El tema del referendo le aburre terriblemente al país, pero mientras Alvaro Uribe conserve su nivel de popularidad, los votos para sacarlo adelante están asegurados. Sin embargo, falta todavía el concepto de la Procuraduría y de la Corte acerca de su constitucionalidad, y por esta vía Uribe no está exento de que el referendo se le devuelva en forma de un gran oso. A continuación los posibles escenarios y la clase de plantígrado que, según el diccionario Pequeño Larousse, podría convertirse en el sello de esta reforma que nació como esperanzador antídoto contra la corrupción y la politiquería. Oso negro: que la Corte tumbe todo el referendo por vicios de procedimiento. (Muy improbable. Salvo muy pocas excepciones, hubo extremo cuidado en los trámites de la ley aprobatoria). Oso marino: que la Corte tumbe algunas de las preguntas por considerar inconstitucional que en ellas venga sugerida la respuesta. Ejemplo: "¿Como medida para reducir las desigualdades sociales, aprueba el siguiente artículo...?". O como este: "Para proteger a la sociedad colombiana...?". (Aunque este defecto trató de corregirse, no es improbable que la Corte 'tumbe' algunas expresiones de redacción. Unas preguntas del referendo son neutras mientras otras no le dejan salida distinta al votante a la del Sí). Oso pardo: que la Corte tumbe algunos artículos que no fueron sometidos a todos los debates. (El más amenazado es el de la prórroga del período de alcaldes y gobernadores, que a pesar de haber sido rechazado en plenaria, no volvió a comisión). La probable caída de este artículo, cuya única razón de existir es poner toda la maquinaria regional a pedalearle al referendo, significaría un duro revés para el volumen de votos necesarios para la validez del referendo. Oso melero: que la Corte tumbe artículos cuyos debates fueron reabiertos una vez cerrados. (El único amenazado es el que elimina las personerías. Pero es improbable). Oso colmenero: que la Corte diga que es inconstitucional obligar a los colombianos a votar en bloque todos los artículos del referendo. (Improbable: la ley reglamentaria del referendo les da a los colombianos esa facultad). Oso hormiguero: que la Corte tumbe varios artículos por considerar que no guardan unidad de materia con la esencia de la reforma política. (Probable. En esta categoría están aquellos artículos que a última hora le fueron colgando al texto original, como el ajuste fiscal, la penalización de la dosis personal y la prórroga del período de gobernadores y alcaldes. Sin embargo, la Corte podría resolver que, para subsanar su aparente inconstitucionalidad, estos tres artículos no fueran votados en bloque, sino separadamente. ¿Oh confusión, oh caos?). Oso bandera: que entre la Procuraduría y la Corte se tomen tranquilamente el plazo máximo de 120 días que tienen para emitir sus respectivos conceptos de constitucionalidad. Eso significaría que el referendo se estaría votando alrededor de junio-julio, después de transcurridos seis meses en los que la popularidad del Presidente podría resultar premiada o castigada por los resultados concretos de su gestión. La suerte del referendo de hoy no es la suerte del referendo del mañana. Un retraso en su convocatoria podría significar su hundimiento definitivo. Oso palmero: que la Corte declare constitucional el referendo, pero que después venga la reforma política que se avecina y le quite muchos dientes a lo aprobado. Ejemplo escandaloso es la amenaza de que el agravamiento de las causales de pérdida de investidura que a buena hora trae el referendo, se vea neutralizado por la decisión de exigirle doble instancia y/o mayoría absoluta al Consejo de Estado, cada vez que va a fallar una pérdida de investidura. Esta medida traería efectos retroactivos, lo que significaría la bobadita de que los actuales 'desinvestidos' recuperarían su investidura. Osezno: que a pesar de que la Corte declare constitucional el referendo. Que se obtengan los cerca de seis millones de votos que se requieren para su validez. Que gane el Sí sobre el No. Y que a pesar de que los ajustes económicos empiecen a notarse, suceda que el país termine dándose cuenta de que al Congreso lo redujeron muy poquito. Y de que en lo que a los dos artículos políticos esenciales del referendo se refiere, el de la prohibición de los suplentes y el de la pérdida de investidura, no dieron abasto para llenar las expectativas de lo que nació con el rimbombante título de Referendo contra la corrupción y la politiquería.