Un verdadero desastre vive la economía colombiana. Cuando el presidente Gustavo Petro tomó posesión del cargo el pasado 7 de agosto, el precio del dólar se encontraba en 4.337 pesos. Esta semana alcanzó un máximo histórico en el país y llegó a cotizarse a 4.958 pesos.
Hay un contexto internacional que no se puede dejar de mencionar que incluye la crisis inflacionaria en el mundo, en especial en Estados Unidos, y la disminución en los precios del petróleo. Pero hay factores internos también. Y uno de ellos es el pésimo manejo en las comunicaciones de los ministros del gabinete.
La medalla de oro en esta materia se la gana, sin lugar a dudas, la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, que desde que fue nombrada ha dicho sin titubear que hay que “decrecer la economía”, “descarbonizar la economía”, que hay una crisis climática y Colombia debe casi que arreglarla y que, en virtud de cumplir unas promesas de campaña, no se van a firmar nuevos contratos para la exploración y explotación de gas y petróleo.
La reiteración de ese mensaje ha generado pánico en los mercados, que están lejos de comportarse como lo hacen los “influenciadores” del petrismo. Los agentes económicos tienen expectativas en el futuro y una sola racionalidad, ganar dinero. Pero en la lógica de una ideología de izquierda que quiere llevar la economía al decrecimiento, no hay argumentos que les ayuden a comprender por qué, contrario al Gobierno, la gente no quiere perder su dinero.
La ministra no se ha movido en una sola coma de sus declaraciones. Por el contrario, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, ha tratado en vano de contenerla a ella y a un grupo de ministros que claramente no saben ni entienden de economía. Pero, además, el propio presidente Gustavo Petro ha enviado mensajes contradictorios, destructivos y muy confusos.
¿Era necesario este desastre? Depende. Si el objetivo es empobrecer el país, entonces la estrategia está funcionando, porque un dólar tan elevado afecta a las poblaciones vulnerables, a las clases media y alta. Encarece el precio de los alimentos, insumos, medicamentos, servicios y termina por seguir presionando al alza la inflación.
El presidente podría hacer mucho para calmar los ánimos. Empezando por no trinar. Es que de manera coincidencial, cuando atacó al Banco de la República por aumentar las tasas de interés y sugirió la pésima idea de ponerle un impuesto a la fuga de capitales, el precio del dólar se incrementó. Cuando increpó al Gobierno de Estados Unidos por fomentar la crisis económica en Latinoamérica, la divisa aumentó su valor. El presidente debería organizar la línea de comunicación y entender que cuando habla, el país y los mercados lo escuchan. Y de lo que sí puede estar seguro es que los mercados le están creyendo.
Ahora bien. La ministra Vélez ha demostrado con creces que no estaba preparada ni para ser ministra, ni para administrar la cartera de Minas y Energía, generadora de tanta riqueza para el país. No es un tema de ser mujer, de 40 años, casada o soltera, usar tenis, aretes grandes o franelas de manga sisa. Es un tema de conocimiento técnico, económico, de finanzas públicas, política monetaria, fiscal y mercados internacionales. Puede tener mucha personalidad, pero el exceso de ímpetu y altanería no le sirve al país. Puede que a ella sí, para que crezcan sus redes sociales y reconocimiento público, pero para la nación ha sido un perjuicio.
De manera irracional, las bodegas virtuales que apoyan al petrismo se encendieron a toda máquina y empezaron a insultar por doquier a los economistas, políticos y financieros que analizaron el comportamiento de la divisa americana. Pues bien, es importante que comprendan que los mercados no leen al tuitero más famoso de la izquierda, ni cantantes o actrices. Los agentes económicos se mueven por expectativas hacia el futuro y toman decisiones con base en la ganancia de sus inversiones, y son los anuncios oficiales del Gobierno los que generan confianza o no en los mercados. Y tristemente esta semana los mercados perdieron la confianza en la economía colombiana.
En un trino del presidente Petro intentando recuperar el terreno perdido frente al dólar, dijo que: “Los contratos de explotación petrolera, carbonera y gasífica continúan normalmente. Los contratos de exploración vigentes continúan normalmente. No hay ninguna prohibición”. Pero lo que quieren saber los mercados es si van a continuar en el futuro o no, y por la incertidumbre del mensaje, los agentes prefieren seguir sacando su dinero del país.
Adicional al desastre del dólar, cursa una reforma tributaria en contra de la clase media, a la que le cobrarán impuesto de renta por ganar más de 13 millones de pesos mensuales. Las familias no podrán declarar exenta de renta el valor (entre otras cosas) de la medicina prepagada, porque ahora adquirir un servicio médico privado parece que va a ser una suerte de delito contra la igualdad y la equidad. Las pensiones serán “democratizadas” y viene en ciernes una reforma laboral que pondrá al aparato empresarial en mayores apuros.
Por todo esto, si el Gobierno quiere calmar el comportamiento del precio del dólar, los mercados, darles tranquilidad a los inversionistas, familias y ciudadanos de a pie, entonces la ministra de Minas y Energía, Irene Vélez, sin lugar a dudas, debe irse del Gobierno. Lamentablemente no lo hará y la crisis será peor.