Fue el número dos en uno de los mayores fraudes bancarios en la historia de los Estados Unidos, pero lleva años lucrándose con contratos oficiales del Gobierno colombiano que ascienden a billones de pesos. Camilo Bautista Palacio es vicepresidente financiero y uno de los dueños de Thomas Greg & Sons, la compañía que hace más de tres lustros se gana siempre la licitación de los pasaportes y que lleva más de diez años como beneficiaria del contrato de las elecciones presidenciales. Él y su cómplice Alberto Duque Rodríguez presentaron balances falsos para obtener un crédito de 22 millones de dólares del Arab Banking Corporation, con sede en Baréin, una entidad financiera controlada en esa época por el régimen terrorista de Muamar el Gadafi, de Libia, entre otros. El representante del banco en Nueva York, Samir Kaldawy, recibió un soborno de 500.000 dólares por tramitar el préstamo.
Además, Duque y Bautista tramitaron en 1982 y 1983 préstamos por 130 millones de dólares ante varios bancos con garantía de falsos embarques de café. Camilo Bautista solicitó una carta de crédito al Republic National Bank para financiar la exportación de 6.000 sacos de café procedentes de Colombia. La operación fue fraudulenta de principio a fin. Los conocimientos de embarque presentados por Bautista eran falsos y el café no existía, según una de varias sentencias proferidas en los Estados Unidos por estos delitos. Bautista también preparó conocimientos de embarque falsos presentados por otro miembro de la red de falsificadores ante el Bank of Credit and Commerce International para el pago de una carta de crédito, según otra sentencia.
Para justificar la adquisición del City National Bank de Miami, Bautista y Duque presentaron ante la Reserva Federal documentos que un tribunal calificó como significativamente exagerados (significantly overstated). Para solicitar un préstamo a un banco de Boston llamado Shawmut, Bautista presentó garantías falsas sobre café inexistente. Bautista intentó que empleados de Allsun Juices, empresa de Alberto Duque, llenaran con agua, y no con jugo de naranja, los toneles de la empresa, con el fin de inflar el inventario. Bautista ordenó a los empleados de General Coffee Corporation, otra empresa de Duque, que falsificaran los inventarios de café. Señala otra sentencia que Bautista y Duque “desarrollaron un ardid en que se colocaban los sacos de café en frente y sobre jaulas vacías para crear la ilusión de que General Coffee tenía más inventario del que realmente poseía”. Un juez concluyó: “Bautista estaba al tanto y facilitó esta farsa de los conocimientos de embarque”.
David Murcia Guzmán llegó a los 23 años a La Hormiga, Putumayo, donde inició su carrera delictiva. Pagó nueve años de cárcel en los Estados Unidos y fue deportado a Colombia en 2019. Nadie sería partidario de permitirle participar en grandes licitaciones estatales. Camilo Bautista cometió fraudes y estafas a los 23 años. Fue condenado en Estados Unidos a nueve años de cárcel, aunque pagó menos de tres. Fue liberado de una penitenciaría federal el 23 de enero de 1989. El Estado debe estimular y facilitar las actividades de los empresarios que operan dentro de la legalidad, pero no puede premiar con ingentes contratos públicos a quienes hicieron sus pinitos en el mundo de los negocios no con un título de MBA, sino con el Código Penal en la mano. Casi todos los protagonistas de estafas y escándalos financieros terminan en la quiebra y en el anonimato, como Alberto Duque Rodríguez, el cómplice de Camilo Bautista.
Es un escándalo nacional que un delincuente confeso –Bautista aceptó los cargos de fraude bancario– haya podido participar en grandes licitaciones estatales. Con los antecedentes de Bautista, ¿quién está dispuesto a afirmar que las licitaciones ganadas por Thomas Greg & Sons son todas legales y transparentes? No hay diferencia entre Camilo Bautista y David Murcia Guzmán; son homólogos.
La diferencia radica en que Juan Manuel Santos, siendo ministro de Defensa, viajó a Panamá para someter a la justicia a Murcia Guzmán, y en cambio, poco antes de eso, fue miembro por cuatro años de la junta directiva de Thomas Greg & Sons, empresa de un delincuente confeso, sin que pueda, además, negar su antigua amistad personal con Camilo Bautista. Esa solidaridad con el delito es la que ha llevado a que el Gobierno nacional esté hoy conciliando con la compañía de un David Murcia Guzmán. Sin ser Gustavo Petro amigo de Bautista, va camino de seguir legalizando y entronizando a un veterano estafador. ¿Gobierno del cambio?