Zarán, médico indígena en su pueblo arhuaco; Minolis, emprendedora en los Montes de María; Diego, desde el Foro Económico Mundial en Ginebra; Guillermo, con su proyecto de salud en Ciudad de México; María Alejandra, apasionada por las relaciones internacionales; y Eduardo, referente de arbitraje internacional en París, tienen mucho en común: son egresados de nuestra Universidad del Rosario que, con su formación humanista y su dedicación profesional, han orientado su proyecto de vida a impactar positivamente a la sociedad.
Los egresados, sin duda, son el reflejo del sello distintivo de cada universidad, el cual se plasma en su proyecto educativo institucional. En este se integran los conocimientos, las experiencias previas, la vida universitaria y, muy especialmente, los valores que orientan la formación integral de personas comprometidas con el bien común.
¿Es adecuado el diálogo entre las universidades y sus egresados? En mi opinión, aunque es importante, resulta insuficiente para enfrentar los desafíos que tiene Colombia. Por tanto, se requiere de una política más audaz y de estrategias innovadoras para fortalecerlo. A continuación, presento algunas consideraciones al respecto:
La estrategia de relacionamiento con los egresados debe empezar desde el primer semestre en la universidad, es decir, desde el momento en que ingresan y no al final del programa académico. El encuentro debe ser permanente y durante sus estudios debe haber un acompañamiento de la universidad a su proyecto de vida, su empleabilidad y/o propuesta emprendedora. Esto determinará qué tan estrecha será su relación futura con la universidad.
Los egresados respaldan los proyectos estratégicos de las universidades, especialmente aquellos que tienen un componente de solidaridad y apoyo a quienes más lo necesitan. Un ejemplo notable, que siempre recuerdo con cariño, es la iniciativa en la que nuestros egresados recolectaron 8.000 millones de pesos en tan solo seis semanas para realizar pruebas PCR gratuitas en todas las regiones del país durante la pandemia. Asimismo, destaco el generoso programa de becas patrocinado por nuestros egresados, que impulsa el sueño de una educación de alta calidad para todos.
Otra gran contribución de los egresados es desde su papel como tutores, mentores y testimonio para los jóvenes en formación. Los estudiantes admiran y aprenden de las experiencias de los egresados en la sociedad y se sienten motivados a seguir sus pasos.
Asimismo, los egresados son una fuente de retroalimentación para las universidades, que pueden evaluar el impacto de su proyecto educativo en la sociedad y medir la satisfacción de sus graduados. Los egresados también ayudan a identificar la brecha entre la formación recibida y las expectativas iniciales, así como las demandas y tendencias del mercado laboral y la sociedad en general. Los egresados son el puente entre la universidad y la sociedad, y sus opiniones e inquietudes deben ser tenidas en cuenta para la toma de decisiones estratégicas.
Los egresados quieren volver a su alma mater. Lo hacen en su proceso de formación continua posgradual para cerrar brechas laborales, desarrollar proyectos de emprendimiento, desempeñarse como profesores, gestores de proyectos en la universidad, miembros de redes académicas o de bienestar, y muchos regresan con un propósito que considero muy significativo: asegurarse de que sus hijos puedan obtener una formación como la que ellos recibieron.
Es muy importante para las universidades conocer las experiencias, buenas prácticas nacionales e internacionales y oportunidades de mejora de otras universidades en el relacionamiento con sus egresados. El Council for Advancement and Support of Education (CASE), liderado por Sue Cunningham, reconocida a nivel mundial en el ámbito del relacionamiento, ofrece un marco de referencia del cual las instituciones pueden obtener información valiosa.
Sin embargo, el relacionamiento con los egresados no está exento de dificultades. Entre ellas se encuentran la actualización de las bases de datos, la escasez de recursos cada vez más frecuente en las universidades y la conformación de un equipo especializado dedicado al desarrollo de esta relación, que solo se construye con la práctica y la experiencia institucional a lo largo de los años. Lo más importante es contar con el compromiso institucional de la universidad y aprovechar la incorporación de las TIC para desarrollar una estrategia pertinente y diferenciada que responda a las necesidades particulares de cada facultad.
Finalmente, lo que se necesita es un diálogo auténtico y de aprendizaje mutuo entre los egresados y la universidad. Juntos, unidos bajo el lema “nova et vetera” (lo nuevo y lo antiguo) para generar bienestar a la sociedad, de manera que podamos mantener como universidades la tradición y esencia que nos caracteriza, al tiempo que fomentamos la innovación gracias al aporte de nuestros egresados.