Los expertos aspirábamos a que el plan reuniera una visión del papel que el patrimonio juega en los problemas de ciudad y unas líneas de acción claras para su gestión en el cuatrenio. Ni lo uno ni lo otro se encuentra en el anteproyecto publicado. Se evidencia, más bien, confusión y un regreso a las políticas dominantemente culturalistas del problema.La primera pregunta que surge es, ¿por qué es importante considerar el patrimonio cultural en esta carta de navegación, que es el Plan de Desarrollo? En lo que atañe al patrimonio cultural, la Carta Política establece el compromiso del Estado en su protección, obligación que involucra a la sociedad en su conjunto (CPN. Art. 313, núm. 9). Por su parte, la Ley 388/97 determina que las áreas necesarias para la protección del patrimonio cultural sean consideradas como uno de los elementos estructurantes del ordenamiento del territorio. (Art. 12). Y las normas y decisiones relacionadas con la protección del patrimonio tengan el  carácter de estructurales, es decir, “prevalentes sobre las demás […]”. (Art.15).Más allá de las disposiciones legales, el patrimonio cultural en Bogotá constituye la memoria de la historia de la ciudad y el referente identitario de la sociedad, y su recuperación es una oportunidad de mejoramiento y re-significación de la ciudad. Además, el discurso clave del urbanismo hoy es la regeneración urbana, porque la ciudad no puede seguir extendiéndose. En cada parte de la ciudad la regeneración es distinta, pero en el Centro Tradicional de Bogotá ésta precisa la combinación de estrategias de protección del patrimonio cultural con las clásicas del mejoramiento de barrios y la revitalización de áreas en declive. ¿Y qué propone el Plan de Desarrollo? El Plan se estructura a partir de 3 pilares y cuatro ejes transversales y tiene un objetivo y una visión de ciudad centrados en el logro de la felicidad. Si examinamos la propuesta de cultura, tanto en las estrategias como en las metas de resultado, el panorama para el patrimonio cultural no es alentador.  En cuatro deslucidos párrafos, éste se concibe como un problema de estímulos, de fortalecimiento de la infraestructura cultural, de ampliación del acceso al patrimonio inmaterial o desde su aporte a la democratización de la cultura, desde un significado restringido de ella. Tan grave como lo anterior, en los cuadros síntesis, las metas y los indicadores no guardan correspondencia alguna con los proyectos estratégicos propuestos. Y éstos no conciben el patrimonio cultural como un problema de la intervención territorial.Cabe volver la atención sobre el recorrido realizado en el país en materia conceptual para la valoración del patrimonio, con el tránsito desde la consideración inicial limitada al hecho individual y meramente físico, el monumento como centro del problema,  a una visión abarcadora de “la ciudad como bien cultural”., En el Plan de Revitalización del Centro Tradicional de Bogotá, desarrollado entre junio de 2012 y diciembre de 2015, estos avances fueron adicionados al iniciarse la consideración del  concepto  paisaje urbano histórico, que propone  una relación equilibrada y sostenible entre el medio urbano y el medio natural y permite la articulación de diversos patrimonios en torno a la construcción cultural de los territorios. El Laboratorio Urbano constituido para este plan demostró que el enfoque de proyecto urbano permite hacer más con menos recursos, a la vez que superar la tradicional perspectiva exclusivamente culturista, restrictiva y de trámite. Los importantes avances de finales de la década del 80 y primeros años 90,  en Colcultura, lograron ser incorporados a la Ley de Desarrollo Territorial, pero posteriormente fueron revertidos por el Ministerio de Cultura a la visión anterior predominantemente culturalista del patrimonio cultural. Es esta visión la que nos presenta el Plan de Desarrollo ‘Bogotá mejor para todos’, lamentablemente regresando a épocas pretéritas y desconociendo progresos últimos.*Exdirectora de Patrimonio