Las marchas del pasado miércoles fueron un muy buen comienzo. Obviamente, el presidente Gustavo Petro las desechó sin problema. “No quieren perder privilegios”, fue la respuesta descarada de Petro cuando le preguntaron sobre las marchas. Respuesta que, por cierto, muestra su talante despótico, su desconexión con por lo menos la mitad, aunque yo creo es mucho más, del país y su ego y falta de empatía –alexitimia o trastorno de personalidad narcisista es el término médico– con reclamos de ciudadanos inconformes.

Pero no va a ser suficiente. Cuando la Corte Suprema le elija fiscal, y las tres son de bolsillo, no se equivoquen, el juego cambia totalmente y la intimidación que la Corte sintió con ese pequeño motín que le crearon y con la presión a la que la vienen sometiendo de otras maneras va a ser un juego de niños.

Van a venir las imputaciones y el uso de la justicia para intimidar a la oposición. No va a ser todo de una, va a ser graneado para evitar una reacción mayor, pero el efecto intimidatorio es el mismo. Y ya vemos cómo poco a poco Petro gana la partida. Los síntomas son claros.

El primero es la entrega de Sura a la reforma a la salud. Los beneficios van a ser de cerca de un billón de pesos –pasa la comisión de manejo del 3 al 8 por ciento por ahora, pues después los desechan– pero le entregan el manejo de 70 billones al Gobierno. Lo que viene va a ser salud para los amigos, robo descarado, contratos al por mayor y destrucción del sistema con pésima calidad de servicio. ¿Acaso es un privilegio tener el sistema de salud que tenemos hoy? No, es un derecho que Petro y su zoquete de ministro van a acabar. Es solo cuestión de tiempo, pues comenzaron a ahorcar a las EPS y ya una se entregó.

En términos de justicia ya habló del punto final. Y no es para las Farc, que obviamente ahí van en coche y su queja frente a la JEP es parte de esta triangulación. Es un mensaje a Álvaro Uribe, a los Char, a congresistas, a magistrados y a muchos otros que van a comenzar a apretar con la fiscal de bolsillo. El punto final va a tener un costo de gobernabilidad y quizás de extensión de tiempo en el mandato a través de un referendo o una constituyente. El expresidente Juan Manuel Santos le mostró el camino a Petro, pues en poco menos de dos años puso a un sector del uribismo, incluyendo al mismo Álvaro Uribe, o en cárcel o en la picota judicial que aún hoy sigue vigente.

Lo mismo pasa con la reforma pensional. ¿Es un privilegio haber trabajado 40 años y tener una pensión? La reforma pensional fácilmente le va a dar 200 billones de pesos al Gobierno para pagar subsidios y así obtener votos. No importa que en 20 años los hoy pensionados reciban una tercera parte de la pensión de hoy, si nos va bien, y que los jóvenes de hoy nunca vayan a tener pensión. Así fue en Argentina y en Venezuela, donde la pensión de un profesor es de 5 dólares.

¿Dónde juega la paz total? En la necesidad de la extensión del mandato para culminar los procesos. Va a formar parte de esa nueva narrativa que va a llevar a Colombia al abismo político, social y económico.Ese es el panorama de este próximo año. Entonces uno se pregunta después del éxito de esta semana, ¿las marchas y la presión popular para qué? Si ya sabemos que a Petro le importa un pito y su plan es como el de la mafia, comprar o desaparecer –en este caso utilizando la justicia– a todo el que se oponga. ¿Para qué marchas?

Lo primero es para morir de pie. Es el futuro de nuestros hijos y nietos. Ni hablar del nuestro. Todos vamos a comer mierda. Venezuela y Argentina son ejemplos. Ellos no combatieron desde el principio. Además, uno nunca sabe cómo acaba esto. En Sri Lanka al final se tomaron sin un tiro el palacio de gobierno y llamaron a nuevas elecciones para citar un ejemplo. Pero la pelea es ya, todos en la calle.

Lo segundo, esto debe ser ciudadano, no partidista. Esa tarima debería tener un maestro pensionado, un doctor, un paciente y no unos políticos que, la verdad, no suman. Y acá no podemos ser los mismos con las mismas. Hay que sumar el centro y la izquierda democrática, que va a sufrir tanto como el resto de ciudadanos.

Estas marchas deben convertirse en un movimiento como lo fue el ‘No más’ de 1999 y 2000. Con eslogan, con jingle, con comerciales digitales y en televisión, con objetivos concretos y con una descentralización total. Con bases de datos, con activistas dedicados al tema y con una organización básica mínima. No más marchas de políticos, que se busquen los votos de otra manera. Esto es de los ciudadanos.

Hay que llenar de información a los 2 millones de pensionados sobre su triste futuro. También a los 17 millones de usuarios de Sura, de Sanitas, Salud Total y Famisanar. Lo que van a perder, cómo sus citas no se van a dar y los medicamentos tampoco. El caos que viene. Que sepan que quedarse en casa no basta.

Hay mucho más que decir y hacer. Buen principio, pero no es suficiente. Lo que viene nos va a medir el temple y la capacidad personal de sacrificio. Esto no son las Farc, el ELN y los paramilitares, que solo matan. Es algo mucho peor, es Petro en el Gobierno. ¿Listos? Yo sí.