El debate sobre la venta de la participación remanente de EPM en TIGO-UNE está que arde en Medellín. Lo que debería ser una discusión sensata en el Concejo de la ciudad se ha transformado en una cocina de argumentos impulsada en gran parte por el alcalde Daniel Quintero, que ha desinformado en su discurso y en redes sociales con el fin de hacerse a más recursos para su gobierno, a un año de las elecciones por el cargo que ocupa.
Al inicio de su carrera, sin acceso al presupuesto de Medellín, las posturas de Quintero no generaban una discusión profunda. Pero hoy, con el poder otorgado por los dineros públicos, ha logrado que personas desinformadas crean sus afirmaciones temerarias. No por nada, el concejal Luis Bernardo Vélez denunció en julio de este año que “la Alcaldía convirtió a Telemedellín en una caja menor y una herramienta de propaganda política”, entre otras, al contratar asesores de imagen por $ 799.828.000 para beneficio personal.
El Concejo de Medellín se ha negado a aprobarle la venta del remanente de EPM en TIGO UNE, principalmente porque el alcalde no genera confianza. Su imperante necesidad de tener razón donde no la tiene, generan en el cabildo y en los antioqueños la duda sobre cómo actuaría en caso de que su administración reciba recursos por una eventual venta de la participación en TIGO UNE.
Recordemos que Quintero ha incurrido en repetidos ataques a la imagen de TIGO UNE, como si el municipio no fuera dueño del 50 % de sus acciones, únicamente para justificar sus vendettas políticas. He aquí la evidencia:
- Nombró en la Junta Directiva de RutaN, entidad que vio sus orígenes en UNE, a un alto funcionario de Claro, el competidor más importante de TIGO UNE. Al percibir la intención del alcalde, el funcionario de Claro se negó a aceptar el nombramiento. Posteriormente, nombró y mantiene como director de RutaN al hermano del senador Mario Castaño, hoy confeso por corrupción.
- Nombró a Alejandro Calderón Chatet, quien presentaba títulos inexistentes en su hoja de vida, como auditor de TIGO UNE, cargo por medio del cual EPM ejerce vigilancia en la operadora. Al no ser recibido en TIGO UNE fue nombrado gerente de EPM, donde renunció a los cuatro días por la misma razón. Por indignación ante este nombramiento renunció un miembro de junta nombrado por EPM en TIGO UNE.
- Decidió hacer el piloto de 5G de Medellín con Claro, a pesar de que TIGO UNE, compañía donde EPM es accionista, fue el primero y más exitoso exponente en ese aspecto.
- Llegó a preacuerdos con la competencia de UNE para desplegar una red neutra de fibra óptica en Medellín. El despliegue de esta red le hubiese quitado una cantidad de usuarios importante a la operadora.
- Habló mal públicamente de UNE, su servicio y su administración, independientemente de que las mediciones de calidad de servicio siempre la ubicaron en los lugares de mayor satisfacción de los usuarios.
Quintero también denigra de la historia de TIGO UNE desacreditándola. Para él, UNE en 2014 no se fusionó con Tigo, sino que la “ferió un sinvergüenza”. Independientemente de que la fusión de TIGO UNE fue un negocio espectacular para la ciudad, el alcalde Quintero inventó una nueva realidad con respecto a la misma afirmando que:
- La transacción de fusión no fue en 2014, sino en 2015.
- La transacción fue de venta y no de fusión.
- Tigo no pagó la mitad de la plata de la transacción. Se le recuerda al alcalde que la transacción fue revisada por la Junta Directiva de UNE, la Junta Directiva de EPM, la contraloría, la personería, los tenedores de bonos de UNE, las calificadoras de riesgo Standard & Poors y Fitch Ratings, la Superintendencia Financiera, la Superintendencia de Industria y Comercio y los equipos legales de la alcaldía, EPM y UNE. Es increíble que el alcalde de una ciudad como Medellín acuse a todos estos entes de avalar un fraude, obviamente inexistente.
- La transacción de 2014 fue dolosa para Medellín. El múltiplo de la transacción fue de 8,3 veces el EBITDA, 50 % más de lo que se ha pagado por empresas comparables en Suramérica. Por otro lado, las acciones de la empresa fusionada que quedaron en poder de EPM han mantenido su valor desde 2014 a hoy, gracias a la consecución de sinergias bajo la administración de Millicom: lo dice la valoración realizada por EPM bajo Quintero. En el mismo período, las acciones de Telefónica y de ETB, empresas comparables que operan en Colombia, han caído más de 70 %.
El sábado pasado, Quintero, impulsado por ira, afirmó que al no aprobar el concejo la venta de la participación restante de EPM en TIGO UNE, el Centro Democrático es responsable de un detrimento patrimonial de tres billones de pesos. Primero, quien le negó la aprobación de venta fue el concejo, no el Centro Democrático. Segundo, la valoración de EPM de su participación en UNE es de entre 2,2 y 2.8 billones de pesos, no de tres billones. Tercero, si usted tiene un apartamento que vale 100 millones y no lo vende, ¿pierde 100 millones o sigue siendo dueño del apartamento?
Ayer lunes el alcalde, además de buscar conexiones inexistentes entre UNE y el GEA con el fin de dar un golpe de opinión, salió con una máxima que desafía toda la teoría financiera moderna: “el valor de las acciones no representa el valor de la empresa”. Con gusto, alcalde, aclaramos todos estos puntos en un debate público.
El debate sobre la venta de TIGO UNE dejó de ser un enfrentamiento de idearios políticos o de análisis de la conveniencia de proceder en ese sentido. Se trata, en el fondo, de un alcalde que no logra consolidar su credibilidad con su accionar y sigue anteponiendo sus prioridades políticas sobre las decisiones que debería tomar como estadista. El problema no es el Centro Democrático, ni del concejo, ni del GEA, ni de Federico Gutiérrez, ni de Aníbal Gaviria, ni de la transacción de 2014, ni Millicom; es él, que como mandatario, sigue actuando errante e impredecible, creando un metaverso que solo él entiende.