Del nuevo fiscal general, Francisco Barbosa, me preocupa su falta de carácter. Esa ausencia de talante y de temple la demostró en este episodio que me sucedió hace mes y medio cuando publiqué en revista SEMANA una columna en la que califiqué de “mediocre” la terna presentada por el presidente a la Corte Suprema de Justicia para elegir fiscal. Dije en esa oportunidad que “la menos peor era Clara María González porque al menos ella se había opuesto a que se declarara la conmoción interior pedida por Martínez Neira…”.  También critiqué a Barbosa porque cambiaba sus posiciones de acuerdo con el empleo al que aspiraba. Recordé que cuando quiso aspirar a ser magistrado de la JEP se convirtió en el más fervoroso defensor de la justicia transicional y hasta escribió un libro sobre el tema –que ahora él mismo vende como si fuera el gran tratado de justicia transicional que el mundo estaba esperando–. Barbosa que se vende como si fuera nuestro Luigi Ferrajoli, el gran experto en justicia transicional en el mundo, en realidad hizo un libro sobre el tema con el propósito de que le dieran el puesto de magistrado de la JEP. Y cuando no se lo dieron, de un día para otro se volvió duquista y una vez nombrado en la presidencia se dedicó a intentar quitarle competencias a la JEP.   

Ese día en que salió la columna, me llamó con insistencia a decirme que quería hablar conmigo para hacerme algunas aclaraciones. Yo he tenido siempre una buena relación personal con él y le dije que fuera a mi casa. Me señaló que mi columna tenía varias imprecisiones pero que no quería que las rectificara porque solo buscaba que yo las tuviera claras. Se fue tarde, luego de haber hablado de muchos temas. No habría revivido este episodio de no haber sido porque llegaron a mis manos los derechos de petición que presentó Néstor Humberto Martínez a tres funcionarios de presidencia, Francisco Barbosa, Miguel Ceballos y Clara María González, con el propósito de ver si desvirtuaba una afirmación que el exfiscal niega, según la cual él habría pedido una conmoción interior luego de su renuncia.  Martínez les pregunta a los tres funcionarios si es cierto que el 11 de mayo de 2019 ellos estuvieron en una reunión con el presidente en la que además estaban la doctora Clara María González, secretaria jurídica; Miguel Ceballos, comisionado para la paz; Francisco Barbosa, comisionado para los derechos humanos, y María Paula Correa. La respuesta que dio la secretaria jurídica fue que a esa reunión de ese día ni ella ni el presidente asistieron porque se encontraban en Buga y en Mocoa, respectivamente. Clara María González sí dice que hubo otra reunión el 15 de mayo en las horas de la tarde, después de conocerse por los medios de comunicación la decisión de la sección de revisión del tribunal para la paz de aplicar “la garantía de no extradición a favor de Santrich”, y que el presidente la citó a su despacho, pero que cuando ella llegó al salón solo estaba el fiscal Néstor Humberto Martínez. González dice además en su respuesta al derecho de petición que no le puede dar esa información a Martínez Neira porque fue una reunión informal en la que las opiniones no quedaron grabadas ni registradas en las actas. Y más o menos le da a entender que su petición está fuera de lugar. (¿Qué hace un exfiscal pidiendo información sobre reuniones informales que se hicieron con el presidente hace diez meses?). La respuesta de Barbosa, muy parecida a la de Ceballos, es totalmente diferente y reivindica la tesis de Néstor Humberto.  “Ese día, 11 de mayo”, le responde Barbosa a Martínez Neira, “el señor fiscal general de la nación, no propuso que se decretara el estado de conmoción interna para el manejo de la crisis presentada por la decisión de la JEP de dejar en libertad al señor Jesús Santrich”. Agrega Barbosa que Néstor Humberto Martínez indicó “que era improcedente el decreto, porque esa decisión de la JEP no implicaba una grave perturbación del orden público”.   O el presidente Duque tiene el don de la ubicuidad y puede estar a la vez en Mocoa y en su despacho, o el nuevo fiscal acucioso por hacer pinos ante el exfiscal quien ha desatado una persecución judicial contra los periodistas que nos atrevemos a cuestionarlo, ni siquiera verificó si la fecha de la reunión era la correcta y ni siquiera investigó si él mismo estaba o no en esa reunión. Aquí no termina esta historia: una de las aclaraciones que Barbosa me hizo aquella noche en que estuvo hasta tarde en mi casa fue esta: “Se equivocó en decir que Clara María había sido la que se opuso a la declaración de conmoción interior”, me dijo. “No fue ella la que lo paró”, me aclaró con un aire heroico. “Fui yo”.  Sin embargo, un mes después le respondió a Martínez Neira en un derecho de petición todo lo contrario. Lo cual demuestra que Barbosa, el nuevo fiscal, es capaz de sostener dos versiones de un mismo hecho dependiendo quién sea el que se lo pregunte. 

Es un alivio saber que el nuevo fiscal llega a la Fiscalía ligero de equipaje y que no tiene los conflictos de interés de Néstor Humberto. Sin embargo, tiene que probar que no llega a guardarle la espalda al que lo ternó y que tampoco es el fiscal pelele de NHM, quien sigue manejando los hilos del poder en la Fiscalía y quien está utilizando su poder para exigirle a la secretaria privada que revele las conversaciones informales del presidente Duque.      Cuesta trabajo pensar que pueda haber una Fiscalía peor que la de Néstor Humberto Martínez, pero como nos recuerda el principio de Peter, todo lo que va mal encaminado siempre es susceptible de empeorar.