Desde una playa en Tailandia, Honolulu o las Islas Canarias, un joven con un maletín equipado con un computador portátil, auriculares, disco duro externo, cargador portátil, hotspot y su música favorita se conecta de forma remota con su trabajo o emprendimiento. Su decisión de habitar temporalmente en lugares diferentes obedece a la búsqueda de un equilibrio entre su trabajo y su proyecto de vida, teniendo así la posibilidad de fortalecer su creatividad, vivir nuevas experiencias y lograr mayor bienestar.

Este joven es un nómada digital, una persona que usa las herramientas tecnológicas para trabajar desde cualquier lugar del mundo, y como él, muchos jóvenes anhelan una libertad no solo geográfica, sino también estructuras flexibles y justas en el mercado laboral: prefieren trabajar por objetivos y no por horarios, buscan reducir el estrés y quieren explorar nuevos escenarios, formas y colores para desarrollar su proyecto de vida con más autonomía y, especialmente, poder invertir tiempo en sí mismos.

Los nómadas digitales tienen la fortuna de poder ser freelancers, emprendedores o empleados desde cualquier lugar del mundo, sin embargo, enfrentan algunos desafíos como el acceso a la atención en salud, la conectividad, la vivienda, la falta de un grupo de amigos o una red de apoyo emocional y el manejo de horarios cruzados al trabajar en diferentes regiones. De hecho, los cafés se han convertido en su oficina y su vivienda puede ser desde un hotel hasta una furgoneta equipada con lo necesario para vivir (vanlife).

A pesar de estos retos, cada vez son más los países que ofrecen facilidades para atraer a los nómadas digitales. Un buen ejemplo son las políticas migratorias flexibles, como las que han implementado Australia, Costa Rica o Grecia. Estos países han creado visas especiales que les permiten residir y trabajar legalmente en su territorio por un periodo determinado.

También hay ciudades con excelente clima, precios de vivienda relativamente bajos, ecosistemas de innovación y atractivos turísticos que se posicionan como opciones favorables. Tal es el caso de ciudades colombianas como Medellín, Cartagena y Santa Marta que, según Airbnb, se encuentran dentro de los destinos latinoamericanos preferidos por los nómadas digitales.

La visa para nómadas digitales se implementó en Colombia desde el año pasado, y de acuerdo con datos del Ministerio de Relaciones Exteriores, se han expedido 376 visas entre octubre de 2022 y abril de 2023. En cuanto a los colombianos que optan por este estilo de vida, un estudio de WeWork y Michael Page revela que el 23% de los millennials son o han sido nómadas digitales.

¿Es la vida nómada digital, una moda pasajera o una megatendencia que ha llegado para quedarse entre los jóvenes que buscan nuevos proyectos de vida? Lo cierto es que la pandemia ha acelerado la digitalización y ha demostrado que el trabajo remoto es posible y beneficioso para muchas personas.

En cualquier caso, mi recomendación es que todas las personas que sientan algún interés por este estilo de vida lo intenten al menos de forma temporal, con la seguridad de fortalecer su proyecto de vida con 5 beneficios: desapegarse de sus bienes físicos temporales propios de la vida sedentaria, relacionarse a nivel internacional con personas de diferentes culturas, aprender a pensar en sí mismos, cuidarse y dedicarse tiempo, atreverse a desafiar su propio statu quo y, lo más importante, desarrollar un pensamiento más flexible frente a los desafíos de la hipermodernidad.

El nomadismo digital es más que una simple elección laboral: es un mensaje pedagógico de las nuevas generaciones que nos invitan a reflexionar sobre cómo queremos desarrollar nuestro proyecto de vida y de qué manera podemos contribuir a la sociedad desde cualquier lugar en el mundo. Nos animan a aprovechar las oportunidades que brinda la tecnología para aprender, crear y colaborar, y con su ejemplo nos retan a salir de nuestra zona de confort y a enfrentar los desafíos con mentalidad adaptable, creatividad y resiliencia.