n este momento hay aproximadamente 1,2 millones de venezolanos en Colombia. Desde el año pasado, análisis de gobiernos y medios serios han advertido de la posibilidad de que la crisis humanitaria venezolana se convierta en algo peor que lo ocurrido en Siria y destacan que Colombia llevaría la peor parte en esto. Comparar con Siria es válido porque es un fenómeno que ha puesto en una situación difícil a la Unión Europea, que como organización económica es la segunda economía más grande del planeta. Pensar en que Colombia tenga que afrontar algo aún más grande, parece no preocuparle a quienes atacan al presidente Iván Duque por su participación en presionar una solución a la crisis en el país vecino. Con el facilismo de la oposición ciega, obtusa y en casos inculta, le reprochan al presidente que haya niños muriendo en Colombia mientras él se preocupa por lo que pasa en Venezuela. No hay que extenderse explicando que su preocupación por una cosa no implica desentendimiento de la otra, pero sí hay que resaltar que esos opositores oportunistas no se preguntan cuántos niños –venezolanos y colombianos-, morirán el día que siete u ocho millones de venezolanos busquen refugio en Colombia. Mal que bien Colombia ha podido absorber la oleada de refugiados que ha llegado hasta ahora, pero ya se ve un impacto negativo en el sistema de salud, las cifras de desempleo y la situación de mendicidad en ciudades grandes e intermedias. Hace unos días, el Proyecto Migración Venezuela de SEMANA publicaba cómo el 37% de los venezolanos planea quedarse y el 55% planea regresar "pero cuando la situación mejore". Esas cifras cambiarán en la medida en que la situación empeore –como con el reciente apagón- y cuando empiecen a entender la dimensión de la catástrofe y el tiempo que tomará que "la situación mejore". El colapso de la Unión Soviética representó una caída de 37% de la economía grupal. Ucrania se contrajo el 51% y en promedio tomó 12 años a las antiguas repúblicas soviéticas regresar a los niveles anteriores a la crisis. De acuerdo al Financial Times de hace unas semanas, Venezuela ya se ha contraído el 54% desde 2013, y algunos analistas dicen que esta cifra es muy conservadora. Teniendo en cuenta lo anterior, y el hecho de que Venezuela aún no ha tocado fondo, pasarían 15-20 años para que Venezuela se recupere a los niveles de 2013. ¿Las políticas públicas colombianas con respecto a esta población están ajustadas a esos tiempos? La asimilación de la población venezolana en Colombia no pasa solo por el mercado laboral y el sistema de salud. Hay variables sociales y políticas que generan preguntas que tanto colombianos como venezolanos en Colombia se deben hacer. Una, difícil y delicada, pero que agita a algunos venezolanos, es si Colombia debe tratar de la misma manera a quienes votaron por Chávez y Maduro y se beneficiaron la feria de la riqueza y a quienes se opusieron a la aventura socialista. Esto está ligado a debates filosóficos y éticos acerca de la responsabilidad del elector, pero más allá de ello es una realidad el que para el ser humano promedio no es lo mismo quien ayuda a incendiar la casa que quien sale corriendo de ella. Sí, hay muchas variables, como la cultura política y la educación de los votantes, el chantaje del régimen con los subsidios y la carnetización de los miembros del partido y otras más. Sin embargo, la pregunta y el debate subsisten porque los recursos en Colombia son limitados y en algún momento va a ser necesario priorizar por edad, por situación económica, por sexo, por nivel educativo y quién sabe por qué otra variable. Será que es válido preguntar "...y...¿en dónde estaba usted cuando se votó por Chávez y Maduro?". De la misma manera, ¿estamos preparados para el momento en que dos o tres millones de venezolanos sean también legalmente colombianos? Esto tendrá un efecto en la política local y nacional. Si para entonces la dictadura no ha caído todavía, esa población puede ser objeto de manipulación o uso directo por parte de Venezuela para influir en nuestros procesos electorales. Y no hablemos de lo tentador que va a ser para algunos políticos colombianos jugar con ese caudal electoral. ¿Es acaso ridículo pensar en el riesgo para la seguridad nacional que implica un populismo colombiano financiado y coordinado por Venezuela y con acceso a 700.000-900.000 votos de control directo? No se olvide cómo el régimen se dedicó a legalizar colombianos para afectar las elecciones en Venezuela, así que tienen claro el potencial de esa jugada como la experiencia para implementarla en Colombia. Hay mucha preguntas más que hay que debatir y el Estado tendrá que responder, pero lo cierto es que ya Colombia se embarcó en una aventura con la paz a cualquier costo, ¿Ahora vamos en camino a ayuda humanitaria a cualquier costo? Así como a muchos ya no les gustó tanto "la paz" cuando entendieron lo que implicaba y lo que costaba, "ayudar" tiene un costo y exige responsabilidades sociales, económicas y políticas, y el país ni está hablando de ellas ni está pensando en que son para los próximos 20 años.