En los negocios de alquiler, contratos entre empresas y compromisos de inversión está de moda la cláusula Petro. Según ella, los acuerdos entre privados cambian significativamente de naturaleza y las condiciones pactadas dejan de ser relevantes bajo un eventual régimen dirigido por el exalcalde de Bogotá.
Algunos analistas han elevado sus gritos sobre una supuesta ilegalidad de estas cláusulas, alegando que tienen el potencial de generar pánico económico, a pesar de que reconocen que los privados están en libertad de pactar condiciones contingentes en sus relaciones comerciales. Tienen razón en alertar sobre el riesgo de pánico económico, pero tienen una confusión sobre cuál es su causa.
¿Cómo un hombre de negocios del sector petrolero, actuando en protección de sus accionistas, podría ignorar, en el manejo de los negocios de su empresa, las continuas y repetitivas amenazas del candidato del Pacto Histórico de descontinuar la exploración petrolera? ¿Cómo puede un empresario ignorar los impactos en su negocio de subir los aranceles y cerrar la economía? ¿Ese hombre de negocios, al pactar una cláusula mediante la cual deja una salida en la contratación de servicios con un tercero, que no se necesitarían en caso de ser elegido Petro presidente, está generando pánico económico?
Las manifestaciones de Petro han sido sui generis en múltiples aspectos. ¿Cuál sería la consecuencia de imprimir billetes para solventar el déficit público del Estado para el sector privado? ¿Es anormal que un empresario cuyo negocio se ve impactado significativamente por la devaluación y el incremento de las tasas de interés que generaría esta medida tome las medidas necesarias para cubrir sus riesgos?
No se puede negar que las cláusulas Petro generan una traba para el desarrollo de las actividades económicas, ¿pero son ellos responsables del pánico económico que se genera, o lo es el candidato del Pacto Histórico con sus manifestaciones? ¿Desde cuándo los empresarios están obligados a hacer inversiones en entornos adversos a sus intereses?
El impacto que ha tenido Petro en los contratos del sector privado es solo la punta del iceberg. Muchos empresarios, locales y foráneos, sin generar los ruidos que genera la cláusula Petro, están decidiendo esperar los resultados de las elecciones para invertir en proyectos en Colombia y generar empleo. Con los riesgos que implica el manejo poco ortodoxo que promete una eventual presidencia suya, también son muchos los inversionistas dispuestos a disminuir la exposición de sus portafolios al país, en decisiones que no son políticas, sino puramente de negocio.
Estas decisiones, que están tomando de manera callada miles de empresarios, no están diseñadas en contra del pueblo ni de su bienestar, a pesar de que evidentemente causarán estragos en la población de ser elegido Petro. Quien ahuyenta la inversión es el candidato del Pacto Histórico, al no generar las condiciones para atraer el capital. Los empresarios, para invertir y generar empleos, de acuerdo con el actuar vigente por cientos de años en el sistema capitalista, requieren de entornos que les permitan generar retorno para su capital. Si no las hay, porque la cabeza del Estado no las garantiza, se van con su dinero para otro lado, donde generarán empleo y bienestar en otros países.
Desafortunadamente, la desavenencia de Petro con el sector privado tiene sus consecuencias más dolorosas en los menos afortunados. Es solo analizar las medidas de los progresistas argentinos liderados por Cristina Fernández de Kirchner para darse cuenta de la disminución significativa de su poder de compra y las limitaciones en la compra de divisas que han tenido que implementar para que la gente no saque su plata del país. O verificar la pauperización de las clases bajas en regímenes progresistas como Venezuela y Nicaragua.
Ojalá en las elecciones presidenciales se imponga la sensatez entre los colombianos. Y que el columnista mencionado, en su desvarío, no vaya a considerar que columnas como esta son las que causan pánico económico, cuando en realidad intentan defendernos de él.