Viendo lo que pasa con quienes gobiernan el país no puedo dejar de pensar en aquellos años maravillosos del colegio. Los miembros de la Junta del Banco de la República sentados en los pupitres de adelante con sus gafas vidrio de botella, los apuntes impecables y prestos a pasar al tablero para resolver cualquier ecuación. El presidente y su combo de áulicos recostados en lapared de atrás, jugando 'triqui' y murmurándose a la oreja el levante de la noche anterior. Los congresistas 'capando' clase y buscando afanosamente falsificar una excusa médica. Y los magistrados de la Corte Constitucional negociando en la prefectura de disciplina el cambio de uniforme. ¡Viva el régimen de X Grado!Con la situación que está viviendo el país, lo que más debería preocupar, además del comportamiento sibilino de los congresistas, es la aparentemente inofensiva mentalidad nerd personificada por los miembros de la Junta. Esa línea de pensamiento honesta pero obtusa, que no se sale nunca de los cauces de la ortodoxia, que no logra trascender la burbuja académica y que está desconectada de la realidad nacional. Que cuando suena el timbre de incendios se queda en el salón resolviendo ejercicios de química mientras el resto de sus compañeros salen despavoridos a buscar un refugio seguro.Los nerds del colegio, al menos, sacan cinco. Los nerds de la Junta ni siquiera pudieron cumplir dignamente con sus dos tareas primordiales: el manejo de las tasas de interés y la banda cambiaria, y por eso sobre sus hombros recae una gran cuota de responsabilidad en la agudización de la recesión económica. Mucho mérito: son los primeros nerds que pierden el año. Pero uno no se raja gratuitamente. Y menos los doctores _estos sí de verdad_ del Banco Central. Más allá de sus títulos en latín, su abnegada dedicación y su honorabilidad a toda prueba, a los miembros de la Junta del Banco los liquidó lo que, irónicamente, había inundado de prestigio y credibilidad durante tantos años a nuestra élite económica: la ortodoxia. Porque en tiempos de crisis nada más peligroso e inflamable que una receta ortodoxa.La situación que está atravesando el país ha dejado en evidencia que nuestra clase dirigente carece del músculo mental que le permite afrontar y superar una verdadera crisis. El desarrollo sostenido que había vivido Colombia acostumbró a nuestra élite tecnocrática a gobernar durante décadas con las mismas cartas raídas y amarillentas. Por eso el caos, la confusión y la improvisación cuando una crisis cambia la baraja de un momento a otro. Tantos años obsesionados con 'romperle el espinazo' a la inflación y aparece, súbitamente, el fantasma de la deflación. Los nerds de la Junta, esta vez con casco espacial, se cansaron de oprimir botones desde su hermética cabina para reducir a toda costa la inflación mientras el país se arruinaba con sus altísimas tasas de interés. Hasta que sucedió lo previsible: la nave economicista entró a la atmósfera y se estrelló de nariz con la realidad. Ni hablar aquí, por falta de espacio, del terco y desacertado manejo de la banda cambiaria, que en cualquier plantel educativo era causal de expulsión. Como buenos nerds no sólo se negaron a renunciar sino terminaron protegiéndose señalando con dedo acusador a sus compañeros del gobierno (los mascachicles de atrás) por filtraciones a los medios. ¡Neeeeeerrrrdsss!Se acabó la era de la ortodoxia. Es hora de empezar a inventar y construir y no de imitar y reproducir. Es hora de que la política económica quede en manos de un equipo que se salga de los estrechos cánones tradicionales, que se atreva a pensar y a proponer soluciones a la crisis, así sean audaces. Es necesario _y urgente_ crear un agresivo plan de empleo para evitar un inminente estallido social. Es tiempo también de reinventar un nuevo sistema para la financiación de la vivienda (el sistema Upac, que fue un ejemplo colombiano para el resto del mundo, lo tuvo que inventar un académico norteamericano de paso por nuestro país, el intachable profesor Currie).Un país en crisis _y me refiero sobre todo a sus gobernantes_ está invariablemente abocado a innovar, a romper moldes y tender puentes que le ayuden a superar la adversidad. Lo hizo Lenin con su Nueva Política Económica luego de la revolución bolchevique como una transición hacia el comunismo, Roosevelt con el célebre New Deal luego de la crisis financiera de 1929, Fernando H. Cardoso con el Plan Real en Brasil, y lo está haciendo actualmente Tony Blair con su controvertida pero provocadora Tercera Vía.Las lecciones del colegio son sabias: ojo con la ortodoxia en coyunturas de crisis. Y, más aún, con la venganza de los nerds.