El presidente Gustavo Petro valora más el poder que representa la presidencia que el país que gobierna. Me explico:
El bochornoso desencuentro entre Laura Sarabia y el presidente en Uruguay es la demostración de la malograda escala de preferencias que mantiene el mandatario. Gustavo Petro quiso enarbolar la bandera del M-19 durante un encuentro con Pepe Mujica, pero fue aparentemente detenido en el acto por Laura Sarabia.
Las imágenes muestran cómo, a regañadientes, el jefe de Estado recoge la bandera de esa organización guerrillera mientras su escudera lo mira y le hace gestos que le advierten sobre su falta de decoro. El intercambio es detenido por el propio Mujica, quien da un par de bastonazos en el piso y musita: “Ya está, vamos”.
No es la primera vez que Gustavo Petro privilegia la bandera de su antigua organización delictiva sobre la de Colombia, el país que gobierna. Me pregunto si su corazón está más en el M-19 que en el país para el que se hizo elegir. El supuesto básico sobre alguien que aspira a la mayor dignidad nacional es que ama sobre todas las cosas a la patria.
La bandera tricolor de Colombia no es solo un pedazo de tela con colores vivos. Es un símbolo cargado de historia, significado y valores que encarnan el espíritu de una nación. Amarillo, azul y rojo, en sus franjas horizontales, cuentan un relato de riqueza, océanos y sangre derramada por la libertad.
Por eso, ante tal atentado contra el pabellón patrio, es menester una reflexión sobre identidad, unidad y memoria colectiva.
Primero, la bandera es un recordatorio permanente de nuestra historia común. Desde las luchas por la independencia hasta los desafíos del presente, cada color lleva dentro historias de heroísmo, sacrificio y esperanza. Ignorar o despreciar la bandera es, en cierta medida, olvidar nuestras raíces y los cimientos sobre los cuales se construye nuestra identidad como colombianos.
Además, la bandera simboliza la unidad en la diversidad. Colombia es un mosaico de culturas, etnias y paisajes. La bandera, como ningún otro símbolo, representa esa amalgama, invitando a todos sus habitantes a reconocerse como parte de un todo.
El reconocimiento a la bandera también es un reflejo del respeto a los principios y valores que constituyen la república. Democracia, libertad, justicia y paz no son solo ideales plasmados en la carta magna, sino valores que deben vivirse, defenderse y promoverse diariamente.
Finalmente, enseñar a las nuevas generaciones el respeto por la bandera es inculcarles una comprensión profunda de su herencia cultural y social. Es ofrecerles un sentido de pertenencia y responsabilidad para con su patria y, sobre todo, es subrayar la importancia de mantener viva la defensa de los principios de libertad y rebelión frente a las tiranías.
El nacimiento de nuestra bandera está cimentado en la sangre que derramaron los patriotas dándonos la libertad. La bandera nació de la victoria de la pasión, la justicia y la libertad sobre los abusadores.
En conclusión, doctor Petro, la bandera se respeta y no se debe reemplazar, mucho menos por la de una organización asesina, secuestradora y criminal. Sin romanticismos. Usted es el presidente de todos los colombianos, no un insurgente al margen de la ley. Actúe como tal. Las cosas como son.