Sir Kim Darroch representaba al Reino Unido desde finales de 2016 en Washington. Es un avezado diplomático inglés con más de 30 años de experiencia, al que le tocó una época de cambio e incertidumbre por la presencia de Donald Trump en la Casa Blanca. Contra todos los pronósticos había organizado una visita de Estado de Trump a Londres impecable. Hasta el 10 de julio. Ese domingo el diario The Daily Mail publicó documentos y mensajes oficiales del embajador. En ellos este escribió con franqueza su interacción con la administración Trump. Sobre cómo adelantar un encuentro con el presidente estadounidense, recomendó utilizar la adulación. “Hay que destacar algún hecho que él hizo recientemente”, dijo el diplomático. “Debes presentarlo con victorias de él”.
Como me lo comentó un alto funcionario de la Casa Blanca, “no hay ventajas con el presidente en ser sutil ni ambiguo”. Sobre la administración dijo en junio de 2019: “No va a ser sustancialmente más normal; menos disfunción; menos impredecible; menos diplomático torpe e inepto”. En otro cable, dijo que no pensaba “que la administración sea vista como competente”. Una franqueza fundamental para la diplomacia inglesa: se requiere verdad sobre las relaciones. Infortunadamente, a Donald Trump no le gustó. En una serie de trinos, el mandatario atacó al embajador y dejó claro que su administración no lo recibiría más. Era una situación inmanejable y se vio obligado a renunciar. Desde 1856, no se había presentado una situación de desencuentro entre los dos países. Mil ochocientos cincuenta y seis. Por eso causó tanta conmoción que tuvo que dimitir. A Francisco Santos, nuestro hombre en Washington, le pasó lo mismo: una conversación privada con la nueva canciller se volvió pública. Habló con franqueza sobre todo: las relaciones con Estados Unidos, sus compañeros de gobierno y Venezuela. No dejó títere sin cabeza. Es difícil que Santos siga en el puesto. Tiene pocos amigos, como se notó en las reacciones de los medios y en las redes. Sobre Estados Unidos dijo que ya no era lo mismo a cuando él viajaba de vicepresidente. Del Departamento de Estado dijo que estaba destruido y a excepción de Mike Pompeo (que es el secretario), no tenía influencia. Lo comparó con una ONG. Le recomendó a la nueva canciller una estrategia de política bipartidista con el país del Tío Sam, la cual Claudia Blum aplaudió. Dijo que Carlos Holmes Trujillo no tenía una estrategia cuando mandaba en el Ministerio de Relaciones Exteriores y solicitó a Blum que diseñara una. Blum y Santos coincidieron en señalar a Estados Unidos como la prioridad política. Blum dijo que Trujillo estaba en la política electoral de 2022. Una acusación dura teniendo en cuenta que ahora Trujillo es ministro de Defensa. Del anterior, Guillermo Botero, Santos dijo que no trabajaba.
De Venezuela se habló de la frustración, sentimiento que los dos comparten. Blum declaró que la ayuda humanitaria fue un fiasco y pidió colaboración para un cambio de foco. Sobre un apoyo de la administración Trump a una salida militar, fueron pesimistas y dudaron de ese respaldo. Santos, en particular, expresó su preocupación si no se resuelve la situación en Venezuela, pues el tema será más crítico en Colombia. También se quejó de la dificultad para que le pongan atención en Washington por más de diez minutos. Dijo que se la pasan “inventando” hechos en Venezuela, el tema de moda. Fue revelador para quienes vivimos pendientes de las relaciones de Estados Unidos y Colombia. En 15 meses, Santos hizo la tarea; conoce cómo funciona la capital estadounidense. El problema, sin embargo, es si va a seguir. No es usual que al Departamento de Estado lo critiquen de ese manera. Y menos un embajador. Hay cosas en privado que nunca salen a la luz pública. La verdad no siempre es diplomáticamente correcta. Tampoco se ha sentido la reacción del ministro de Defensa que quedó golpeado. Lo acusan de no tener una “estrategia” y de estar dedicado a la política. No es claro cómo convivirán en el Gobierno después de esta revelación.
Santos fue llamado a Bogotá por Duque. Es difícil que siga en el puesto. Tiene pocos amigos, como se notó en las reacciones de los medios y en las redes. Lo lógico es que Santos diera un paso al lado. Pero y es un pero con mayúsculas, ¿es conveniente en este momento? Hay elecciones en Estados Unidos en un año. De alta tensión. Es posible que Colombia sea un tema. Es más estratégico tener a Pacho Santos ya experimentado, que a un embajador novato. Hay que recordar que cuando Duque nombró a Pacho lo destacó por ser impredecible. Lo ha demostrado.