A los colombianos solo se nos permite odiar. Esa parece ser la consigna que nos está imponiendo la política desde que esta se volvió un escenario de emociones mezquinas que nos secuestraron la razón. No de otra forma se explica que un hecho histórico como el de que las Farc empiezan a dejar sus armas haya sido registrado más con pena que con gloria. Para el uribismo ese día fue útil no para reconocer un hecho positivo para los colombianos, sino para atizar el odio y evitar cualquier posibilidad de reconciliación. En sus redes no circularon las fotos de las armas entrando a los containers de la ONU, sino una foto en la que se veía al presidente Santos sonriéndoles a los jefes de las Farc mientras esperaban en el aeropuerto El Dorado para ir a La Elvira. “¡Qué vergüenza! Cuánta risa y pleitesía de Juan Manuel Santos y su gobierno con el terrorismo mientras los colombianos piden ser escuchados”. Así trino Oscar Ivan Zuluaga.Sugerimos: Destruir, destruir y destruirEs decir, el uribismo registró el inicio del desarme de las Farc no como el hecho histórico que es, sino como una vergüenza nacional porque produjo el encuentro del presidente con los jefes de las Farc.Entiendo que la oposición es la oposición y que la política por definición es mezquina, pero ni Álvaro Gómez se habría negado a aceptar que es un hecho histórico que las Farc, una guerrilla que libró durante más de 50 años una guerra, haya aceptado desarmarse. Lo anterior indica que en el uribismo es más grande el odio que le tienen a Santos que el que les tienen a las Farc.Pero no todo es culpa del uribismo. La responsabilidad de que el ciudadano de a pie no hubiera registrado el hecho como un evento histórico es del propio gobierno Santos, que parece haber perdido el rumbo desde que empezó la implementación de los acuerdos. Se enredaron en la construcción de los campamentos, no tenían lista la política de reincorporación y el sistema de traer la mesa negociadora a Bogotá como si el acuerdo no se hubiera finiquitado tampoco fue el acertado. Todo este escenario tan embarazoso ha enviado un mensaje confuso a la opinión pública de que el Estado no estaba listo para semejante desafío. Le recomendamos: Los ni-nis Los únicos que sí entendieron la importancia de esa foto de los fusiles de las Farc entrando a los containers de la ONU son los campesinos, que sufrieron el fragor de esa guerra que hoy termina sin que a la mayoría de los colombianos les importe.Evidentemente esta dejación de armas se ha demorado y ha tenido más contratiempos de los que se habían previsto. Pero esos inconvenientes, que son serios, no pueden borrar su importante significado. Puede leer: Lo que no se ha dicho del Banco AgrarioAsí los uribistas se nieguen a aceptarlo, este proceso de desarme es mucho más transparente y posee mayores controles que el que se hizo durante el gobierno de Uribe, cuando las AUC se desarmaron sin cumplir mayores protocolos de verificación porque la pobre veeduría que hizo la OEA ni siquiera tenía gente para contar las armas. En esa ocasión, se produjeron falsas desmovilizaciones como la de Don Berna y el bloque Cacique Nutibara, aceptadas por él mismo Berna un año más tarde. No hubo ni containers ni listas de registros sobre las armas existentes como en esta ocasión sí se les ha exigido a las Farc. Ninguno de ellos tuvo que entregar sus bienes obtenidos ilícitamente porque el acuerdo no los obligaba como sí sucede en esta ocasión, ni mucho menos estaban obligados a resarcir económicamente a sus víctimas como lo tienen que hacer, sí o sí, las Farc.Como estamos condenados a odiar, nada de esto se puede reconocer. CODA: El escándalo de Canal de Isabel II hasta ahora comienza. Son muchos los políticos que han salido a la palestra, pero hasta ahora la Fiscalía colombiana va muy atrás de la Fiscalía española. La verdad sobre si la campaña de Santos recibió dinero de estos españoles, no la puede tener Santos, cuyo gerente de entonces ha salido a desmentir la noticia publicada por el diario español El Mundo. La investigación la tiene que hacer la Fiscalía. La seguimos esperando.