente asesores que le ayuden a corroborar datos históricos, fechas y ortografía? ¿No confía en nadie? ¿Así de solo está? ¿No debe un presidente tener otras ocupaciones distintas a las de producir más de 100 mensajes sobre un tema que está tan alejado de la agenda y de la realidad de Colombia? ¿No hay canales más oficiales para que el presidente pueda seguir jugando a “líder internacional”?
La inestabilidad del mandatario se traduce en inestabilidad en el país. Septiembre fue el segundo mes del año en el que más capital de inversión extranjera salió de la economía nacional. La inflación de los alimentos no cede, la de los precios de la energía eléctrica tampoco, y para colmo de males estamos ad portas de un apagón que parece inevitable ante el desgobierno del “cambio”.
En este año largo de tortuoso “cambio” han brillado la inexperiencia, el fanatismo y, sobre todo, una constante falta de respeto con el tiempo de los colombianos. Lo que sí hemos de notar con preocupación es que el país está en las manos caprichosas y poco reflexivas del presidente Petro. Sus errores de ortografía, redacción e imprecisiones no solo denotan su premura, sino su falta de verificación y de discusión con sus asesores. Nunca antes una persona había arrastrado tanto la figura presidencial como Petro. Desde su cuenta de X, todos los días muestra un Gobierno desarticulado, liderado por un fanático que, encerrado en un cuarto, dispara odio y opina sobre lo divino y lo humano, mientras el país real anda al garete y los criminales patrocinados por la “potencia mundial de vida” toman el control de todo el territorio. ¿Así o más “progre”?