La oferta se difunde vía WhatsApp. Y es fiel reflejo de la debilidad de un poderoso Ejército que se suponía era muy superior al ucraniano. El antiguo Imperio soviético, que anhela resucitar el carnicero del Kremlin, se ha demostrado incapaz de sostener la invasión criminal a Ucrania mientas protege sus propias fronteras.
La reciente incursión de las tropas de Zelenski en territorio ruso, en la región de Kursk, más allá de los 40 kilómetros de la línea divisoria, debe tener al tirano inquieto. Apenas encontraron resistencia porque las principales y más numerosas unidades de Putin se encuentran replegadas en los frentes del oeste de Ucrania.
Necesita urgente, por tanto, más tropa y sin un Yevgueni Prigozhin que dirija a la sanguinaria Wagner, puesto que lo asesinó en un supuesto accidente aéreo, debe conseguir más carne de cañón en cualquier parte del mundo.
Conocedor de la cantidad de exmilitares, expolicías e, incluso, exguerrilleros de Colombia que se alistaron en el glorioso Ejército de Ucrania, pretende atraerlos ahora hacia sus fuerzas.
He tenido acceso a la propaganda que unos intermediarios colombianos están difundiendo y tan confiados deben estar de sus buenos oficios, que prometen a su interlocutor “putinesco” mandar “100 personas el primer mes y luego cada mes podemos enviar 400”.
Por mucho incauto que lograran engañar en nuestro país, encuentro imposible alcanzar esa cantidad, puesto que no hay tantos voluntarios dispuestos a participar en una guerra que ya supera los 130.000 uniformados muertos en los campos de batalla.
El mensaje empieza por ofrecer un pago de 8.000 dólares el primer mes, aparte de costear el viaje hasta Rusia y la visa. Aseguran que, en caso de firmar un contrato de tres a cinco años, te regalarán un apartamento, te darán pasaporte ruso y tras 12 meses de servicio, podrás invitar a tu familia. El pago mensual, indican, será de 2.400 dólares.
En otro chat, el reclutador ruso le dice al colombiano que necesitará “la primera página del pasaporte de todos para realizar algunos controles de seguridad sobre ellos durante 30 a 40 días”.
Agregan que en Moscú alguien del Ejército de Putin los recogerá en el aeropuerto y refieren a un entrenamiento en armas de un mes de duración.
Aparte de la eterna deshonra de participar en una ofensiva militar invasora, liderada por un despiadado criminal, que pisotea a diario los derechos de sus propios compatriotas, trabajar para la Rusia actual encierra demasiados riesgos. Solo citaré algunos.
1. Aceptar cualquier pago ruso supone incurrir en un delito. Es una nación paria, castigada con sanciones financieras.
2. Putin puede incumplir tranquilamente las condiciones pactadas y quien ose protestar recibirá una pena de prisión como respuesta. Ha creado leyes, de aplicación arbitraria, destinadas a silenciar todas las voces críticas.
3. Pueden exigir cometer crímenes de guerra tales como asesinar civiles a destajo, secuestrar niños para llevarlos a Rusia, violar mujeres y masacrar prisioneros.
4. Poseer un pasaporte ruso solo sirve para viajar sin visa a Irán, Corea del Norte, Venezuela, Cuba y Nicaragua, entre otras naciones tiránicas.
No consulté la información de la campaña de reclutamiento con la embajada rusa en Bogotá porque cualquier funcionario designado por el exespía soviético carece de toda credibilidad. Aunque quisiera, no podría decir la verdad si fuese incómoda para su líder por el peligro de terminar en una prisión siberiana o muerto. Y, en caso de seguir las consignas del Kremlin, me encontraría ante un vulgar cómplice de la dictadura, un papagayo de las turbias órdenes del zar.
Aparte de alertar a exmilitares que puedan caer en la tentación de aceptar una oferta económica de aparente atractivo, si este Gobierno de extrema izquierda no fuese tan complaciente con las tiranías, lo lógico sería que declarara ilegal incorporarse a las tropas de la nación invasora.
Y aunque más de uno crea que resulta evidente para cualquiera de los riesgos que entraña firmar un contrato para convertirse en un esbirro del Kremlin, la desaparición de dos exmilitares colombianos –José Aron Medina y Alexánder Ante– en la escala que hicieron en Caracas, regresando de Kiev, en julio pasado, constata que muchos desconocen cómo se mueve el tablero internacional.
Volaron desde Europa, vía Venezuela, por tratarse de un tiquete más barato, y lo hicieron sin ocultar que habían luchado por la libertad de Ucrania. Es indudable que desconocían que aterrizaban en el territorio de un estrecho aliado de Moscú y que podrían detenerlos, como sucedió.
Lo triste es que, en naciones democráticas, aún existan presidentes y partidos como Petro y el Pacto Histórico que encubran, por acción u omisión, a los regímenes tiránicos que pretenden destruir al mundo libre.
Nota: Los socialistas Amlo, Lula y Petro solo merecen el repudio general por encubrir a gobiernos criminales como el de Nicolás Maduro.