En los últimos días se han presentado varios homicidios contra miembros de comunidades indígenas en el Cauca. El sábado pasado se dio un combate entre un grupo armado ilegal y miembros del ejército; y al sur, principalmente en el municipio de Argelia, se han presentado varios homicidios selectivos. Pareciera que el Cauca se está incendiando de nuevo. La pregunta es qué es lo que pasa. La respuesta es compleja. El departamento del Cauca vive tres guerras diferentes. Por un lado, la confrontación más grande sucede al norte del departamento. En general se puede hablar de tres factores que hoy definen la situación de seguridad: (i) Llegaron nuevas Estructuras Armadas Ilegales a disputarse el control territorial como el ELN con el Frente José María Becerra, el cual viene subiendo desde el municipio de El Tambo. Una estructura que se hace llamar EPL llegó a la zona. Habría sido enviada desde el Catatumbo, su nombre es EPL Frente Suroccidental Andrey Peñaranda Ramírez. Ambas estructuras armadas han querido demostrar su capacidad bélica a través de un repertorio de acción caracterizado por hostigamientos, pero también dirigido hacia las comunidades que se resisten al control social y territorial. (ii) El surgimiento de grupos posFarc que con el tiempo se han agrupado en lo que hoy se autodenomina Nuevo Sexto o Frente Sexto, Frente 30, y las columnas móviles Miller Perdomo, Jaime Martínez, Dagoberto Ramos y Jacobo Arenas, que entraron en la confrontación armada. Se cree que estas estructuras podrían estar compuestas por cerca de 200 hombres. (iii) Confrontación de estos tres grupos contra la fuerza pública. La segunda guerra se vive al sur del Cauca, particularmente en los municipios de Argelia, Balboa y Bolívar. Allí, el dominio era de las extintas Farc, eran amos y señores. Una vez sucede la dejación de armas, el Estado nunca llegó y se produjeron dos fenómenos. Por un lado, durante los primeros meses de 2017, las comunidades debieron reorganizarse para generar una especie de autogobierno, pues nunca llegó ninguna institución del Estado. Por otro lado, desde mediados de 2017 comenzaron a expandirse varias organizaciones criminales y grupos armados ilegales. El ELN desde el corregimiento de La Emboscada en Argelia y grupos posFarc desde el departamento de Nariño. Esta zona concentra una gran cantidad de sembradíos de hoja de coca, hay corregimientos en Argelia que solo tienen coca sembrada. Por tanto, es muy apetecida por grupos armados ilegales y organizaciones criminales. Allí se vive una verdadera batalla, pero es silenciosa, ya que la violencia tiende a ser selectiva y no masiva. Una tercera guerra se vive en el Pacífico caucano y se debe decir que lo que ocurre allí es una verdadera transformación de la criminalidad en el país. Además de la llegada de grupos posFarc desde el Pacífico nariñense, o la llegada del Clan del Golfo o del ELN, se ha producido un proceso que podría asemejarse a un centro comercial con muchos locales. En lo fundamental, las playas y zonas de salida de droga han sido franquiciadas, entregadas por pedazos a narcos de todo tipo, incluidos emisarios mexicanos, que tienen guardias pretorianas o ejércitos privados ilegales compuestos de colombianos. Varias de estas pequeñas estructuras se hacen llamar mexicanos y con eso causan un impacto impresionante en la población. Es algo así, como si lo que se estuviera viviendo en el Pacífico nariñense y caucano fuera la zona de experimentación criminal que se está exportando a otras zonas del país. En fin, se podría concluir que luego de casi tres años desde la firma del acuerdo de paz y un año desde la posesión del presidente Duque, de los casi 300 municipios de los poco más de 1100 que tiene el país, que fueron priorizados para el posconflicto, hay un grupo de casi 200 donde las cosas han mejorado y la situación de violencia se ha superado y hay otro grupo de poco más de 100 donde el posconflicto se perdió y habrá que esperar otros años para salir de la nueva ola de violencia.