En una entrevista realizada para La W, Roberto Prieto, el  gerente de la campaña de la reelección de Santos en 2014, aseveró lo siguiente:  “(…) Yo fui el gerente de la campaña, pero me atribuyen el superpoder y el don de haber tomado todas las decisiones. No olviden que César Gaviria asumió la gerencia en la segunda vuelta… A mí me dieron un golpe de Estado y me atribuyeron la pérdida de la primera vuelta con el argumento de que no les di plata (...). Por qué no llaman a Orlando Sardi, a Juan Mesa y a mucha gente que estuvo en la cúpula de la campaña”.Es cierto que tras la derrota de Santos en la primera vuelta Prieto fue defenestrado por no haberle soltado plata a los políticos. Así me lo confirman todas las fuentes a las que les he preguntado. Sin embargo, eso no quiere decir que Prieto haya dicho toda la verdad cuando en la entrevista sacó a relucir los nombres de quienes lo habrían suplantando en sus funciones en esa  segunda vuelta.Recomendamos: Que caigan los que tengan que caerLa cúpula de esa campaña no solo estaba integrada por Sardi, Mesa y el expresidente Gaviria, cuyo rol protagónico no es ninguna revelación ya que hasta hace poco el mismo expresidente se preciaba de haber sido el artífice del triunfo de Santos. Para nadie es un secreto que Gaviria asumió el manejo de esa campaña y que logró sacar a la clase política de la operación tortuga que esta le había montado en la primera vuelta a Prieto, no solo por falta de ‘gasolina’ sino porque resentían el trato de meretriz que recibían.En esa segunda vuelta las cosas cambiaron: los tinieblos pasaron a las tarimas y aunque es cierto que una porción importante de la centro izquierda terminó votando por Santos, en ese casi millón de votos que Santos le sacó a Óscar Iván Zuluaga tuvo mucho peso el voto clientelista que pudo mover su maquinaria porque tuvo con qué.Por eso sorprende que Prieto hubiera omitido en la entrevista de La W un nombre que, sin tener ningún cargo oficial, sí cumplió un papel clave en esa segunda vuelta y no solo como consejero: el de Néstor Humberto Martínez.Todo el mundo sabe que él estuvo en la campaña de Santos II, pero como hoy es un hombre tan poderoso, la memoria de esos que lo vieron deambular por esos pasillos está empezando a flaquear. La que sí debe estar intacta es la memoria del propio Néstor Humberto, quien debería coger el toro por los cuernos y salir a decirle al país cuál fue su participación, si atrajo dineros para la campaña y si encima de todo sigue insistiendo en que no está impedido para conocer de este enredo.Le puede interesar: El nobel en su laberintoUna fuente consultada por la columna, me confirmó que Martínez fue tan exitoso en su paso por esa campaña que eso le aseguró la entrada al gobierno por la puerta grande: a los pocos meses del triunfo de Santos, se le creó un puesto rimbombante –el de ministro de la Presidencia–, que fue suprimido luego de que Néstor Humberto Martínez renunció para iniciar su campaña con miras a llegar a la Fiscalía.  A estas alturas, resulta a todas luces inapropiado que Néstor Humberto sea hoy el jefe de quienes están encargados de establecer si en esa campaña –en la que él mismo participó–,hubo o no delitos que se puedan derivar de una presunta extralimitación en los topes de las campañas de 2014. También resulta insólito, por decir lo menos, que sea precisamente él quien esté tan cerca de la investigación encaminada a saber si existió o no una relación entre los aportes dados por Odebrecht a la campaña de Santos y los beneficios económicos obtenidos por el consorcio de la Ruta del Sol II, integrado por Odebrecht (66 por ciento), Corficolombiana (33 por ciento) y el Grupo Solarte, (4,9 por ciento) en el cuestionado ‘otrosí’ que adicionó la carretera Ocaña-Gamara. Si esto no es un conflicto de intereses, claro y evidente, entonces no sé qué lo será. El fiscal general podrá insistir en que él no está al frente de las investigaciones y que para eso están los fiscales del caso que son autónomos, pero la verdad es que cada vez que la Fiscalía hace un hallazgo sobre el escándalo de Odebrecht y de la financiación de las campañas quienes salen ante los medios no son sus fiscales, sino él mismo, en persona.Puede leer: Ideas para recuperar la ilusiónEn su discurso de posesión, Martínez propuso una fórmula para dirimir estos conflictos de intereses que va mucho más allá de exigirle al fiscal que nombre un ad hoc –solución que no termina cambiando nada porque ese funcionario sigue siendo un subalterno–. Él propuso que ese fiscal ad hoc fuera nombrado por la propia Corte Suprema de Justicia. Este sería el momento para dar cumplimiento a esa promesa o permitir que el procurador Carrillo dirima de una vez por todas los impedimentos planteados por el senador Jorge Robledo.Así se pondría a salvo de cualquier duda o suspicacia, de las investigaciones que hoy se adelantan en la Fiscalía en torno al financiamiento de las campañas y al escándalo de Odebrecht.Puede leer más columnas de de María Jimena Duzán aquí