Admito que me sorprendió. No pensé que fuesen tan brutos. Como no ponen límites a la manipulación, terminan cayendo en la estupidez.
Sabíamos que la principal misión de Mancuso consiste en enfangar a los uribistas. Lo que no imaginé es que le encimarían el trabajo de fingir viejas tramas conspirativas con el fútil objetivo de desacreditar a la oposición venezolana ante los comicios del 28 de julio.
La mafia de Miraflores necesitaba sustentar la existencia de un imaginario plan para asesinar a Nicolás Maduro y atentar contra la infraestructura vital de su país, con la colaboración de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada. Y este gobierno debió ayudarles a preparar y escenificar un relato repleto de exageraciones, calumnias y falsedades.
El culebrón arrancó el 25 de junio. La corrupta vicepresidenta, Delcy Rodríguez, denuncia un supuesto intento de sus opositores para derribar el enorme puente de Angostura y cortar un cable submarino de isla Margarita. Las cantinflescas pruebas que exhibe la desmienten.
Pero la mafia de Miraflores sigue convencida de que el pueblo tragará cualquier cretinez que vomiten. 5 de julio. Las citadas Autodefensas, que dan la impresión de profesar un súbito respeto reverencial hacia Petro y el dictador Maduro, emiten un comunicado denunciando que “han sido contactadas por grupos de extrema derecha de Venezuela para desestabilizar al gobierno (chavista)”.
Aseguran que les pidieron “atentar contra la infraestructura eléctrica de Venezuela, actuar en contra del presidente candidato, Nicolás Maduro”. Y, en caso de que sea relegido, “infiltrarnos y organizar protestas y generar el caos en las calles”. Justifican las revelaciones porque ansían salvar “la democracia” venezolana.
En el siguiente capítulo, Maduro aprovecha la teatral proclama de unas Autodefensas devenidas en chavistas, para vociferar que, pese a que “quisieron matarme una y otra vez” –sus esbirros mediáticos aducen que nueve veces–, él seguirá en su “batalla por el derecho a la paz”.
Debieron pensar que no resultaba del todo convincente la escena de las Autodefensas y requerían reforzar el argumento. Pensaron en el excomandante Salvatore Mancuso y lo hicieron protagonista de un episodio que dejaba al descubierto, de manera nítida, la participación petrista en la cadena de manipulaciones mediáticas.
Mandaron a uno de tantos lacayos de Miraflores, Pedro Carvajalino, que funge de periodista y es popular entre la satrapía cleptómana, a entrevistar a Mancuso antes de abandonar La Picota.
El converso petrista, Gestor de Paz, respondió con calidez a todas las preguntas, y el encuentro terminó, ante las cámaras, con una cordial despedida.
Pero el resultado no agradó en Caracas y obligaron al esbirro a introducir un cambio. A continuación de la despedida, un aviso con fondo negro y letras blancas rezaba: “La entrevista fue interrumpida abruptamente. Sin embargo, esto no impidió que se completara”.
Enseguida otro, de idéntico formato, anunciando “10 minutos adicionales en los que se revelan los planes de la oposición para asesinar a Hugo Chávez y generar caos”.
Se trata de un pegote en el que Mancuso, incapaz de responder sin leer lo que esperan que diga, recurre al habitual coctel de mentiras y escasas verdades que le ha permitido salir de prisión, moverse por el país con un potente esquema de protección y gozar de revestimiento político.
En el espacio añadido, grabado de manera virtual, habla de su entonces compañero alias Lucas y su ilusoria trama para atentar contra Hugo Chávez. El personaje y sus intenciones fueron reales, pero Mancuso lo adereza con mentiras flagrantes para involucrar a líderes opositores, como Capriles o Mendoza, sumados a nombres de militares y empresarios. Puesto que no tienen cómo incorporar a María Corina Machado en la inventada maquinación, meten una foto reciente de ella con el diputado Oswaldo Álvarez, mencionado por Mancuso.
No satisfechos con la mera ristra de nombres, el excomandante de las AUC transforma la supuesta conspiración, propia de telenovela barata, en una superproducción hollywoodiense.
Con los ojos fijos en el guion, lee que un grupo pensaba tomarse una base aérea; otro asaltaría Miraflores, y aún habría tropa paramilitar para hacer lo mismo con los comandos de la Armada, la Guardia Nacional, la Disip y el Fuerte Tiuna. Contarían con apoyo aéreo, bombardearían Miraflores, provocarían un enfrentamiento entre Ejército y Guardia Nacional, conquistarían instalaciones petroleras y causarían un “bloqueo aeronaval de Venezuela”. Solo faltaba Tom Cruise en escena.
Y vean qué casualidad. Petro, radiante ante su proclama en la ONU, termina la semana afirmando que habrá que negociar con los herederos de las AUC. Es decir, Gaitanistas y sus primos de la Sierra Nevada.
El último capítulo saldrá el 28 de julio, y el final devastará a la ultraizquierda petrista y a la tiranía chavista. El pueblo no les compró las mentiras.