Ya habrá tiempo de analizar la derrota política de Petro y el mensaje que le mandan los colombianos, aunque no creo que le importe, o la debacle de ese funesto personaje de Medellín que renunció a un mandato popular –así de pequeño es– para hacerle campaña a un tramposo monigote. Lo importante hoy es el futuro de Bogotá, que después de cuatro alcaldías de izquierda no aguanta un mal gobierno más.

Los retos del nuevo alcalde son inmensos, con un elemento que hay que sumar: un presidente que se cree alcalde y que no va a ayudar en temas críticos, como el de la seguridad o el del transporte masivo. Al contrario, va a ser un gran obstáculo. Por eso, al nuevo alcalde hay que apoyarlo, sin dejar de criticarlo, claro está, pues esta ciudad está en una crisis de movilidad, de criminalidad y, sobre todo, de futuro sin precedente.

El primer reto va a ser el de la seguridad. Que necesita un aumento de pie de fuerza, que no le van a dar, y necesita de la moral de la policía, que no la va a haber, pues tienen un comandante en jefe que privilegia a los criminales sobre las autoridades legales. Pero hay mucho por hacer, sobre todo, en materia de vigilancia electrónica y en cooperación de la ciudadanía. Pero presencia permanente del alcalde primero, no esperar la crisis para tener consejo de seguridad, resultados medibles por localidad y seguimiento a los resultados con la ciudadanía involucrada. Volver al ciudadano parte de la solución es fundamental.

La tecnología cambia hoy de manera acelerada. Con drones e inteligencia artificial, con cámaras con reconocimiento facial, con equipos de reacción inmediata y seguimiento a criminales en la calle, se puede generar un control casi total de las calles. No caer en la tecnología china, que es para Estados represores, es muy importante, pero hay muchas empresas y entidades en Occidente que hacen este trabajo.

Hoy Bogotá está a años luz en esta materia de las ciudades más avanzadas. Hora de ponerse al día con presupuesto, expertos y un plan de corto y largo plazo.Y una idea. Un impuesto para pagar más policías que siempre estén en la ciudad. Policías del barrio con todo el equipamiento, la responsabilidad y los resultados medibles. Estoy seguro de que la ciudad lo pagaría.

Movilidad es el otro gran problema. Acabar la primera línea del metro como va, si no, no se hace nunca, enfocarse en la licitación de la segunda y dejar la tercera, y cuarta si es posible, lista para el próximo gobierno. Pensar en cambiar el sistema de transporte zonal del SITP –los buses azules– de oferta a demanda. Con inteligencia artificial esto se puede hacer y así los buses van llenos y hacen las rutas que le sirven a la gente. Y un experimento: patinetas públicas para manejo de espacios cortos con carriles especiales.

El ciudadano no puede gastarse hora y media o dos para llegar de su casa al trabajo. En calidad de vida, este sería el cambio más grande que puede lograr un alcalde. Por eso, experimentos como el corredor verde, que no están integrados a un plan general, no sirven. Metro, Transmilenio, SITP zonal, todo debe ir en la misma ecuación. El alcalde hoy debe liderar esa nueva pensada al transporte público e involucrar a todos y dejar un plan a 30 años. Crear un nuevo imaginario colectivo del que nos apersonemos todos es fundamental para evitar esa ‘creatividad’ de cada alcalde que llega a inventar.

La crisis de las salidas de Bogotá es otro tema. No solo de movilidad, de competitividad. ¿Seis años para hacerle unos carriles de más a la autopista Norte? Inaceptable. Acelerar esa obra, trabajar con el gobernador de Cundinamarca para ver si al fin se hacen las perimetrales de Bogotá, que llevan ocho años pensadas, y los trenes de cercanías es parte del trabajo. NO más carreta y promesas, hechos concretos. Revivir la APP de la 170, terminar la ALO hasta la 13 y dejar el resto licitado o en construcción, ojalá hasta la salida de Bogotá en el norte, transformarían ese terrible panorama. Y no olvidar la 80, que es una tragedia, o la salida a La Calera, que es otra. Construir un plan integral de salidas y entradas a la ciudad y de movilidad hacia las ciudades dormitorio se necesita urgente.

Y ojalá el próximo alcalde reviva dos proyectos del exalcalde Enrique Peñalosa que Claudia López enterró. El parque para poder recorrer los cerros orientales de Bogotá y la renovación urbana paralela al río Bogotá. Vivimos de espaldas al río, cuando debería ser, como en todas las ciudades importantes del mundo, epicentro de cultura, recreación y espacio público. Madrid Río es un ejemplo de lo que se puede hacer en Bogotá. El nuevo alcalde le debería entregar a Peñalosa esos dos proyectos para que los ejecute en cuatro años. ¿Se imaginan?

Quedan muchos temas sobre los que escribiré más adelante, pero la crisis de la ciudad hoy no da espera. Y el nuevo alcalde, si solo piensa en la ciudad y no en qué hacer para ser presidente en unos años, puede darle un giro de largo plazo que todos acogeremos, pues, la verdad, estamos mamados de este caos, de esta inseguridad y de la calidad de vida de esta ciudad.                                                         

*****

Bogotá, y Colombia en general, rechazó a Petro con claridad. Lo de Cali es una muestra y lo de Bogotá, con Bolívar de tercero, es contundente. Medellín y Barranquilla se esperaba. ¿Entrará en razón después de esta paliza electoral? No lo creo, pues, como dice su títere Cielo Rusinque, sigue siendo presidente. Y no hay peor sordo que el que no quiere oír y si sumamos su soberbia aún menos. Así estamos.