La geopolítica mundial está dando tumbos peligrosos, lo cual puede conducir a que el planeta comience nuevamente a arder. Parece que la guerra fría no ha finalizado, solo hay nuevas estrategias que buscan mantener o disputar la supremacía dentro del gran escenario mundial en el cual gravitan las grandes potencias y en que el enfrentamiento entre las ideologías capitalista y socialista sigue su marcha inexorable.
En el tablero internacional se han presentado nuevos jugadores con gran poder económico y militar, quienes también evitan que cualquier confrontación llegue a sus territorios, pero ejercen influencia negativa sobre gobiernos ideológicamente subordinados; los ataques, las amenazas, las alianzas, los preparativos ante peligros inminentes, así como la incertidumbre ante cambios en la orientación política de varios países generan gran inseguridad.
A nivel mundial, la ideología zurda busca fortalecer bloques y consolidar gobiernos totalitarios; la agresividad económica de algunos estados, el populismo de ciertos gobernantes que tratan de esclavizar la mente del pueblo, promover el caos, debilitar las autoridades legítimas, ser permisibles frente al delito y la violencia, así como la impunidad que avasalla a la justicia, son algunos de los elementos que caldean los ánimos en varias latitudes y promueven el escepticismo frente a una paz generalizada.
Oriente Medio vive una escalada de violencia y la región se enfrenta a una guerra generalizada que puede ser el detonante de una tercera guerra mundial; Israel combate desde hace un año a los terroristas de Hamás que asesinaron a más de 1.200 ciudadanos israelitas y hoy atiende varios frentes de guerra contra Líbano, Irán y Yemen, entre otros. Este conflicto parece no tener fin, ha causado miles de muertos, heridos y desplazados, así como ha profundizado el odio regional.
Algunos países apoyan a Israel en su defensa, como Estados Unidos que colaboró en la destrucción de misiles disparados por Irán contra Israel, mientras que otros generan controversia por su apoyo a los grupos terroristas Hamás y Hezbolá, como es el caso de Irán. Por su parte, Colombia rompió relaciones con Israel y lo acusa de genocida, Sudáfrica demandó a Israel ante la CPI por genocidio en Gaza, y Francia aconseja un embargo de armas contra Israel, lo cual seguramente favorecerá los intereses de Irán.
En el escenario asiático, China trata de conseguir reivindicaciones territoriales en el mar de China Meridional, intimida a Taiwán y entra a disputar la presencia en el mar de Bering. Japón construye portaaviones y Taiwán se prepara para enfrentar una guerra con China. Alemania desafía a China navegando por el estrecho de Taiwán, así como Japón, Australia y Nueva Zelandia. Rusia continúa en la guerra contra Ucrania y la Otan mantiene su alerta permanente ante el posible ataque a uno de sus integrantes.
El área latinoamericana se ve afectada por la presencia ilegal de pesqueros chinos que arrasan con las especies marinas y se observa con preocupación la rápida penetración económica china en la región con la construcción del puerto de Chancay en Perú, así como el acercamiento de Colombia a China, según declaraciones del canciller por reciente viaje a ese país, pues no se sabe qué han pedido a cambio; ‘nunca dan puntada sin dedal’, dice el adagio popular. ¿Peligrará nuestra soberanía?
Preocupan las declaraciones de un exministro de Defensa de Perú, quien ante la adquisición de aviones de combate para ese país, manifiesta que en las relaciones internacionales no hay países amigos ni aliados, así como abiertamente afirma que la compra de los aviones de combate servirán para proteger el puerto de Chancay ante las tensiones con Chile. El fraude electoral en Venezuela se suma a la incertidumbre del área, pues este mal ejemplo puede atraer intereses mezquinos de la izquierda en el vecindario y afectar las elecciones de 2026.
Los gobiernos democráticos trabajan para beneficio de todo un país, no para apropiarse de los votos de las bases populares, como ocurre actualmente con la izquierda ‘progre’ que se ha caracterizado por el apetito desbordante de la corrupción. En Colombia nos encontramos en medio de una crisis económica creciente, de una crisis social y moral, así como de una crisis desbordada de violencia, donde la polarización de la población y el enceguecimiento ideológico del gobernante posiblemente incendiarán el país para justificar su permanencia en el poder.
El gobernante emplea la estrategia de la victimización e invierte con su narrativa ‘progre’ las realidades jurídicas; el CNE investiga la campaña del candidato, no al presidente. Pero este le da un ‘golpe de Estado a la democracia’ desconociendo la ley y despreciando la institucionalidad, a pesar de haber jurado en su posesión el respeto a las leyes. Fuera de esto, incita a la guerra civil para que se cubra de sangre el territorio nacional, promueve las movilizaciones, coloca el país a merced de los violentos e impide que las fuerzas legales del Estado actúen según la Constitución.
La elección del actual gobernante es una muestra de democracia y este no puede manipularla a su antojo, ni tampoco estar por encima de la ley. “Si van a tumbarnos del gobierno, vamos por el poder”, es una frase del jefe de gobierno que incita a la violencia y va en contravía de nuestra institucionalidad, la que promueve la libertad y el orden.