La prensa es la artillería de la libertadHans Christian AndersenAnualmente, el 3 de mayo, se celebra el día mundial de la libertad de prensa proclamado en 1993 por la ONU. La libertad de prensa, ese conjunto de garantías que debe ofrecer un Estado a sus ciudadanos para que puedan establecer medios de comunicación sin control ni censura, es además, y a mi juicio lo más importante, ese derecho que tenemos todos los seres humanos a opinar y publicar esas opiniones sin coacciones de ningún tipo, más aún en esta era de las comunicaciones y redes sociales. Como libertad no es sinónimo de libertinaje, la prensa cuenta con límites que han sido establecidos por las leyes y, ciñéndose a estas, debe garantizar no solo la información veraz y responsable sino además permitir la pluralidad de interpretaciones y reflexiones de sus columnistas de opinión. Por ende, los obstáculos que atenten contra esa libertad afectan de manera profunda la calidad de la información ya que en condiciones de peligro o zozobra, un periodista o columnista debe sopesar y cuidar cada palabra para evitar riesgos. No hay mordaza más efectiva que el miedo.Basta dar un corto paseo por los medios de comunicación o por la página Web de la Fundación para la Libertad de Prensa FLIP, para evidenciar que a pesar de la proclama de la ONU y de las medidas para prevenir las amenazas y la censura, aún abundan innumerables casos que atentan de diversas formas contra quienes investigan u opinan. Estas van desde sutiles intentos de censura, pasando por interferencias en la vida privada, hasta amenazas de muerte que infortunadamente, algunas veces, terminan siendo ejecutadas con éxito. El atentado contra Ricardo Calderón precisamente en mayo, mes emblemático de la libertad de prensa y más recientemente las amenazas al columnista León Valencia, que lo tuvieron trabajando “en medio de la zozobra”, hasta que tuvo que exilarse, confirman lo dicho. Ahora también Claudia López, la aguerrida investigadora, que ha puesto en jaque y ha sacado a la luz tantos entuertos y casos de corrupción política, es amenazada y debe tomar la decisión de abandonar el país. Se suma ahora a esta lista el investigador Gonzalo Guillén, quien junto con Ariel Ávila y el mencionado León Valencia han sido fuertemente amenazados, con indicios de que inclusive el sicario contratado para acabar con sus vidas, ya se encontraba en Bogotá para perpetrar los ataques. El proyecto Antonio Nariño PAN, aplicó una encuesta a 603 periodistas del país, sobre la situación de seguridad en el periodismo. Los resultados no son alentadores; más de la mitad (59 %) de los periodistas encuestados considera que la situación de seguridad de su departamento le impide desarrollar bien su labor periodística; 29 % aseguró haber sido víctima de algún tipo de ataque y un porcentaje muy alto (79 %), dice que prefiere no publicar ciertos temas por temor a que haya represalias en su contra, como perder su trabajo o sufrir agresiones físicas. Esto, por supuesto induce a la autocensura que junto con el acoso judicial, dice el informe, son las causas más preocupantes de la coartación de la libertad en el periodismo.En este país no hay tema menor, cualquier opinión por banal que parezca puede en algún momento ser considerada, a juicio de ciertos sectores de la sociedad, como una afrenta y generar reacciones que pueden ir desde, amenazas como perder el trabajo, acoso permanente e intimidaciones, hasta una sentencia de muerte. Muchas veces quien cuenta con el poder y se siente atacado, no escatima medios para cumplir su cometido y “hacerse respetar”. Basta leer los comentarios a las columnas de opinión. La agresividad que se percibe en muchos de los comentaristas es altamente preocupante y debería prender todas las alarmas. Las noticias están llenas de hechos en los que personas saltan y se salen de casillas sin ningún control y por cualquier motivo. Para quienes solo consumen información, podrían parecerles poco relevantes estas y situaciones, pero para quienes hacen periodismo investigativo o nos atrevemos a exponer nuestras opiniones en público, no existe peor manera de trabajar, que tener la espada de Damocles pendiendo sobre la cabeza con el temor de que cualquier día puede caer encima de la manera más inesperada, sin previo aviso y en ocasiones clavada por verdugos inocentes. iliana.restrepo@gmail.com