Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, no es un ilegal paramilitar. Tampoco es un narcotraficante confeso. Son acusaciones sin fundamento hechas por autoridades colombianas y estadounidenses. Lo dice su hijo Jorge Rodrigo Tovar, hoy recién designado director del equipo de víctimas del Ministerio del Interior. En tuit de julio de 2017, dijo: “Mi papá, prisionero político en Estados Unidos, lleva 9 años preso en ese país y no le han mostrado una sola prueba en su contra”. Jorge 40 insiste en que no es culpable y merece una calle de honor en Valledupar. Que gracias a él la guerrilla fue derrotada en el Cesar.
Infortunadamente, a Jorge 40 no le creen. Gracias a procesos de Justicia y Paz, los testimonios de hombres del bloque Norte que él dirigió pintan un escenario muy diferente. Se estima que más de 30.000 colombianos fueron victimizados por Jorge 40 y sus cómplices. Hubo 333 masacres en la región Caribe, dejando miles de desplazados y desaparecidos, violencia sexual al por mayor, y 4.000 niños y niñas reclutas. Una verdadera pesadilla. De los jefes paramilitares, Jorge 40 se destaca por su silencio y por defender lo indefendible. No es un ejemplo de confesión; con él no hay contrición. A Jorge 40 le ofrecieron el bloque Norte en 1999. En siete años logró dominar varios departamentos y apropiarse del recaudo de impuestos, de licitaciones y contrataciones.
Fue el hombre de la costa. Se le recuerda, especialmente, por las masacres de El Salado en 2000, en Puerto Nuevo también ese año y de bahía Portete en La Guajira en 2004. Era un jefe militar sin remordimientos. En 2000, ordenó la captura y asesinato de un equipo del Cuerpo Técnico de Investigación de la Fiscalía. Murió un amigo de infancia de Jorge 40. “Estaba en el lugar equivocado en la situación equivocada”, dijo Tovar Pupo. Fue condenado a 26 años de cárcel. En el famoso computador de su lugarteniente –hecho público por SEMANA en septiembre de 2006–, hay más de una veintena de homicidios cometidos entre 2004 y 2005 en el departamento del Atlántico. Buscaba “limpiar” a los dirigentes sindicalistas y otros “comunistas”. Entre ellos cayó el profesor Alfredo Rafael Francisco Correa de Andréis, en septiembre de 2004. Manejó a dedo lo que se conoció como parapolítica, la incursión de las autodefensas en política. Hay mucho que contar. Pero niega todo. Jorge 40 prefiere el misterio de su accionar, como su nombre. Según Alonso Sánchez Baute, el número es referencia bíblica a los 40 días que duró el diluvio y a los que estuvo Jesús en el desierto tentado por el diablo. Cosa seria.
De los jefes paramilitares, Jorge 40 se destaca por su silencio y por defender lo indefendible. No es un ejemplo de confesión; con él no hay contrición. En su opinión, actuó correctamente y fue el Gobierno de Álvaro Uribe Vélez que lo traicionó al extraditarlo. Es difícil pensar que el nombramiento de su hijo en el Ministerio del Interior sea un mensaje de paz. Se equivoca, de manera grande, la ministra Alicia Arango. “Es increíble que no seamos capaces de darle oportunidad a quien no ha cometido delitos. El día que él no cumpla o cometa algún delito se tiene que ir. Pero mientras tanto no se va a ir, porque él no tiene ningún problema con la justicia, por un lado, y, por el otro, porque cumple con sus funciones a cabalidad. Es una persona absolutamente abierta a todos los escenarios de reconciliación en este país”, expresó la ministra Arango. “Tampoco tiene la culpa que su papá se hubiera equivocado –dijo Arango–. El tema no es porque sea Jorge Tovar, la cosa es porque son inocentes, que no tienen por qué llevar durante toda su vida una carga que no le pertenece”.
Y agregó: “A mí me duele tremendamente que juzguen a una persona sin conocerla, que se juzgue por el hecho de ser hijo de equis persona, eso no puede ser, eso no es justicia, eso no es paz ni reconciliación”, dijo Arango. Jorge Rodrigo Tovar se ratificó en el puesto. Arango dice que no se va. Un escándalo innecesario para el Gobierno. Por obvias razones, la oposición no cree en la buena fe, sino en una provocación. El expresidente Andrés Pastrana Arango lo dijo en un tuit: “Desafortunadamente personajes como este, por razón de sus relaciones de sangre, ponen en entredicho los principios y la moral de nuestra coalición. No podemos untarnos de Jorge 40, señor Presidente @Ivanduque”. Pastrana tiene la razón.