Dentro de unos meses se realizarán las elecciones regionales y locales en Colombia. Las condiciones tanto económicas como sociales nos llevan a pensar, a propósito de este proceso, que es una buena oportunidad para dar luz y llamar la atención frente a la competitividad de cada una de las regiones del país.
El estudio de la competitividad en cada uno de los departamentos no da espera, sobre todo cuando se analizan las diferentes propuestas de reformas por parte del nuevo Gobierno, como las de salud, pensión, justicia, laboral, entre otras, y en paralelo se está construyendo el Plan Nacional de Desarrollo. No se nos puede olvidar cómo el análisis de competitividad es finalmente lo que nos permite plantear los desafíos de política pública en Colombia, basados en nuestros conocimientos, ventajas comparativas y competitivas, así como el talento humano, siempre encaminados a lograr un mayor bienestar para todos.
La Universidad del Rosario y el Consejo Privado de Competitividad presentan anualmente al país el Índice Departamental de Competitividad y el Índice de Competitividad de Ciudades, los cuales permiten identificar las brechas y establecer rutas de trabajo basadas en información, estadísticas y datos confiables.
Comparto tres consideraciones para la competitividad que se deberían tener en cuenta para las elecciones regionales de 2023:
1. La estrategia de cada región debe obedecer, sin duda, a la vocación de cada una de ellas y a su realidad. Si bien es cierto que todos quisiéramos lograr unos resultados en el corto plazo, se debe recordar que los tiempos de cada región son diferentes y, finalmente, su impacto es de largo plazo, siempre acorde con el contexto regional único e irrepetible.
2. En medio de la polarización, diferencias políticas, visiones diferentes, intereses particulares, entre otros, el análisis de competitividad une a todos los actores de las regiones gracias al análisis técnico que se presenta. Esto se evidencia aún más cuando seguimos viendo en Colombia desafíos recurrentes como la desigualdad, el desempleo, entre otros. Por tanto, la participación de la academia, el empresariado, la sociedad civil, las autoridades nacionales, regionales y locales es más que bienvenida, dado que son el único camino para generar consensos en la ruta regional.
3. El examen de la competitividad es bastante complejo y tradicionalmente se ha enfocado en los tomadores de decisiones. Sin embargo, el interés por la competitividad es cada vez más generalizado y precisamente en esta coyuntura electoral se debe hacer énfasis en su pedagogía para que este análisis sea para todos, especialmente para los jóvenes en Colombia.
Finalmente, invito a todos los líderes y equipos que pondrán sus nombres a disposición de la ciudadanía en las próximas elecciones a abordar los retos regionales con énfasis en la competitividad con un propósito loable: comprometerse a generar bienestar para toda la población colombiana, con equidad más allá de las diferencias entre partidos e ideologías.
Mis redes sociales @alejandrocheyne, rector de la Universidad del Rosario.