No me refiero con el titular de esta columna a un déficit de profesionales de la medicina (aunque también allí necesitamos más doctores); me refiero a los profesionales que optan por seguir el más alto nivel de educación superior en un campo del saber. Los números son concluyentes: estadísticas del Ministerio de Educación Nacional dan cuenta de que se están graduando en promedio 12 doctores por millón de habitantes y de acuerdo con Colciencias (hoy Minciencias), en Colombia sólo hay 5,6 doctores por cada millón de habitantes. Esta cifra está por debajo incluso del promedio regional, pues América Latina nos triplica en esa tasa.
Ni hablar si nos comparamos con la OCDE; durante el año 2019 se reportó que el promedio de adultos con doctorado, en la franja de edad entre los 25 y 64 años, fue de alrededor del 1.1 %, cifra que en Colombia fue aproximadamente del 0,12 %. Lo cual quiere decir que aún controlando por población, Colombia produce 10 veces menos el número de egresados de doctorado que el promedio de la OCDE.
Con respecto a temas de competitividad, Colombia ocupa el escalafón 68 entre los 131 países que analiza la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, WIPO (por sus siglas en inglés) y el lugar 56 en el ranking mundial de competitividad del Institute for Management Development de Suiza, que evalúa 64 economías en el mundo.
Si partimos de la base según la cual hay una incidencia importante de la investigación sobre los resultados de innovación y por intermedio de esta, de competitividad, es imperativo hacer grandes esfuerzos en investigación si se quiere entrar a las grandes ligas de la competitividad, más aún en la fase pospandemia y de recuperación económica. Un camino para impactar favorablemente, son los doctorados y sus valiosos aportes en investigación.
En el mercado colombiano hay 403 doctorados, de los cuales solamente 65 cuentan con Acreditación de Alta Calidad. Sin embargo, es necesario seguir fortaleciendo la oferta, la calidad y la pertinencia. Es por esta razón que en el CESA hemos decidido hacer una apuesta clara, buscando generar impacto en nuestro país, a través del Doctorado en Administración de Empresas, DBA. Más que abarcar todo el amplio espectro académico en el área de la Administración de Empresas, se trata de un compromiso con el país para la formación de expertos en la disciplina, que puedan agregar valor al ámbito empresarial, con rigor científico.
Nuestro DBA propone abordar problemas complejos de las organizaciones, no desde la intuición -con toda la carga de sesgos implícitos en la toma de decisiones gerenciales de los que habla el psicólogo y nobel de Economía Daniel Kahneman-, sino basado en el método científico, propio de la investigación pura. De lo que se trata es de darle ciencia al ámbito de los negocios.
En nuestro país, al déficit de doctores, que como ya mencioné es un tema de especial atención para avanzar en competitividad, se suma el que la mayoría siguen el camino académico (habitual en los Ph.D.). Según el informe del Consejo Privado de Competitividad (CPC 2019), la principal fuente de empleo de investigadores colombianos es la academia (el 95.6 %) y las empresas y el gobierno vinculan la menor cantidad de investigadores, entre el 2.6 % y el 1 %, respectivamente, mientras que en los países de la OCDE dicho indicador alcanza el 30.9 %, y el grueso, es decir, seis de cada diez investigadores (61,8 %) trabaja en empresas y el 7.2 % está vinculado al gobierno.
Quisiera destacar tan sólo un par de diferencias entre un Ph.D. y un DBA: el ISM de Alemania señala -por ejemplo- que mientras los Ph.D. conducen generalmente a una carrera en el sector educativo, como profesor e investigador, los DBA aportan soluciones ejecutivas en la práctica con técnicas de alto nivel. Otros expertos anotan que mientras los primeros tienen menor experiencia laboral y buscan el desarrollo de nuevas teorías, los DBA, con mayor trayectoria laboral, se distinguen por realizar investigación de gestión sobre problemas empresariales concretos.
En conclusión, si hay una manera de darle un viraje radical al país en innovación y competitividad es redoblando los esfuerzos en programas doctorales que aporten a la investigación, pero a la vez que sus investigadores, como ocurre con los DBA en el mundo, retornen al ámbito empresarial. Requerimos más doctores, PhD y DBA y necesitamos que cada día más, estos doctores se sumen también a las empresas y al sector privado, generando el conocimiento necesario para que Colombia pueda aprovechar todos los beneficios de esta llamada cuarta revolución industrial.