Iván Velásquez nos dejó esta semana una inequívoca señal de debilidad que marca un derrotero peligroso: la humillante decisión de no atreverse a celebrar otro de esos inútiles consejos de seguridad en Tibú y trasladarlo a Cúcuta.
Igual de degradante que ofrecer 250 millones de recompensa para saber quién puso la bomba que mató a dos policías y una mujer que pasaba en moto, cuando ese municipio es sede de la Fuerza de Tarea Vulcano y debería bastar con la inteligencia castrense.
Como el ELN sacó este viernes un comunicado vomitivo, adjudicándose la acción como si fuese legítimo asesinar colombianos, el país se ahorra esa plata.
Y si nos vamos hacia el sur y al ministro de Defensa le cuentan que en Puerto Amor, corazón del antiguo reino del Paisa en Caquetá, las Farc de Iván Mordisco se están matando con las Farc de Iván Márquez, ¿ideará algo o no tiene tiempo para problemas de orden público?
De pronto se le ocurre citar a un general para enterarse mejor, aunque luego lo deje esperando horas o días antes de recibirlo. Tal vez le angustie que le presenten un plan ofensivo y se le note el desconcierto ante cuestiones que sigue sin entender.
Me lo imagino observando de reojo al oficial, pensando cómo diablos realizan un operativo contra las huestes de Mordisco en Caquetá, si existe el riesgo de que los soldados causen un “daño colateral” a los de Márquez. ¿Para dónde ordena disparar? ¿Qué tal que le den al que no es?
“Qué confusión, Dios mío”, murmurará entre dientes el señor ministro.
Peor será si ese militar pregunta por la misión en la vecina Balsillas, que es Huila, escenario del mismo enfrentamiento entre las citadas bandas criminales. En ese pueblo de tierras fértiles rige el supuesto silencio de los fusiles para todos, aunque ninguna de las dos Farc lo respeta, solo el Ejército tiene las manos atadas (lo de “bandas criminales” es de mi cosecha. Los oficiales les llaman GAO, eufemismo que inventó Santos para ocultar la persistente criminalidad de las Farc).
También podíamos hacer la prueba de informarle al comisionado de Paz que en Arauca están denunciando que el ELN apoya al exalcalde de Arauquita, Renson de Jesús Martínez, para la gobernación y no permitirán a los demás candidatos hacer campaña por todo el departamento. ¿Dirá algo Otty Patiño en la mesa de negociación o volverá a arrodillarse ante sus amigos terroristas, como hizo con el reclutamiento de niños en Antioquia?
Supongo que tampoco le importará que alias el Profesor haya salido de la cárcel sin asomo de arrepentimiento porque vuelve a liderar el ala política (es decir, señalar para matar y amenazar a quienes no los respalden) del frente Domingo Laín del ELN.
Más ventajas para los bandidos en las erráticas mesas de negociación.
Sé que resulta aburridor criticar de nuevo a la pareja de marras. Si no fuese porque el cúmulo de sus errores cuestan vidas, no dejarían de ser dos ineptos en el Gobierno y no merecerían mayor atención. Y no hay esperanza de un cambio de rumbo. Creerán que su función consiste en estar ocupados haciendo cosas, así ninguna le sirva a Colombia.
En estos nueve meses, Danilo Rueda ha quemado demasiadas naves, los matones le midieron el aceite y adivinaron sus nulas competencias para el cargo. No cierra nada con ningún grupo criminal y abre diálogos con otros más. No es consciente de su falta de liderazgo y de equipos solventes, de una hoja de ruta consistente y realista, y de protocolos de verificación creíbles.
Se le notan demasiado las ganas de sellar lo que sea para presentar algún avance y abarca tantos frentes que no profundiza ninguno.
Un día habla con los bandidos de Buenaventura y cree que los llevó a su terreno porque dejaron de matar unos días. Como es tan inexperto, sigue convencido de que será suficiente tener de su lado a los jefes de los Chotas y los Espartanos, y no tiene un plan para evitar que los mandos medios ocupen después su lugar. ¿Creen qué aceptarán esa Ley de sometimiento, que no ofrece a los de segundo nivel nada atractivo?
Igual ocurre en Medellín. El comisionado pensará que, a cambio de gabelas para los grandes capos presos con condenas largas, cerrarán la Oficina de Envigado. Que ningún criminal que esté libre querrá hacerse con el control de la lucrativa y poderosa entidad, clave para la mafia.
Lo único que tenemos nítido, aunque esos dos personajes no quieran reconocerlo, es que las cúpulas de los grupos armados no controlan la totalidad de sus tropas, que la paz total es un fiel reflejo del caótico Gobierno Petro y que seguiremos sumidos en la violencia.
También les queda grande abordar la inseguridad en algunos feudos petristas. Exige la Defensoría del Pueblo que las FF. MM. protejan a la población civil en zonas rojas del Cauca, Norte de Santander o el Meta, por poner tres casos. Pero en Argelia, en Cachicamo, en El Tarra, en Corinto y en varios más, indígenas y cocaleros sacan al Ejército a las patadas.
¿Se le ocurre algo al ministro para ellos?