Es indignante lo que ha ocurrido en Cambio Radical. La dirección del partido y los parlamentarios prefirieron que Carlos Fernando Galán se apartara de la jefatura, a revocar el aval que el secretario general, Antonio Álvarez Lleras, le había otorgado a Oneida Pinto para aspirar a la Gobernación de La Guajira. El miércoles pasado en una entrevista para la radio RCN, alarmado por los avales que estaba repartiendo Cambio Radical –pensaba en el de Oneida Pinto, en el de Luis Pérez para la Gobernación de Antioquia y en el de Rosa Cotes para la Gobernación del Magdalena–, dije que Carlos Fernando Galán tendría que pensarlo muy bien y renunciar a la dirección del partido si no le permitían revisar estos avales y atender los graves cuestionamientos que tenían estas personas. Ese día varios periodistas le contaron, a su manera, a Galán, que yo había pedido su renuncia y le preguntaron si estaba dispuesto a hacerlo. Le hablaron específicamente del caso de Oneida Pinto quien ya afrontaba un escándalo nacional por su vinculación con Francisco ‘Kiko’ Gómez, preso y acusado de los más diversos delitos. Dijo que sí, y el jueves, ante la negativa del partido a reconsiderar la situación, cumplió su promesa. Para mí es un trago amargo. Galán había intentado también retirarles el aval a cinco candidatos, entre los que se encontraba Kiko Gómez, en las elecciones de 2011, debido a los informes que mi equipo de investigación había realizado. No pudo. Ya estaban inscritos y el Consejo Electoral sentenció que no se podía volver atrás. Por eso, en estas elecciones regionales, tenía la firme esperanza que Carlos Fernando Galán ayudara a depurar la política, tal como había sido su condición al momento de reasumir la jefatura de Cambio Radical. Así se lo dije en las conversaciones que tuvimos durante esta semana y sentí en él la disposición firme a darse nuevamente la pela para atajar candidaturas cuestionadas. No puedo entender cómo un partido que en las próximas elecciones presidenciales tendrá un enorme protagonismo opta por respaldar a personas cuestionadas, y obliga a renunciar a un líder nacional respetable y con gran futuro político. Oneida Pinto ha venido en estos días a Bogotá a desarrollar una intensa labor ante los medios de comunicación. Se presenta como una humilde mujer descendiente de los wayúu que se ha hecho a pulso en la política, que no tiene nada que ver con Kiko Gómez y tampoco tiene nada que esconder. Quizás su problema menor sea su vinculación histórica innegable con el exgobernador ahora preso. Toda su trayectoria ha estado vinculada al fenómeno de la parapolítica. Comenzó su carrera acompañada de su tío Sergio Hernández Pinto, quien fue concejal por el Partido Moral, Movimiento de Renovación Laboral, de Miguel Pinedo, político que fue condenado a nueve años de prisión por mantener nexos políticos y electorales con el bloque Tayrona de las AUC. Ha sido alcaldesa de Albania por mano propia en dos oportunidades y entre 2007 y 2011 a través de Yen Keller Hernández, avalado por el Partido Alas Equipo Colombia, también de la parapolítica, quien trabajó como su conductor y fue destituido e inhabilitado por 13 años por la Procuraduría General de la Nación por delitos relacionados con la firma de un contrato sin el lleno de los requisitos. Más le valía a Oneida Pinto no meterse en la búsqueda de la Gobernación y a Cambio Radical no arriesgarse a darle ese aval y desatar esa controversia con Carlos Fernando Galán. Albania es un municipio pequeño desprendido en el 2000 de Maicao, y entre 2003 y 2013, tiempo en el que el grupo político de Oneida y Kiko han tenido la Alcaldía, ha recibido más de 300.000 millones de pesos en regalías. El escrutinio de las contrataciones realizadas con esta enorme cantidad de dinero traerá sorpresas seguramente desafortunadas para la candidata y para el partido. En la Fundación Paz y Reconciliación reposa bastante información sobre este caso, y también sobre muchos casos de herederos de la política que se presentaran en estas elecciones o de nuevas fuerzas con trazas de financiación ilegal o indebida. Esta vez también haremos un gran esfuerzo por corroborar estas informaciones con trabajo de campo en las regiones y la daremos a conocer a la opinión pública, para seguir aportando nuestro granito de arena al mejoramiento de la democracia en Colombia. Pero desde esta columna quiero hacerle un llamado a los directores de los partidos para que asuman la responsabilidad de mirar con lupa los avales, y atender las inquietudes de quienes desde los medios de comunicación o desde las investigaciones académicas estamos tratando de poner un dique de contención a la vinculación entre ilegales y políticos y a la dolorosa corrupción de la vida política local y regional.