Cruzando los cielos sabaneros en una avioneta monomotor hacia la Orinoquia y luego hacia el sur del Meta, se siente una emoción mezclada con temor, observando el paisaje como un ave alto andina. Confieso emoción y temor volando entre el azul celeste y las nubes enormes, que permiten entrever los picos de páramos y farallones de la vertiente Orinoquia del páramo de Sumapaz. La ruta aérea hacia San José de Guaviare es un descubrimiento de bellezas e incertidumbres, por la tendencia evidente de transformar la selva en praderas ganaderas y extensos cultivos de palma de aceite. En medio del vuelo, pienso en el agradecimiento aun no compensado por el Estado, a las comunidades indígenas y campesinas que han cuidado esos bosques evitando su destrucción, y pienso en aquellos personajes que sin titubeo, pagan por quemar, talar y meter vacas para extender sus feudos en plena selva. Hoy, esos “Intocables” dominan y domestican la vida silvestre de este país, sin que la justicia les toque un pelo. Le recomendamos: Reflexiones frente al mar Está ocurriendo un atentado contra la conectividad ecológica y climática que debe mantener el equilibrio entre la zona urbana Andina, las llanuras de la Orinoquia y las selvas de la Amazonia, vitales para la llamada Seguridad Nacional por el agua y la biodiversidad. El ciclo del agua está vivo gracias a esa conectividad y a la influencia de los dos océanos que regulan las temperaturas para el equilibrio de la vida, aquí y en el planeta. Sin embargo, parece que los “Intocables” que mandan quemar selva y juntar parches deforestados para sumar más tierra a sus feudos, ni quieren enterarse ni les interesa dialogar sobre la protección del bien común. O me equivoco y será que sí desean espacios de diálogo con los Ministerio de Agricultura, que se ocupa de la pesca, la caza y la economía campesina, y el Ministerio de Ambiente, que se ocupa de restauración ecológica, no les han brindado espacios para dialogar? Un buen ejercicio sería invitar al Gobernador del Guaviare y a los funcionarios que él ha colocado en distintas entidades del Departamento, para que expongan sus teorías de expansión agropecuaria en zonas de reserva forestal y en parques nacionales. Los vientos de la selva, que traen las nubes cargadas de agua regaladas por los bosques amazónicos y las planicies inundables de los llanos, se despachan contra el piedemonte y la cordillera, entregando la lluvia a las montañas de las Cordilleras. Ese movimiento celestial, se evidencia a medida que avanza la avioneta hasta avistar los ríos plateados que bajan del paramo a las vertientes del Orinoco y del Amazonas. Este paisaje sublime, regulador el clima, regala el agua esencial para la vida de millones de seres vivos, desde líquenes, hongos y bacterias, insectos, aves y mamíferos de mil especies, una flora tropical exuberante y suelos, todos interdependientes para mantener la vida. La avioneta empieza a descender y al bajar hacia San José del Guaviare se divisan las columnas de humo y los parches de selva desnuda, violada por hombres para acabar con ella. Se nota la intención de acercar esos parches verduscos con otros en pleno incendio. Con esa mirada desde las alturas, el testimonio es claro: constituir latifundios que recuerdan la época feudal, donde los colonos expulsaron a las comunidades indígenas y se les dominó, como en la época trágica de las caucheras. Hoy, las agencias del Estado, empezando por la Fiscalía Ambiental y los entes de control, se hacen los de la vista gorda y archivan los procesos judiciales. A la fecha no hay ni un caso emblemático que permita evidenciar una acción contundente frente a los delincuentes deforestadores de baldíos de la Nación. A lo mejor el Ministerio de Defensa planea también fumigar las vacas ilegales con glifosato, pues muchas conviven con los cultivos de coca. Esa es la cruda realidad de una situación tolerada por el Estado y las autoridades locales y departamentales. Como dice Rodrigo Botero de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo sostenible FCDS, “la deforestación en expansión hacia el Parque Nacional Natural Chiribiquete occidental, ya ha ocurrido dentro del parque. Imágenes satelitales de alta resolución indican que los principales impulsores directos son la agricultura y la ganadería”. Uno se pregunta entonces, donde están las acciones y pronunciamientos de las agencias de desarrollo rural integral en la región Amazónica y Orinoquia. Vea también: Corazón arrugado El avance desastroso de destrucción de aguas y bosques atenta contra la soberanía nacional. El Servicio de Información que hace parte del Sistema de Información Ambiental Territorial de la Amazonia Colombiana – SIAT-AC del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas – SINCHI, informa que en un solo día (11 de febrero) se denunciaron 257 reportes de fuegos, de las 6 a.m. a las 6 pm, detallados así: en Caquetá 4 fuegos, Guaviare con 40, Meta con 170 (en sólo Mapiripán hubo 85) , en Vichada con 28 y Guainía con 15 incendios. En total, en un solo día, ocurrieron 170 quemas e incendios. En la jurisdicción de Cormacarena, 28 en Corporinoquia, 4, en Corpoamazonia 4 y 55 incendios en la CDA . Este es el reporte diario y así se repiten todos los días. Aquí no se menciona lo que sucede en el Putumayo y en el Vaupés. Ante la proporción de este drama diario, uno se pregunta por qué no se está actuando con la contundencia que exige la gravedad de estos ecocidios? Unas autoridades locales dirán que es culpa del Niño, pero son muchos los que saben que eso no es cierto. Personajes siniestros pagan por meter candela y moto sierras. Se sabe que muchos hatos improvisados son ahora parte de nuevas veredas, que son fruto de capitales que lavan dinero del narcotráfico, al igual que cultivos de palma de aceite, que ni respetan los límites del bosque de galería ni los cursos de aguas. Es urgente aclarar quienes están pagando por lavar dinero en la praderización de la selva y en maquinaria pesada que aparece de la noche a la mañana para la minería ilegal. Allí se están lavando muchas almas a punta de coimas para no ver y dejar hacer. Allí están los “Intocables”, protegidos con un manto de la Virgen y muchos escapularios, cometiendo actos en contra de la naturaleza. Con esta realidad de a puño, existen suficientes denuncias como para hacer un buen caldo que justifique una gran acción penal contra los que están en contra la seguridad nacional, a nivel departamental y municipal. Allí están “Intocables”, protegidos por el halo santísimo del poder del dinero, la compra de miles de hectáreas de selva, la corrupción de notarios y testaferros, legalizando feudos. Ideal sería que el Ministerio de Defensa en su alianza con el gigante del norte, pudiera incluir más nombres propios de personajes bien conocidos de esos departamentos para extraditar por atentar contra la seguridad nacional. La Gran Alianza Contra la Deforestación, apoyada por Semana, la Embajada de Noruega, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD y otras entidades, personalidades que incluyen al Príncipe Haakon de Noruega, Totó la Momposina, Systema Solar y Cabas con su música por la naturaleza, asocia a muchas personas reconocidas por su compromiso ambiental y social. La Alianza ha dirigido misivas a la Fiscalía, a la Procuraduría, al Ejercito Nacional e instancias judiciales, como también lo han hecho las mismas Corporaciones Autónomas Regionales, sin respuestas claras y sin seguimiento a detenciones. Según informa el Teniente Coronel Alexánder Obando, jefe de la Seccional de Investigación Criminal de la Dirección de Carabineros, en 2018 la Policía Nacional capturó cerca de 3.600 personas por delitos relacionados con la deforestación, y decomisó 65.000 metros cúbicos de madera ilegal. Stella Sánchez, directora especializada contra las violaciones a los derechos humanos de la Fiscalía, le manifestó a la Gran Alianza, después de la operación de Picachos, que la entidad adelanta investigaciones en La Macarena, Tinigüa y Chiribiquete, y que en 2018 judicializó a más de 60 personas en la Amazonia colombiana por deforestación. "Esto no significa cárcel, sino la imposición de delitos, la formulación de cargos y medidas no privativas de la libertad”. Así están los procesos, sin ninguna acción judicial emblemática que le ponga tatequieto a la deforerstación. La CDA en el Guaviare tiene varias demandas contra el Gobernador, pero están quietas, durmiendo el sueño de los justos en algún cajón empolvado. Le puede interesar: De Tuchin a Cataluña La ciudadanía se pregunta cuantos capturas están cumpliendo condenas? A dónde fue a parar la madera decomisada? Se le dio algún uso social para compensar el daño a los bosques? Parece como si los “Intocables” tuvieran una intima relación política con quienes manejan cuerdas para la próxima contienda electoral, arrasando con todo el que se interponga en la lucha por el poder. Será que desde Presidencia se pueden mover las fichas para una presencia integral de Estado, donde se piense en alta tecnología para invitar a los jóvenes a que permanezcan en sus selvas y no emigren a las ciudades? Ellos también podrían aprender a ser expertos en manejar drones y avionetas, no para fumigar sino para vigilar y reportar los daños diarios. Si el Estado abriera oportunidades de educación y trabajo a jóvenes de San Jose de Guaviare, Miraflores, Remolino, el Retorno, Macarena, La Lindosa, Puerto Arturo y otros cientos de pueblos distantes a horas de camino y de rio, el paisaje sería otro. El futuro de la juventud amazónica es una de las preocupaciones expresadas en el Taller convocado por la Alianza, con campesinos colonos en San José. Hoy muchos adultos mayores están vendiendo sus tierras a mejor precio de las tierras del Caquetá y se vive una nueva colonización. Expresan su preocupación por la “Caquetización” del Guaviare, como en el “Viejo Oeste”, colonizando y expulsando jóvenes hacia centros urbanos. Para la juventud se requiere una política pública que estimule su permanencia e identidad con el territorio. Entre las miles de denuncias, debidamente documentadas y la acción de justicia hay un muro ciego. Ese muro se percibe también en otras regiones, como en la catástrofe ambiental en Hidroituango, anunciada en esta columna desde hace varios meses, gracias a la información del Movimiento Ríos Vivos en el Bajo Cauca antioqueño y la visita a Puerto Valdivia después de la inundación y atentados contra los pescadores del pueblo Nutabe. Tanto en la Amazonía, como en las riberas del rio Cauca, se espera ansiosamente la mano diáfana de la justicia y el castigo público a los “Intocables”. Allí donde sigue imperando la lógica de hacer negocios con la generación eléctrica a cualquier costo, y allá donde sigue reinando la destrucción impune de selvas desplazando población indígena, es donde siguen operando los “Intocables”. En esas y en otras regiones del país, se deberá aplicar la Seguridad Nacional para la defensa de las culturas, el agua, los bosques y la biodiversidad. Es oportuno hacer un llamado a la Misión de Sabios y a los Congresistas que discuten el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, para que incorporen un llamado desde el Guaviare: el freno a la deforestación implica mayor atención al desarrollo educativo y económico de la juventud de la Amazonia y la Orinoquía, al impulso de políticas regionales y locales para la transición energética, con asignación de recursos para instalar energías renovables, solar y eólica, en colegios, centros de salud, viviendas rurales y áreas de turismo de naturaleza. Las tecnologías y la innovación serán útiles para que campesinos, indígenas y otras minorías accedan a internet desde el fondo de la selva y puedan defender su patrimonio natural y cultural.