No se desgaste, Presidente, no logrará nada a golpe de decreto. No son un ejército piramidal que juró cumplir órdenes sin rechistar. Como bien dice la Academia Nacional de Medicina, con el personal médico funcionaría mejor “la invitación persuasiva a cumplir una labor social, seguir su vocación”, que un mandato presidencial.
Y es que esa profesión admirable está terriblemente maltratada. Son muchos los médicos y enfermeras hastiados de que los aplaudan y llamen héroes en estos días, cuando la realidad es que la sociedad lleva años dándoles la espalda. “Con aplausos no pagamos los servicios”, me decía un médico. Incluso ahora, cuando requieren más apoyo que nunca, muchos sienten inseguridad y desprotección. “No queremos ser mártires”, añadía el mismo doctor. No se trata solo de reclamar que les paguen los salarios atrasados hasta por ¡14 meses!, según denuncia del personero de Istmina, Chocó. También, que les proporcionen implementos para enfrentar a la covid-19 con garantías. Lo inaceptable es que despidan a un médico por reclamar una protección que evita contagios y salva vidas. Esta semana, la Clínica Emcosalud, de Neiva, echó al cirujano Francisco Ruiz por negarse a realizar una operación al no proporcionarle el tapabocas N95 y las gafas que recomienda la OMS, aunque luego rectificaron.
La desprotección en hospitales está sembrando el miedo entre el personal sanitario colombiano, que lleva semanas siguiendo por los medios de comunicación los fallecimientos de colegas alrededor del mundo por esa causa. “Nunca habíamos visto la muerte tan cerca, tan de frente. Vives muerta de miedo, cualquier paciente, un compañero, la enfermera, todos te pueden contagiar. O, también, si nos equivocamos y no seguimos el orden de los 35 pasos para vestirnos y desvestirnos con el equipo protector”, me confesaba esta semana una médica. “Cada día pienso: puede que hoy salga de casa y no vuelva. No soy la única, lo pensamos todos. Muchos hemos dejado indicaciones, una especie de testamento, por si nos morimos. Sé de una compañera que va a grabar videos de despedida para cada miembro de su familia”.
Y eso que ella es una de las afortunadas que trabajan en un hospital que proporciona bastante de lo necesario, aunque no todo ni con el material más óptimo. Otros sufren la tiranía de un sistema regido, con demasiada frecuencia, por politiqueros, corruptos y desalmados. “Dígame si va a seguir laborando en la clínica o si no va a seguir para buscar otro”, escribió en WhatsApp un administrativo en respuesta a un médico que reclamaba en Valledupar un buen equipamiento. Remató el mensaje recordando que “los elementos de protección” los debía aportar él, igual que el resto de sus colegas y enfermeras. No se trata de un caso aislado, sino de una norma más extendida de lo que pensamos.
Como sabemos, la mayor parte del personal sanitario solo tiene contratos de prestación de servicios por los que cobran cantidades ínfimas, lo cual los obliga a trabajar en varios lugares para cuadrar unos ingresos dignos. Pero ahora que cancelaron las consultas presenciales y aún no concretan las virtuales, quedaron con unas ganancias exiguas como para que encima deban adquirir lo que es obligación de las ARL y de los centros hospitalarios. “He gastado cinco millones de mis ahorros en ayudar a un familiar médico que trabaja en un hospital, porque me asusta que se contagie”, relata una amiga. “El tapabocas N95, que compraba al inicio a 8.000, ahora está a 25.000 y se pueden necesitar varios en una jornada. La máscara completa que ofrece más garantías la conseguí por 400.000 pesos cuando antes, en Mercadolibre, costaba 125.000. Los vestidos buenos, que también son de un solo uso, cuestan 150.000 pesos. Y hay que tener cuidado porque venden como nuevos elementos usados”.
¿Alguien cree que en todas las ciudades y pueblos de Colombia que cuentan con hospitales públicos, donde se robaron la salud durante lustros, comprarán lo necesario para salvaguardar las vidas de sus sanitarios? Entretanto, más de un gobernador y alcalde despilfarrando fondos de la emergencia en gastos superfluos y ya detectaron malos manejos. Por si no fuera todo suficiente despropósito, el mandatario del Huila, otro que malgasta plata, escribió una carta a la Cancillería, el 2 de abril, solicitando permiso para contratar médicos cubanos. Parece insólito que aún se traguen la propaganda castrista de una medicina excelsa, cuando lo que señalan investigaciones como la de la ONG Cuban Prisoners Defenders es que está plagada de títulos falseados y logros de dudosa veracidad. No tiene justificación recurrir a ellos cuando existen colombianos desempleados y mejor formados, otros tratando de homologar la especialización que hicieron en el exterior, así como venezolanos instalados en Colombia. Esperemos que Duque no lo permita.