A esta hora los periodistas de Semana Noticias seguimos escuchando más de 25.000 registros de audio y texto, tras las interceptaciones de la Fiscalía a José Guillermo ‘el Ñeñe’ Hernández. Las menciones al presidente Iván Duque son constantes. El Ñeñe habla de supuestas citas y llamadas con Duque. Incluso en algún momento dice: “El presidente es mi hermano”. Además, en todas las redes hemos visto fotografías en las que el presidente se ve al lado de este hombre. Ni qué decir de aquella imagen que da fe de la asistencia del cuestionado personaje a la posesión presidencial. ¿Cuántos colombianos son invitados a dicho evento? Creo que la cercanía entre los dos es más que evidente. Pregunto: ¿en algún momento Iván Duque fue atendido en medio del Festival Vallenato por el Ñeñe? ¿Estuvo el presidente pendiente de la repatriación del cadáver de Hernández después de ser asesinado en Brasil? La amistad no es un delito. Aunque un presidente tiene que cuidarse de las malas compañías. El problema es que las transcripciones en un informe de policía judicial de una interceptación al Ñeñe, publicadas por el periodista Gonzalo Guillén, ponen al presidente en aprietos. En ellas el Ñeñe habla de una supuesta compra de votos para el candidato Duque por 1.000 millones de pesos. Esas son las explicaciones que el presidente tiene que darle al país. Las autoridades competentes deben investigar y encontrar la verdad. Ojalá los audios que todos estamos buscando no estén perdidos a propósito. Los seguimos buscando. Publicar las cuentas y gastos de la campaña no es suficiente. Es claro que allí no estará registrado nada ilegal.
El Ñeñe Hernández sí tenía acceso a mucha gente del poder. Quizás fiscales, vicepresidentes, ministros, congresistas, alcaldes, gobernadores y hasta generales de la república. Estoy convencida de que no solo se relacionaba con gente de este Gobierno. Muchos políticos pasaron por los agasajos del Ñeñe. Uribe, quien también aparece en las fotos y es mencionado en los audios, niega que existiera una amistad entre los dos. Sin embargo, queda, entre otros, el trino de ‘dolor’ que hizo tras la muerte del Ñeñe. Pero Uribe salió y dio la cara inmediatamente. Duque se demoró. Aquí está pasando algo que no nos quieren contar. La reacción del Gobierno ha sido tardía y, por ende, sospechosa. Lastimosamente, hoy sabemos que el Ñeñe era una persona con investigaciones por homicidio y la Fiscalía le seguía los pasos por supuestamente hacer parte de la organización criminal de Marquitos Figueroa. El presidente dijo que no sabía. Pero reconoció que tuvo relación con él en los últimos cuatro años, aunque aseguró que no hubo ninguna “hermandad”. Lo que no podía pasarle a Duque es que su presidencia tuviera una mancha por supuestas conductas electorales ilegales. Pero le está pasando. Hoy su gobierno está en entredicho por la supuesta compra de votos en la costa Caribe durante la campaña de 2018. Lo dijo la excongresista fugitiva Aida Merlano y ahora explota la Ñeñepolítica, que sugiere otra supuesta operación de fraude electoral en esa región para beneficiar a Duque. Colombia no puede seguir viviendo en una mentira. Es necesario saber en qué condiciones llegan los presidentes al poder. Hoy no sabemos toda la verdad sobre el proceso 8000; tampoco han querido investigar la entrada de dineros de Odebrecht a las campañas de Juan Manuel Santos, y ahora esto. Necesitamos que la Fiscalía, el Consejo Nacional Electoral, la Comisión de Acusación y la Corte Suprema investiguen y lleguen hasta las últimas consecuencias. Dicho esto, no podemos condenar a Duque. Simplemente que investiguen. Pero quedan muchas dudas por resolver que golpean de frente al Gobierno. Quienes conocen bien a Iván Duque dicen que es preparado, disciplinado, estudioso, de buenas intenciones, simpático y buena persona. Sus amigos y enemigos políticos coinciden en que la presidencia le llegó milagrosamente de la mano de Álvaro Uribe. Quizás prematuramente. Tal vez por eso desde que se convirtió en presidente de Colombia sus desaciertos ocupan las primeras planas noticiosas. Tampoco es que se ayude mucho, y claramente no se deja ayudar. Me atrevo a decir que lo persiguen la desgracia y el fracaso, como si tuviera un sino trágico en su desempeño presidencial. Otros simplemente lo ven como un mal presidente y ya. Y lo que nos faltaba: crecieron los cultivos de coca y hasta tuvieron que hacerle examen de coronavirus a Duque. La verdad es que ya más de uno está haciendo fuerza para que llegue 2022 y este Gobierno se acabe de una vez por todas.
Entre tanto, me ha dolido escuchar algunas de las interceptaciones al Ñeñe Hernández porque no era precisamente un respetuoso caballero con las mujeres. Machista, autoritario y muy humillante. Mi solidaridad con todas las que pasaron por su vida.