Es el crimen perfecto. Ladrón roba a ladrón y nadie reclama. Cierto que entre mafiosos suele ser diferente y se matan por un impago. Pero cuando el hampón que comete el fraude es la novia del patrón, lo más aconsejable será dar por perdida la plata.
La bella Vivian Arlet Ruiz Barrera posa como una prepago en la foto que encontré en redes sociales, muy al estilo de la niña Merlano. Insinuante, ligera de ropa, consciente de las armas de mujer que conquistaron al todopoderoso general Vladimir Padrino. El ministro de Defensa chavista, destacado miembro de la banda de criminales-narco-cleptómanos de Miraflores, por el que Estados Unidos ofrece una recompensa de 10 millones de dólares, se separó de su esposa y se unió a Vivian Arlet.
Lo que no deja de ser una cuestión privada que no tendría mayor interés, si no fuese porque la novia aprovecha su condición para atracar a los altos mandos militares que se enriquecieron a costa de arruinar a sus compatriotas.
La historia es bien sencilla: la señorita es, desde 2017, una de las propietarias de Shasta Technologies, firma creada por un ramillete de delincuentes de cuello blanco, españoles y venezolanos, para estafar a sinvergüenzas.
Ofrecen un servicio necesario para los corruptos chavistas que llevan dos décadas esquilmando el erario del país hermano: blanquear las fortunas en Estados Unidos, Dubái y España, este último convertido en uno de los destinos favoritos de los boliburgueses y lavaperros de Maduro para instalarse o enviar a sus hijos a derrochar lo robado. Los dos de Vladimir Padrino, Yarazetd y Mitchell, son famosos en Madrid por sus extravagantes lujos que exhiben sin recato alguno.
Volviendo a Vivian Arlet, figura como socia de los jefes de la banda, Leonardo Montbrun y Luis Alfredo González, en Viajes Montbrun y Asociados, SL, registrada en Caracas y en Barcelona, España. Y como directora de Leovivpad Research CA, de Barinas, Venezuela, dedicada a campos tan variados como comercializar tabaco y minerales hasta las criptomonedas, pasando por “consultoría de toda clase de servicios (…) financieros, tecnológicos…”, es decir, con licencia para atracar en incontables sectores económicos.
Aparte de privilegiar a dichas firmas con diversos contratos estatales corruptos, como la exclusividad de los viajes de Conviasa o la colocación de los fondos del Ministerio de Defensa, la guinda la puso la dama al convencer a altos oficiales del Ejército, con el aval de su amorcito, el ministro Padrino, para que lavaran, por medio de las citadas empresas, el dinero robado a los venezolanos.
No hace falta tener media neurona para entender que pocos se atreverían a negarle nada a un ministro general que asesina, tortura y encarcela sin causa a quien le resulte molesto. Además de que los expulsarían del paraíso chavista donde viven bien sabroso.
En una publicación sobre Vivian Arlet, dos de sus esbirros escriben al alimón un breve perfil que merece figurar en la Antología de la Loba Lambonería: “Su pasión son las antigüedades, las joyas, las esculturas religiosas y la fotografía. Hace labor social y pinta estilizadas figuras humanas (…) La seduce la belleza en todo su esplendor (…)”, reza la nota. “De exquisito e innato gusto, sabe diferenciar a la perfección lo cotidiano, lo tradicional, lo vulgar y lo vanguardista (…) Es extremista, ama u odia, pues no comulga con la hipocresía”.
Incluyo parte del panegírico porque refleja el espíritu de Miraflores y la nula intención de cambiar su cultura narca. No solo roban el erario, torturan, desplazan y matan disidentes, también presumen de sus excesos y delitos, y ensalzan a quienes los perpetran.
Hace un par de semanas, amparados por el vuelco de las relaciones de Casa Nariño con la dictadura chavista, aterrizaron en Bogotá dos siniestros personajes, los hermanos Tadeo y Bernardo Arosio, dueños, entre otros, del lujoso restaurante caraqueño Fuerore, favorito de la mafia cleptómana de Miraflores. Fuentes venezolanas de toda solvencia aseguran que son los Álex Saab del megahampón Tareck El Aissami, ministro de Petróleo.
Ambos “nuevos lavadores” ya habrían sacado de Venezuela unos 100 millones de dólares que El Aissami desvió de PDVSA. Utilizan sus propias empresas y bancos como el Standard Chartered.
También ese ministro corrupto emplea a su esposa, Rudy, para el trabajo sucio, porque las mujeres de los capos de Miraflores son sus cómplices. Como la esposa de Álex Saab, la italiana Camila Fabri. Por cierto, olvidé que amenazó con demandarme por calificarla de corrupta, delincuente o similar. Es decir, por describirla tal como es.
El que Joe Biden haya perdido la dignidad al dejar libres a los dos sobrinos traquetos de Maduro y su esposa Cilia, y que el Gobierno Petro se abrace con los responsables de hundir en el abismo a Venezuela, no limpia sus abultados prontuarios ni rebaja la condición de compinches a sus esposas.
Algún día pagarán sus crímenes.