Solo segundos después de conocer el resultado que le daba a Claudia López el triunfo como la primera alcaldesa de Bogotá elegida en las urnas, todo empezó a ser diferente: un beso lleno de emoción entre ella y Angélica, el amor de su vida, estremeció a unos y fue aplaudido por otros que no juzgan el amor. Unos días después, vestidas de blanco marfil, se dieron un sí eterno. Esa mañana las escuchamos hablando en la radio de su sueño de tener hijos. Luego vino la posesión: la alcaldesa llegó en bicicleta al parque Simón Bolívar y, contrario a lo de siempre (la etiqueta, los vestidos de moda y los políticos), hubo pícnic y todos estuvieron invitados. Fue bonito e inspirador. Claudia estuvo acompañada todo el tiempo por doña María del Carmen, su madre. Una mujer sencilla; una maestra que le enseñó a su hija que no había imposibles. Hoy, la doctora Claudia está demostrando que aprendió muy bien la lección de su mamá. Ojalá la alcaldesa imponga su estilo. Que si puede, se impregne de la caridad y la sensibilidad de Gustavo Petro, de la capacidad gerencial de Enrique Peñalosa y de la cultura ciudadana de Antanas Mockus.

Ojalá Claudia le apunte a ser eficiente, pero no a ser impopular. Las sociedades necesitan políticos que además de efectivos sean empáticos. Ella tiene una gran capacidad de conexión y se sintoniza fácil con lo que las nueva generaciones esperan de quienes ostentan el poder público. Ojalá Claudia, la alcaldesa, siga dispuesta a escuchar; ojalá no se vuelva terca en sus decisiones, ni autoritaria, aunque dirigir la capital de Colombia exige firmeza. Ojalá no permita que lleguen a su corazón y a su despacho el odio y las divisiones políticas, que no conducen a nada. Todos los días recibirá ataques y críticas. Que nada la desvíe de su camino; necesitamos que Bogotá salga de la confrontación. Claudia está condenada a hacerlo bien, y tiene todo para lograrlo. De lo contrario, sufriría mucho Bogotá y políticamente sería una gran decepción. Claudia anunció que trabajará en su proyecto de Bogotá-Región con el nuevo gobernador de Cundinamarca, y eso puede ser muy beneficioso. Pero la pregunta es: ¿cuál será la relación de la nueva alcaldesa con el Gobierno nacional? La alcaldesa podría dejarse tentar y tomar el camino de la oposición para cabalgar sobre la impopularidad del actual Gobierno en busca de réditos políticos. O quizás decida tender puentes con Duque, en la diferencia, por el bien de los capitalinos. Muchas de las obras que necesitamos dependen en gran parte del presupuesto nacional. Una cosa es ser candidata y otra ejercer el segundo cargo más importante de Colombia. Bogotá necesita metro, gente más amable, nuevas oportunidades de empleo, mejores condiciones de salud y una educación de mayor calidad. Bogotá necesita que desaparezca el miedo de los ciudadanos en la calle, que la seguridad se expanda, que la corrupción distrital se acabe y que la justicia funcione. Claudia será la guardiana de cada peso de los capitalinos. El manejo que le dé a la protesta social y al Esmad también será clave.

Claudia es una alcaldesa de calibre presidencial. Así que su carrera política no termina con esta elección. Esta es para ella una estación, que si le sale bien, la catapulta, porque ella quiere ser presidenta de Colombia. Claudia ganó sola y a pesar de que muchos políticos tradicionales habrían dado lo que fuera por verla derrotada, porque muchas veces les cantó la tabla o los puso en evidencia. Bogotá necesita que a la alcaldesa le vaya bien. De su éxito también dependerá el éxito de la llamada nueva política en Colombia. Claudia está condenada a hacerlo bien, y tiene todo para lograrlo. De lo contrario, sufriría mucho Bogotá y políticamente sería una gran decepción. A sus espaldas lleva, quiera o no, el 2022, y su destino de alguna manera está ligado al de Sergio Fajardo. Nadie olvida que el día de la inscripción de su candidatura le llovieron rayos y centellas de la Colombia Humana porque se atrevió a decir que ella sería la alcaldesa de Bogotá, y Fajardo, el próximo presidente. Ella lo logró; a Fajardo le quedan más de dos años de campaña y varios contendores por enfrentar, como Alex Char, Federico Gutiérrez y Gustavo Petro. Nada está escrito. Por ahora llegó Claudia.