Con su segundo gol del partido –tercero del equipo–, Lionel Messi pasó de humano a ser considerado un inmortal. El partido era contra Liverpool en la ciudad catalana. Era el primero de dos partidos. El gol dejaba al equipo inglés en una condición preocupante. Prácticamente catastrófica. Ese 3-0 de Barcelona parecía el paso hacia la final. El juego en Anfield era más que un trámite. Era la oportunidad para garantizarles a Barcelona y a Messi su lugar en la historia. El gol de Messi fue una obra de arte.  No conozco las probabilidades de una victoria de Liverpool. Pero seguro eran pocas. No es usual que alguien logre meterle cuatro tantos al glorioso equipo de Barcelona. Pero ocurrió: 4-0. Han sido implacables las críticas. A Messi, que seis días antes lo calificaban de superhéroe, no faltan quienes hoy lo tildan de fracasado.  Opinión: La absolución de Trump Lucas Moura es un brasileño de bajo perfil. Un jugador que no es titular indiscutible. Un futbolista que es más conocido por las ganas que por la técnica. Hasta hoy. Tottenham ganó su semifinal con tres goles de Lucas. Todos en el segundo tiempo. El último de infarto, faltando segundos para terminar el juego. La labor de Tottenham fue heroica.  Nadie sabe cuál de las dos semifinales fue mejor. Pero sí hay un consenso: ganaron quienes tenían más fortalezas.  El Domingo de Ramos, Tiger Woods acababa de hacer historia: por primera vez había ganado desde atrás un major. Después de casi 11 años, Woods vuelve por la puerta grande. Todo un milagro. Hace dos años, la pregunta era si jugaría golf otra vez. Era insoportable el dolor. Para los críticos era merecida su frustración; su vida personal era una pesadilla.  Pero las segundas oportunidades sí existen. Se vio en la cara de Woods. Puede volver a soñar con otros títulos. Ha renacido. Le sugerimos leer: Duque en el laberinto La semana pasada, por primera vez en más de dos siglos, hubo una transferencia de mando en Japón. El entonces príncipe, Naruhito, reemplazó a su padre. Su coronación fue la llegada de una nueva época. Es una etapa que marca el “nacimiento de una civilización donde los seres conviven en armonía”, dijo el emperador saliente, Akihito. Este lunes llegó Archie Harrison. El primer hijo del príncipe Harry y Meghan Markle y séptimo para la Corona. Según el comunicado real, el bebé y la madre están bien. Es lo que importa.  La derrota de Barcelona. La revancha de Tottenham. El milagro de Tiger. Una nueva era en Japón. Continúa la Corona británica. Es la demostración de que la vida sigue. Que hay que mirar el bosque, no las ramas. Hay mucho de más coraje, inspiración y esperanza en el mundo que lo que vemos. Y especialmente con la miopía que suele afectarnos en Colombia. Sí, hay dificultades. Hay complejidades. Hay culpables. El día a día parece eterno. Hay poca confianza en el futuro; cero para el presente. La credibilidad en las instituciones es poca. Pero no hay que perder de vista lo rescatable: no todos los días son nublados. Al final hay luz.  La noticia no es la derrota de Barcelona, sino la victoria de Liverpool. Fueron ellos quienes remontaron el marcador. Ese es final inesperado.  Fue excepcional la revancha del Tottenham, pero Ajax también lo mereció. Ambos equipos jugaron por encima del ciento por ciento. No hubo perdedor.  Opinión: El brexit uribista Tiger Woods volvió a ganar, pero nadie perdió. Fue un triunfo para todos, para quienes creen en las segundas oportunidades. Los japoneses están inaugurando con un nuevo emperador. Es una página para escribir lo novedoso. El pasado quedó atrás. El pueblo británico sabe muy bien que el nuevo heredero, séptimo en la línea al trono, posiblemente nunca será rey. Pero no importa. La tradición se ha cumplido. Es ver el vaso lleno. Poder discernir lo positivo de lo negativo. Celebrar la victoria de Liverpool sin acabar a los de Barcelona. El reconocimiento de Tottenham como equipo sin afectar a Ajax. Es la celebración de Tiger Woods sin hablar de su pasado. Aplaudir al nuevo monarca de Japón como el comienzo del futuro. Es el nacimiento de Archie Harrison como la continuidad de la tradición de la casa real. En fin, hay mucho más que celebrar en el mundo. No amerita desfallecer ante el tradicional pesimismo colombiano. Es el momento de mirar con nuevos ojos nuestro paisaje.