Tristemente no es el rasero objetivo que mide la gestión y aprobación de los mandatarios locales. Sino la interacción entre la rosca, el amiguismo, la complicidad y los intereses individuales según convenga, basados en la participación política o el «ceveyé» (cómo voy yo), incluso cuando se está en juego intereses colectivos de la sociedad, como en esta coyuntura de la  covid-19. Es una práctica que se evidencia con algunos miembros de la Asamblea Departamental del Chocó ante la llegada de un gobernador (e) que ha demostrado vocación de servicio y está trabajando para que el departamento tenga una mejor respuesta en esta pandemia, pero no es de su misma línea política, ni la del suspendido, entonces sí están atentos a cumplir su deber constitucional de hacer control político y enfrentar con vehemencia y “pulcritud” las posibles irregularidades en contratos públicos. No se les vio cuestionar ni revisar tan minuciosamente las decisiones del gobernador suspendido, que hoy es cuestionado entre otras cosas, por la no entrega de donaciones al personal de la salud y a la población vulnerable que hoy aguanta hambre. Años atrás, tampoco se les vio mucho interés por cuestionar la administración saliente, la cual brilló por su ausencia, falta de gestión, investigaciones abiertas por posibles irregularidades, precaria ejecución en la más alta inversión de la historia del departamento en recursos del Sistema General de Regalías, entre otras. Para entonces, nadie salió a exigir que se aplicase todo el peso de la ley. Ni hubo intenciones de hacer visible “el malestar” por la posible pérdida de recursos públicos, ni tampoco se imponía la obligación de acatar las decisiones judiciales, cualquiera que fueran. Ni mucho menos se invocó un paro cívico como mecanismo de “soluciones pacíficas de los problemas estructurales del departamento a causa de las malas administraciones locales”. En esos tiempos, nadie habló de tomarse la gobernación, como sí ocurrió el pasado 16 de junio, cuando un grupo de personas que no representan las voces de los chocoanos, bloquearon las instalaciones de la gobernación del Chocó, pidiendo la salida del gobernador (e), protestando por la intervención de la Superintendencia Nacional de Salud al quebrado Hospital Departamental San Francisco de Asís. Exigiendo que todo “vuelva a la normalidad” con la elección de un nuevo gobernador (e) de la terna que ya enviaron al presidente Iván Duque o con el regreso del suspendido gobernador. ¿Será que este grupo de personas, representan un puñado de politiqueros incómodos porque el poder no está en sus manos en este momento, reclamando que los mismos de siempre vuelvan a desangrar el departamento?, ante la imputación y solicitud de medida contra el suspendido gobernador por parte de la Fiscalía, por; “incurrimiento en contrato sin cumplimiento de requisitos e interés indebido en celebración de contratos, tentativa de peculado y lavado de activos”, ¿estas personas saldrán a protestar y a bloquear para reprochar estos actos de corrupción y exigir líderes honestos y trabajadores por el bienestar social del pueblo chocoano? Para unas cosas sí, pero para otras no. ¡Tremenda moral! Quizá exagero al generalizar que nadie hizo ni dijo nada. Veo una nueva generación de chocoanos que se está formando para poner estos temas estructurales sobre la mesa, dispuestos a fortalecer los mecanismos de veeduría ciudadana, trabajar con amor por nuestra región y percibo una opinión pública cada vez más informada, preocupada por el futuro del Chocó y dispuesta a no permitir que los politiqueros de doble moral sigan devorándose lo poco que queda. Es tiempo de estar unidos como sociedad, acompañar al gobernador (e) para que siga haciendo bien su labor. Trabajar juntos hacia una misma dirección, con un objetivo común: salvar vidas y demostrarnos a nosotros mismos y al mundo que los chocoanos sí podemos. Twitter: LeynerMosquera