La elección de Claudia Sheinbaum como presidenta ha causado sorpresa, el triunfo estaba cantado, pero se ha dado en México.
México es el país más machista del continente y, no obstante, el resultado de la elección de la presidenta seguirá teniendo esa característica, al menos por un tiempo, ya que es una conducta generalizada que no se modifica de la noche a la mañana.
En Colombia, el machismo mexicano, en que los hombres van con pistola al cinto y resuelven sus celos amorosos a tiros, exaltados en populares rancheras, sigue teniendo influencia: los cotidianos feminicidios son muestra de ello. Llevamos además ochenta años viendo películas mexicanas, que aun las más inocentes, como las de Cantinflas, no dejan de tener un fondo machista. No se diga de las novelas que han mantenido a la audiencia colombiana pegada a la televisión durante décadas.
Es más, las cosas llegaban en México hasta un punto en que una dama, por distinguida que fuera, que no tuviera a un hombre o a un marido rico que la sostuviera, era minimizada por sus amigas.
Esa tendencia machista ha sido fomentada por la Iglesia católica. Como se recordará, un arzobispo de Medellín, hace algunos años, amenazó con excomunión a las mujeres que montaran a caballo y a las que usaran suéteres ceñidos al cuerpo. Otros han considerado que la relación amistosa de un sacerdote con una mujer es pecaminosa, mientras que la pedofilia es ignorada discretamente.
Estamos ante nuevas realidades. En América Latina, fuera de México, en Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Panamá, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, El Salvador y Haití, mujeres han ejercido la presidencia, varias de ellas elegidas directamente por el voto popular.
Para no hablar de los países caribeños angloparlantes que nos dieron ejemplo de ello desde hace muchas décadas, con ilustres jefas de estado como la famosa Eugenia Charles, la primera ministra de Dominica durante 15 años. Solamente Colombia, Venezuela y República Dominicana no han tenido mujeres de presidentas.
¿Será que en Colombia “todavía no es tiempo” para que una mujer sea presidenta? Hay que buscarla, ya que podría generar un ambiente más propicio para la convivencia y el entendimiento. Es la única solución que no hemos ensayado.
Pero al paso que vamos, seguiremos hasta el año 2030 con personajes que, mejorando el estilo de Luis XIV no dicen “el Estado soy yo”, sino “yo quiero, aunque el Estado no”.