A lo largo de la historia de nuestro país, ha sido evidente el fracaso en la lucha contra los cultivos ilícitos, especialmente en relación a la hoja de coca. Hoy en día, nos enfrentamos a las consecuencias de estas cifras alarmantes de siembra y producción de materia prima para la cocaína.

Sin embargo, es importante señalar que el consumo de cocaína ha disminuido considerablemente debido al auge de las drogas sintéticas, como el fentanilo y el éxtasis, producidas en países asiáticos. La realidad es que esta batalla contra el narcotráfico se ha perdido en Colombia y no parece posible ganarla en las condiciones actuales.

Ante esta situación, debemos cuestionarnos si el Gobierno debería continuar con políticas fallidas para erradicar el cultivo de hoja de coca como materia prima para narcóticos, con el perjuicio que esto conlleva para las comunidades que dependen de su cultivo. ¿O debería el Gobierno, que ha mostrado apertura hacia nuevas alternativas, considerar el uso de la hoja de coca en la producción de numerosos productos legales?

Si respondemos afirmativamente a la última pregunta, el camino a seguir implica encontrar alternativas que solucionen la problemática actual y ofrezcan a Colombia una gran oportunidad de diversificar su oferta exportable, sin que se repita el caso del cannabis medicinal, que se perdió en el pasado.

Un ejemplo importante de producción de extracto de hoja de coca para la fabricación de productos legales lo encontramos en Perú. La Empresa Nacional de Coca (Enaco), creada con la aprobación del Departamento de Estado y la DEA, vende cientos de toneladas de hoja de coca a laboratorios como Stepan Company, que utiliza el subproducto en la elaboración de productos farmacéuticos y como anestésico local. Esta empresa, con sede en Nueva Jersey, cuenta con licencias y está registrada en el Registro Federal de Estados Unidos. Además, la hoja de coca se usa en la producción de una conocida cola negra, sin restricciones por no contener alucinógenos.

Ahora centrémonos en el caso concreto de Colombia, donde ya se están realizando pruebas con comunidades indígenas del Cauca. Estas comunidades, como los Nasa de las reservas Calderas, Cohetando y Togoima, han adquirido tecnología y patentes para el procesamiento de la hoja de coca sin sustancias alucinógenas, incluso, contando con asesorías y colaboraciones de científicos de la India, Holanda y Canadá que ya están acá trabajando en Colombia.

Trabajando bajo las debidas autorizaciones, están produciendo una variedad de productos a partir de la hoja de coca, que serán comercializados por empresas propiedad de las comunidades indígenas y campesinas. Estos productos incluyen fertilizantes, bebidas energéticas y productos medicinales. Además, ya tienen aseguradas órdenes de compra para su exportación, lo que les proporcionará ingresos superiores a los que reciben por la venta de hoja de coca a las organizaciones narcotraficantes.

Con estas decisiones, los programas de sustitución y erradicación de cultivos ilícitos pasarán a ser políticas del pasado y se abrirán nuevas oportunidades basadas en materias primas legales, como se mencionó anteriormente. Estos productos también tendrán un mercado interno como materia prima para la producción de fertilizantes, tan necesarios para el desarrollo productivo del campo colombiano.

La base legal para la producción y exportación de hoja de coca sin alcaloides se encuentra en legislaciones de organizaciones multilaterales, que permiten la importación de cantidades mínimas necesarias para fines médicos y científicos, según lo establece la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961. Esta convención establece “disposiciones adicionales sobre la hoja de coca”, que permiten a los países suscriptores “usar la coca para la preparación de un agente saborizante que no contenga ningún alcaloide, así como producir, importar, exportar, comerciar y poseer dichas hojas”.

Para que esta posibilidad se concrete en Colombia, nuestra legislación actual y las regulaciones establecidas por el ICA, el Invima y el Ministerio de Justicia deben complementarse con normativas adicionales y atribuciones especiales, en el marco de las leyes de ‘paz total’ y el Plan de Desarrollo. Esto permitirá que el presidente actual, junto con su equipo, garantice la utilización y explotación de la hoja de coca como materia prima para productos específicos de origen legal.

Actualmente, uno de los obstáculos principales para implementar esta política de manera efectiva es la obtención de los permisos necesarios para el transporte de la materia prima, ya que las autoridades policiales lo prohíben debido a su asociación con productos ilegales relacionados con el tráfico de estupefacientes.

En el caso concreto de Colombia hay proyectos listos para entrar en fase de producción y en muchos de ellos ya se están realizando pruebas para su comercialización. Sin embargo, falta mucho por hacer y debe haber mucha voluntad gubernamental para sacarlos adelante.

Es crucial agilizar los permisos correspondientes, ya que de ello depende en gran medida el éxito de las políticas de cambio propuestas por el Gobierno, en beneficio de todos los colombianos, pero especialmente de las regiones que históricamente han sido afectadas por las organizaciones delictivas dedicadas a la producción de cocaína. Estas decisiones deben evitarse para no repetir la oportunidad perdida con el cannabis medicinal durante el gobierno anterior.

Presidente Petro, usted tiene la oportunidad de convertir a los campesinos y comunidades indígenas en productores de una nueva alternativa de ingresos, alejados del narcotráfico y dentro del marco de la legalidad. Esto es una prioridad en su política de cambio. Por eso, la hoja de coca representa una oportunidad para Colombia.

jorgeevelezg@hotmail.com