Hace un año los colombianos estaban virados hacia la izquierda y salieron despavoridos a votar por un supuesto “cambio” que nunca llegó. El único cambio que definitivamente sí llegó es el de la inflación disparada, la inseguridad incontrolable y la premiación al delito. Hoy gobierna la anarquía. La extrema izquierda en cabeza de Gustavo Petro alimentó el odio hacia una clase política, logrando así la división de clases, llegando al poder con un discurso antiuribista que le duró muy poco. A un año de su fallida presidencia, los colombianos le dieron un escarmiento en las urnas en las pasadas elecciones regionales del 29 de octubre.
Colombia demostró que es un país único en su especie donde no come cuento; si el que gobierna no sirve lo sacan rapidito. Nuestro país dio un giro de 180 grados en tiempo récord, virando nuevamente hacia la derecha, sin contemplación alguna, buscando un mejor porvenir. Hace un año los colombianos engañados, llenos de incertidumbre por una falsa manipulación por parte de la extrema izquierda por la propaganda negativa hacia ciertos sectores políticos, le dieron su voto de confianza a Petro y a su Pacto Histórico. Muchos creyeron que los cambios que vendrían serían para el bienestar de todos y lo único que ha logrado es premiar a la delincuencia, el debilitamiento de la fuerza pública y de nuestras Fuerzas Militares, al dejarlos a la par con el narcoterrorismo. Hoy tienen más derechos los terroristas y los delincuentes del país que cualquier ciudadano de bien.
Los colombianos empezaron a ver que el país, en vez de mejorar, retrocedió en casi 30 años en cuanto a seguridad, lucha contra el narcotráfico, progreso y ni hablar de la escasez de los medicamentos esenciales. Hoy los pobres son más pobres que antes; eso es lo que logran este tipo de gobiernos. Su alianza con el narcodictador de Venezuela, Nicolás Maduro, y el gobierno comunista opresor de Cuba, prendieron todas las alarmas. Prácticamente, nos está llevando a ser el patio trasero de Rusia, Irán y China, hoy grandes dueños de Venezuela, alejándonos poco a poco de la potencia más importante y democrática del mundo.
El domingo 29 de octubre el país le pasó una factura de cobro a la mala gestión de Gustavo Petro y su Pacto Histórico, fortaleciendo nuevamente a los partidos de oposición que pretendió acabar con falacias. La derrota monumental en Bogotá en cabeza de su gran aliado, Gustavo Bolívar, fue realmente una paliza histórica donde la ciudad donde él fue alcalde le envió un mensaje muy claro: no queremos al patrocinador los terroristas de la primera línea como nuestro mandatario.
Los bogotanos vieron muy claro que la toma guerrillera del 2021 por parte de este grupo terrorista urbano controlado por los narcoterroristas del ELN y Farc, empujados por el resentimiento y las ansias de poder de ya sabemos quiénes, lograron despertar en los bogotanos un sentimiento de rechazo hacia estas prácticas. La pésima gestión de Claudia López en una ciudad consumida por la violencia y la inseguridad también ayudó a que este distrito mirara hacia otras alternativas.
Los grandes ganadores de la jornada electoral fueron los partidos de oposición, quienes lograron llegarle a los colombianos ante la coyuntura y el desespero en el que hoy se vive ante una violencia incontrolable y una economía en capa caída que no mejora. Partidos como el Centro Democrático en cabeza del expresidente Álvaro Uribe, quien recorrió cada rincón del país para recuperar la confianza de los colombianos y la credibilidad de su buen nombre, hoy afectado por las infamias de esa extrema izquierda que opera sin pudor alguno, consiguió que su partido realmente muy golpeado en las pasadas elecciones presidenciales y de Congreso del 2022 se levantara de entre las cenizas adquiriendo gobernaciones y alcaldías importantes en alianzas como la de Andrés Julián Rendón y Fico Gutiérrez para recuperar Medellín y Antioquia. Ganó 28 alcaldías (por ahora). En Bogotá pasó de tener 5 concejales a 7 superando los 358.000 votos (una de las votaciones más altas). Faltan por confirmarse los otros concejos del país, las asambleas y JAL.
El partido Cambio Radical, en cabeza del exvicepresidente, Germán Vargas Lleras, lograron un crecimiento inimaginable en estas elecciones regionales. Ganaron 13 gobernaciones, 48 diputados, 8 alcaldías capitales, 255 alcaldías municipales y 4 concejales en Bogotá. Esto es un mensaje muy claro.
Los conservadores y Liberales (quienes ganaron tres departamentos) lograron también números importantes, consiguiendo así junto al Centro Democrático y Cambio Radical el poder político en gobernaciones y alcaldías, dándoles un poder de negociación a sus congresistas restándole el poder de negociación al Gobierno Nacional. Petro ya no la tiene para nada fácil para lograr sus reformas ya estancadas en el Congreso.
La paliza histórica es un mensaje muy claro al presidente para que baje los humos a su prepotencia, al no escuchar, a su soberbia, manipulación y autoritarismo. Le llegó el momento de negociar para sacar adelante un país que se encuentra sin rumbo alguno. Me preocupa enormemente su reacción con las regiones al ser una persona prepotente, imponente y vengativa, y más cuando tenga fiscal bolsillo si empezará la persecución en contra de sus contradictores. ¿Cerrará la llave a las regiones para asfixiarlos?
No cabe la menor duda que aquí los grandes perdedores de la jornada electoral fueron Gustavo Petro y su Pacto Histórico. La voluntad del pueblo habló el domingo en las urnas y su decisión debe respetarse.