Mucho antes de ser nombrado por el presidente Petro, se sabía que Olmedo López era una persona deshonesta, según consta en una sentencia de la Corte Suprema de Justicia. López demandó en un pleito laboral a Puntomerca Merchandising S. A., donde trabajó 13 años, de 1993 hasta 2006, como jefe de bodega, director comercial y gerente de distribución. La compañía vende productos relacionados con cacharrería, droguerías y abarrotes. Pidió que le pagaran una indemnización por despido, la mitad de las utilidades netas durante siete meses de 2006 y una bonificación por cumplimiento de objetivos equivalente al 0,12 por ciento de 7.000 millones de pesos que fueron facturados en ese mismo periodo. Ese 0,12 por ciento equivalía a 8.400.000 pesos. Su sueldo básico era de 1.800.000 pesos.

La empresa demandada contestó que terminó el contrato de trabajo por justa causa, pues Olmedo López desconoció el acuerdo de exclusividad que tenía con la compañía y “en abierta rebeldía a sus deberes de fidelidad, conformó y asesoró una empresa que tenía un objeto social igual o similar”. En 2010, un juez laboral de Envigado condenó a la empresa a pagarle a López únicamente la suma de 1.380.000 pesos como indemnización moratoria. Nada más. En 2011, la sala laboral del Tribunal Superior de Medellín confirmó la sentencia. Olmedo López perdió, pues, por segunda vez. Indicó el Tribunal que el despido fue justo: “Al ser gerente de distribución de la empresa, no podía actuar al mismo tiempo como socio y asesor de las sociedades Practimax y 1-A Distribuciones, quienes cumplen la misma actividad”. En otras palabras, Olmedo López hizo trampa y engañó a la empresa donde trabajaba.

El Tribunal Superior de Medellín llegó a esa conclusión con fundamento en el testimonio de Carlos Alberto Pulgarín Martínez, el cual declaró en el expediente que “El demandante, con su hermano Leocadio López y su cónyuge, Martha Atehortúa, tenían en funcionamiento otra empresa que se dedicaba al mismo objeto social de la sociedad demandada, llegando al punto de venderle productos a esta última, situación que muestra una clara y abusiva conducta desleal por parte del accionante (Olmedo López), quien utilizó sus conocimientos y contactos comerciales para asesorar y constituir otra empresa que se dedicaba a la misma actividad comercial de la demandada, generándole, además de una franca competencia desleal, graves perjuicios, más aún cuando el trabajador se obligó a prestar el servicio de forma exclusiva”.

Como si todas estas descalificaciones no fueran suficientes, el Tribunal expresó que en ningún documento constaba que Puntomerca, entre marzo y octubre de 2006, hubiera facturado “7.000 millones de pesos, como se alegó en la demanda”. En puntomerca.com.co venden columpios para pericos y canarios a 5.330 pesos, cepillos tipo plancha a 3.333 pesos y mata rata Guayaquil a 1.457 (“se caracteriza por la apetencia que los roedores tienen por él”). Más barato que D1. ¿A qué horas podían facturar 7.000 millones de pesos en menos de un año? No fue la única fábula de Olmedo López. Un documento que adjuntó rotulado organigrama de distribución en ninguna parte se refiere a Puntomerca y “por tanto, no tiene ninguna relevancia ni connotación probatoria, dado que no se sabe a qué empresa corresponde y además lo que allí se estableció fue un presupuesto, es decir, una simple proyección de los ingresos y gastos”, indicó el fallo. El Tribunal también concluyó que el cálculo de bonificaciones se hizo sobre “conjeturas”. Fue una enésima falsedad perpetrada por Olmedo López ante la autoridad judicial.

Una persona correcta y honorable no hace afirmaciones ficticias o inventadas en un proceso judicial. Olmedo López llevó el caso ante la Corte Suprema de Justicia y por tercera vez perdió. En 2017, la Corte manifestó que “la presente demanda de casación no es propiamente un modelo de claridad” y confirmó las sentencias anteriores, precisando que uno de los documentos presentados por López era “apócrifo”.

Sin verificar sus antecedentes, el presidente Petro nombró a Olmedo López. Se sabía que obraba por fuera de la ética más elemental y que era un embustero que a lo largo de los años dejó un reguero de afirmaciones falaces en un expediente judicial. Petro le entregó dineros públicos por un monto de 1,4 billones de pesos a un vendedor de baratijas. El Pacto Histórico ganó las elecciones, pero creyó que también se había ganado el presupuesto nacional.