Llevamos décadas escuchando a mandatarios locales, pero principalmente al Gobierno nacional diciendo que hay que saldar la deuda histórica que la nación tiene con el Chocó. También se escucha sobre todo en tiempos de contiendas electorales frases como: “ya es hora del desarrollo”, “no más atraso en la región” y un sinnúmero de esloganes bien maquillados y vacíos por parte de muchos que aspiran al poder. Pareciera que muchos de estos aspirantes a ser mandatarios municipales, regionales, o al Congreso, tuvieran algún coach o asesor que cada vez hacen sonar la misma retórica, quizás un poco más moderna y sofisticada, pero también la historia les ha mostrado a los habitantes de Quibdó que gran parte de estas palabras acompañadas de promesas se las lleva el viento.
Amerita decir que cuando de orden público, desarrollo económico e inversión social se trata, la situación de la capital del departamento del Chocó es nefasta. De allí la enorme preocupación de muchos de sus habitantes por la forma tan mediocre con la que se sigue direccionando la seguridad y el desarrollo de la ciudad de Quibdó, a pesar de que todos los pronósticos apuntan a que esa no es la ruta adecuada.
En un artículo que publiqué en esta revista, el 24 de julio del 2020, hice referencia a los indicadores del mercado laboral del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) donde se registró, durante noviembre de 2019 y enero de 2020, que Quibdó, figuró con una tasa del 20,0 %, ocupando el primer puesto de desempleo en el país. Lamentablemente durante el periodo de abril -junio del 2021, Quibdó tuvo un incremento y las estadísticas muestran un 21,9 de desempleo según reporte del Dane. Obviamente la pandemia de covid-19 no ha ayudado en nada, pero no estoy segura de que sin pandemia el panorama hubiera mejorado. Esta es una muestra alarmante porque no se ven los más mínimos indicadores de progreso en la ciudad.
A esta desoladora situación se le suman aproximadamente 83 homicidios en lo que va corrido del año, imparables intentos de homicidios, hurtos desenfrenados, panfletos amenazantes e intimidantes con un tono desafiante por parte de bandas delincuenciales y una sensación de no poder opinar sobre la situación de control público o de la descomposición social actual en la ciudad porque se puede ser blanco de amenazas o ser perfilado en un bando político u a otro, aspectos estos que abultan la ya tensionada situación de Quibdó.
Últimamente las existentes bandas criminales han venido poniendo como objetivo militar a quien ellos quieran, inclusive a veces se dan el lujo de intimidar a todo el pueblo. Muchas de sus víctimas se ven obligadas a salir inmediatamente de la ciudad para no correr el riesgo de perder sus vidas, otras no alcanzan a hacerlo. La situación es tan seria, que recientemente por medio de un panfleto se le advirtió a la ciudadanía en general del riesgo que se corre si se sale después de determinadas horas de la noche, es decir uno puede ser asesinado, grave situación que tiene a la ciudad secuestrada, con mucho miedo y terror... ¡qué impotencia!
Que los mandatarios locales han ido migrando hacia un silencio incomprensible es algo que vale la pena tener en cuenta, pues anteriormente estos por lo menos se pronunciaban así fuera para dar salidas en falso, cuando al pueblo debían rendir explicaciones de la grave situación de inseguridad de la ciudad, pero ahora ni siquiera eso hacen, por lo menos no con la frecuencia ni envergadura que se necesita. Circulan tantas versiones por las redes sociales que involucran a altos funcionarios en toda clase de escándalos, que lo que menos necesitan los habitantes de la ciudad es un silencio rotundo o más especulación. Hay días que se percibe, tanto en las redes sociales como en conversaciones con habitantes de Quibdó, una salud mental deteriorada a nivel colectivo, indudablemente aparte de miedo, hay mucha frustración, rabia y desolación.
No sé si es mucho soñar, pero probablemente las cosas serían más fáciles si los mandatarios actuales reconocieran ante la opinión pública la compleja situación de orden público que se está viviendo en la localidad y que adicionalmente contaran lo que están haciendo para ganarle a esta crisis. Que tranquilizante sería para los habitantes de Quibdó , sentir que las decisiones no solamente se quedarán en comunicados de prensa, sino que se verán acciones concretas.
Pero, ante tanto caos y preocupación me surgen las siguientes preguntas: ¿porqué tanta inoperancia , falta de control y mediocridad en la gestión pública? ¿porqué los mandatarios no muestran más transparencia, empatía y sentido de pertenencia por su ciudad?
Sin pretender tener las respuestas a estos interrogantes, si creo que hay razones suficientes que me dan pie a pensar que probablemente asuntos como intereses personales, políticos y la falta de valores , se anteponen a los intereses del pueblo y no se hace lo suficiente para enrutar a la ciudad.
Afortunadamente, a pesar de la falta de pertenencia que algunos mandatarios y políticos tienen , subyacen nuevas voces representadas en jóvenes, líderes juveniles, algunos medios de comunicación independientes y entes de veeduría y control social que pretenden con sus intervenciones visibilizar la situación y enviar un mensaje claro y contundente a los mandatarios de turno para que estos actúen de acuerdo al tamaño de la problemática que se está viviendo actualmente. El mensaje que estos pretenden trasmitir hace en gran parte énfasis a la necesidad de que los que dirigen la ciudad recapaciten , tomen decisiones de fondo y adelanten acciones reales para mitigar el pánico generalizado que está viviendo la comunidad. Pero también esperan que se hagan inversiones sociales para que las oportunidades lleguen a los jóvenes y a los más vulnerables de la sociedad quibdoseña.
Todo se vuelve tan evidente cuando se les pregunta a algunos jóvenes sobre lo que ellos creen que se necesita en la ciudad de Quibdó para salir del subdesarrollo y ellos responden: “combatir la pobreza, cero corrupción, más sensibilidad social de los políticos y administradores del erario”.
¡Ellos quieren ver el progreso en la región, sueñan con vivir sin incertidumbre, sin miedo, recobrar la confianza, la esperanza y el positivismo, pero principalmente desean que al pueblo no se le deje a su propia suerte, será mucho pedir?